viernes, 30 de enero de 2009

Lo cierto y lo falso

Aunque la ciencia se empeña en descalificar las propiedades estimulantes
-del apetito sexual, se entiende-, de los alimentos, los seres humanos siguen creyendo en los repotenciadores efectos de muchos de ellos. ¿Quién tiene
la razón? He aquí una aproximación al tema.

Se le da el nombre de afrodisíaco a cualquier sustancia que, en teoría, aumenta el apetito sexual del ser humano. Como es fácil inferir, la palabra hace referencia a Afrodita, la diosa griega del amor, que surgió de la espuma del mar cuando Cronos mató y castró a su padre, y arrojó sus genitales al océano -¿recuerda esa escena maravillosa en Las aventuras del Barón Munchausen, con Uma Thurman más diosa que nunca?-. Pues bien, vistas así las cosas, el término podría aplicársele a todo lo que estimule -en el plano sexual-, a algún sentido, ya sea éste la vista, el olfato, el tacto, el oído... o el gusto. Los más populares, curiosamente, han sido los relacionados con este último sentido, pues nunca han faltado alimentos, bebidas o preparados medicinales a los que se les atribuyan estas extraordinarias propiedades. Así, ya en el Kama Sutra -no faltaba más-, se indica, por ejemplo, que la leche y la miel ayudan a incrementar el vigor sexual del hombre... función que también cumpliría el ginseng, según creencias muy antiguas, o los huesos del tigre o el pene de la foca... la lista podría extenderse de manera sorprendente, pero lo importante es destacar que no ha quedado del todo demostrada la efectividad sexual de ninguno de estos alimentos. Algunos tienen un fundamento científico, pero la mayoría actúa -así lo ha demostrado la experiencia-, por el impulso que da la imaginación. De hecho, cada cultura y cada persona reacciona ante ellos de una manera determinada y quizás diferente.

No es difícil hallarle el porqué a la relación que desde siempre se ha establecido entre el acto del comer y el de la satisfacción sexual... la exuberancia en lo que a las comidas se refiere no dista mucho de lo que concierne a esos otros placeres. Comer, chupar, morder... ¿de cuál acto se está hablando? En la mesa, algunos afrodisíacos funcionan por analogía, como las ostras -que remiten al órgano sexual femenino-, o los espárragos -al masculino-. Otros, por asociación, quizás porque traen a la memoria algún elemento erótico; unos más, por sugestión, ya que no son pocos los que creen que al comer el órgano sexual de otro animal adquirirán su fuerza. Curiosamente, la mayoría de los alimentos afrodisíacos está asociada con los frutos del mar -tal vez por la relación con Afrodita, símbolo de lo sensual, erótico y placentero-. Lo cierto es que a la hora de una sugestiva cena, tan importantes como los propios alimentos son otros elementos que juegan un papel preponderante en eso de servir de estímulo a la manifestación de la sensualidad: media luz, velas encendidas, el olor a esencias, los diferentes perfumes, hasta la disposición corporal... todo servido para el placer, que, como muchos saben, tiene mucho que ver con lo que pasa en cada cabeza, que es un mundo...

Un poco de historia
Ya en las más antiguas escrituras de la humanidad se hace referencia al efecto estimulante de ciertos alimentos sobre el apetito sexual, y es que desde el comienzo de la historia el hombre ha buscado alimentos para cocinar para su pareja y así seducirla. En todas las culturas, y en todas las épocas, encontrar el máximo placer ha sido uno de los objetivos humanos. Como ya se ha dicho en este trabajo, en el Kama Sutra, por ejemplo, el tratado más antiguo sobre el arte de amar, se hace referencia a la leche y a la miel como alimentos que incrementan el temple viril, pero no es el único caso. En muchos textos árabes se destaca el valor de los perfumes, de las fragancias y de los cosméticos para multiplicar el placer sexual, como sucede en El jardín perfumado, donde el autor hace especial referencia a los efectos estimulantes de las especies picantes sobre los órganos sexuales. Los chinos, por su parte, usaban remedios hechos de hierbas -como la raíz de ginseng-, para potenciar la longevidad y el vigor sexual. Occidente no se quedaba atrás. Ya en la época de los sajones se creía que plantas con apariencia fálica, como zanahorias y espárragos, eran afrodisíacas. Más tarde, con el descubrimiento del Nuevo Mundo, se pensaba que todo alimento novedoso proveniente de estas lejanas tierras tenía poderes especiales que despertaban el apetito sexual. Ya con la llegada del Renacimiento, empieza a predominar el conocimiento científico que, a la larga, la daría el verdadero lugar a tanta ¿infundada? creencia. Porque si algo ha aclarado la ciencia -la bioquímica y la farmacología-, es que muchas de las propiedades que se le atribuían a estos alimentos, no tenían mayor asidero... y, por el contrario, cualquier efecto beneficioso podría atribuírsele al extraordinario poder de la mente, a fin de cuentas, el gran órgano sexual del ser humano.

El cuerpo como gran afrodisíaco
Así, se llega a una verdad que, no por obvia, deja de ser interesante. Y es que los científicos han encontrado en el cuerpo humano feromonas -sustancias que producen los olores que atraen al sexo opuesto-, en las axilas y en la zona anogenital. Estos aromas sexuales -que impregnan hasta las prendas íntimas-, son poderosos afrodisíacos, ya que predisponen al sexo en mucha mayor medida que cualquier alimento. El olor a transpiración, el aroma de los genitales y determinadas sustancias que emanan del cuerpo constituyen, pues, un universo excitante para explorar -¿quién no lo ha hecho?-. Lo curioso es que, para el mundo científico, no hay nada mejor para mantener la libido en alto, que comer bien y ejercitarse. Los mejores afrodisíacos, pues, resultan ser la salud, el ejercicio y la ausencia de estrés. Y es que quienes tienen mejor funcionamiento cardíaco gozan de una mejor vida sexual. Cuestión de circulación. Tan sencillo como eso.
Se han considerado
como alimentos afrodisíacos
Ajo
Investigaciones actuales han demostrado que reduce la tensión arterial y el nivel de grasa en la sangre. Tomado a diario es excelente ayuda para mantener la vitalidad y la salud, ingredientes indispensables para obtener perfecto rendimiento sexual.
Almejas
Los estadounidenses confían ciegamente en las propiedades afrodisíacas de estos moluscos.
Arenque
Pez parecido a la sardina, es, según los irlandeses, un potente afrodisíaco. También tiene efectos reconstituyentes.
Azafrán
Desde tiempos remotos fue utilizado como afrodisíaco por asirios, griegos, fenicios y árabes. Decían que estimulaba el útero y la circulación sanguínea.
Boquerones
Para los griegos, despiertan el apetito sexual.
Caballa
La caballa ahumada en canapés es un potente afrodisíaco por su rápido efecto. Eso dicen.
Carpa
Aseguran que cuando se cocina este pez al estilo cantonés, se convierte en poderoso afrodisíaco.
Espárragos
Aportan aminoácidos y minerales -principalmente potasio, calcio y fósforo-, imprescindibles para mantener un alto nivel energético.
Jengibre
Estimula la circulación.
Melocotón
Siempre ha estado asociado al deseo y a los instintos carnales.
Miel
Al estar predigerida por las abejas, la miel es rápidamente absorbida por el flujo
sanguíneo y sus efectos se sienten inmediatamente.
Ostras
Alimento afrodisíaco por excelencia. Sus poderes se notan más si se comen crudas, dicen los beneficiarios de sus bondades.
Tiburón
Tanto su carne como sus aletas gozan de gran prestigio en lo que a poderes estimulantes del deseo sexual se refiere.
Vieiras
Es otro de los más importantes afrodisíacos. Le sigue a la ostra.

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