sábado, 17 de enero de 2009

Mi Mama no me escucha

Mi mamá no me escucha, mi papá no me entiende, mis papás quieren más a mi hermana o a mi hermano que a mí, no sé cómo hacer para que me comprendan... La mayoría de ellos expresa la necesidad que tiene de un buen consejo o una guía para superar una situación difícil, que en la generalidad de los casos pone a prueba su autoestima, sus valores o la confianza en sí mismos. En estos casos la comunicación con los padres se vuelve determinante. ¡No los dejemos solos!

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a tu hijo sin interrumpirlo, sin juzgarlo o sin criticarlo antes de que terminara de expresarse y mirándole a los ojos con amor y atención?

Muchas veces dejamos de prestar atención a los pequeños cambios que ocurren en el comportamiento de nuestros hijos, asumimos que están y estarán muy bien porque son nuestros y nada malo o difícil les puede pasar. Pero, ¿has recordado lo importante que es colocarte en su lugar cada vez que enfrentan una situación nueva o desconocida? Generalmente se nos olvida que nosotros también pasamos por situaciones en las que no sabíamos cómo actuar o qué decisión tomar cuando teníamos esa edad, y que si bien hoy en día como adultos le quitamos la gravedad que tuvo para nosotros, en su momento fue difícil e importante.

Si lo permitimos, las preocupaciones, el exceso de responsabilidad, la incertidumbre y el temor por el futuro pueden convertirnos en personas llenas de estrés, irritables y desconectadas de nuestros seres queridos, por esta razón es importante que de vez en cuando nos revisemos y le preguntemos a nuestros seres queridos y en especial a nuestros hijos: ¿Cómo se sienten con nosotros? Ojalá estemos abiertos y dispuestos a escuchar sin afectarnos su respuesta.

No podemos esperar a que ellos se comporten o actúen como nosotros lo hicimos o como lo haríamos en este momento. Recordemos que cada uno tiene capacidades y limitaciones diferentes que lo convierten en un ser único y especial.

Una comunicación sana es el puente que nos permite acercarnos a ellos, para conocer sus pensamientos y sentimientos en cada etapa de la vida. Aprendamos a escuchar con atención, amor y respeto hasta sus comentarios más pequeños, porque esto hará que poco a poco, ellos confíen en que siempre encontrarán en nosotros un espacio a salvo donde refugiarse y sentirse seguros, especialmente en los momentos más peligrosos y difíciles.

Claves para escuchar a nuestros hijos
Escucha en vez de hablar. Cuando comiences una conversación con tus hijos, en lugar de reaccionar a sus comentarios inmediatamente, pregúntales: ¿Qué fue lo que pasó? Y ¿Qué fue lo que te dijo? De esta manera los ayudarás a aclarar la mente y a resolver sus problemas mientras te responden. Cuando tus hijos te hablen de algo que les preocupa, deja lo que estás haciendo y escúchalos con mucha atención.

Escucha entre líneas. A veces ocurre que tu hijo se siente incómodo y no se atreve a expresar abiertamente lo que siente, por eso es importante que pongas atención a lo que esta tratando de decir, reconoce sus emociones y cómo le afectan. Escoge el momento más adecuado para hablar con ellos, puede ser antes de acostarse o cuando vas con ellos en el carro.

Escucha su punto de vista o sus comentarios, aun cuando sea difícil hacerlo sin asumir o hacer algún comentario negativo. Déjalos hablar y expresarse sin interrumpirlos. Y cuando sea tu turno de expresar tu opinión, evita ignorar o anular la de ellos.

Suaviza tus reacciones al momento de comunicarte con ellos. Recuerda que ellos son susceptibles de los gestos que haces y hasta del tono de tu voz cuando les hablas. Si te pones rabiosa y los amenazas, ellos cortarán la comunicación inmediatamente contigo por temor a tu reacción o castigo.

Habla con tus hijos utilizando ejemplos propios, esto te ayudará a colocarte a nivel de ellos facilitando así la comunicación. Evita criticarlos o juzgarlos con ligereza.

Pídeles su opinión. A los niños les encanta que sus padres los involucren en las conversaciones familiares y les pidan su opinión, esto los hace sentir importantes, queridos y tomados en cuenta.

Tus hijos son como pequeños pedazos de arcilla virgen, con la que puedes moldear figuras maravillosas. Hazlo con amor, respeto y responsabilidad. ¡Niños fuimos todos... y que no se nos olvide nunca!

Jackie :D y Andrea :D

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