sábado, 26 de febrero de 2011

Mi hijo creció y no me gustan sus amigos

Cuando son pequeñitos no resulta tan fácil criarlos, nos sentimos muy demandados y, a veces, nos agotan. Pero en el fondo sabemos que las cosas más o menos están bajo control. Podemos llevarlos con nosotros adonde vayamos, aunque a medida que van creciendo ellos también reclaman o imponen sus preferencias.


Pero luego crecen demasiado y de pronto un día nos damos cuenta de que ya no tenemos el control absoluto de la situación. Los chicos comienzan a elegir a dónde ir y con quién estar. Salen a un mundo mucho más amplio que el que tenían bajo la mirada de sus padres.


La adolescencia es una etapa en la que los jóvenes deben independizarse y por lo tanto despegarse de sus progenitores. ¿Quién soy?, ¿cuál va a ser mi proyecto de vida, ¿a dónde quiero ir?, son los nuevos temas que rondan en sus cabezas en esa etapa de la vida. Eso a lo que comúnmente llamamos rebeldía es nada más y nada menos que una búsqueda de su personalidad. Sus salidas ya no se limitan al círculo de los familiares o de los amigos de la familia. Y muchas veces terminan rodeándose de chicas y chicos que a los padres no nos convencen del todo. “¿Para eso me esforcé tanto criándolo?”, se lamentan los adultos a menudo.


Y ahí comienzan las peleas, los tirones y el caos típico de las familias con adolescentes. ¿Qué podemos hacer cuando no nos gustan los amigos de nuestros hijos?


“Hay que diferenciar bien dos situaciones”, explica la psicóloga clínica Gloria Birencwajg. “Porque cuando los padres pierden la dependencia y el control de los chicos aparecen los temores. Un escenario es que simplemente no nos caen bien esas personas”, aclara Birencwajg. “Y otro muy diferente es cuando nos damos cuenta de que con esa compañía nuestros hijos están en una verdadera situación de riesgo”. Y agrega que en el caso de que el entorno sea realmente peligroso, los padres deben intervenir con una puesta de límites eficaz; y si aún así sienten que se les va de las manos el problema lo mejor es pedir ayuda a profesionales.


Muchas otras veces son los chicos quienes terminan dando una lección a sus padres, por ejemplo, con temas que los adultos han vivido de una manera conflictiva o como un tabú y son los jóvenes quienes los traen nuevamente a la familia para que puedan ser procesados.


La psicóloga cuenta que un caso típico es el de los hijos adoptivos adolescentes: muchas veces se reúnen con personas de un nivel social muy distinto al de su familia. En la búsqueda aparece el tema de la adopción.


Comunicados y acompañados


“Es imprescindible que haya un nivel de comunicación entre padres e hijos. Aunque no resulta nada fácil, debido a que en esta etapa los chicos quieren sacarse de encima a sus progenitores”, explica Birencwajg.


Según la psicóloga, es muy importante la forma en que se organiza la vida familiar, por ejemplo, reunirse una vez por día para compartir una cena o fijarse cómo será el fin de semana. Los chicos no tienen que ausentarse completamente durante esos dos días. “Es fundamental acompañarlos, no vigilarlos. Porque si ellos sienten que los controlan seguramente van a poner distancia inmediatamente”.


Conocer a los amigos puede ser un buen canal para enterarse de posibles peligros. “En los casos de las chicas que padecen anorexia o bulimia, muchas veces las que alertan a los adultos sobre el problema son las propias amigas”, dice la psicóloga.


Una manera de acercarse, por ejemplo, es que los chicos puedan reunirse en su casa con ellos. Así, los padres pueden conocer su círculo de amigos de cerca. Eso sí, es importante no entrometerse, sino respetar sus espacios.


Darles confianza también es otro punto básico, porque ellos mismos deben aprender a cuidarse. Cuando queremos imponer el control con normas cerradas y no los escuchamos es cuando comienzan las mentiras, los ocultamientos.

“Por eso está en los padres saber promover un clima de comunicación”, explica Gloria Birencwajg. “A veces, un recurso que resulta muy bueno es que ellos cuenten sus historias, para que los chicos se identifiquen o en cambio, se diferencien”.


Consejos para tener en cuenta:


-Favorecer la comunicación.


-Tener momentos en el día para poder charlar con ellos.


-Escuchar sus necesidades.


-Brindarles confianza.


-Acompañarlos sin que se sientan vigilados.


-Conocer el círculo de amigos con el que se juntan.


-Contarles cómo eran sus padres a su edad.


-Si los chicos están en una situación de riesgo, poner límites precisos o pedir ayuda a un profesional.

domingo, 13 de febrero de 2011

El que espera, desespera




Cada día me convenzo más de que no podemos esperar que los demás piensen, analicen, resuelvan o interpreten las cosas del mismo modo como lo haríamos nosotros. Es sorprendente ver cómo frente a una misma situación todos los involucrados reaccionamos de forma diferente. Tener esto en cuenta puede hacer una gran diferencia al momento de relacionarnos con otras personas, sobre todo si vamos a realizar algún proyecto juntos.

Tenemos un grupo de amigos trabajando juntos para sacar adelante un negocio muy especial. A pesar de que cada uno de ellos tiene un rol diferente, las expectativas no se cumplen y, muchas veces, la amistad que debería ser una ventaja, hace que unos evadan sus responsabilidades amparados en el nivel de relación, confianza y camaradería que existe entre ellos. Y, por supuesto, han comenzado a surgir, los reclamos, las justificaciones y el malestar…

Como a ellos, puede sucedernos que la expectativa nos impida encontrar la solución para nuestros desacuerdos y diferencias, potenciar todos los elementos positivos que tenemos y, por ende, disfrutar de lo que estamos haciendo juntos. ¿Cuántas veces nos molestamos y discutimos con las personas queridas porque no supieron resolver una situación como lo hubiéramos hecho nosotros o, simplemente, nos desanimamos y nos frustramos, cuando ellos no aprecian y valoran nuestras sugerencias? Estarán ellos en capacidad de comportarse tal y como a nosotros nos gustaría que lo hicieran… No podemos asumir que así será, pues cada uno de nosotros es un individuo único y especial con características, gustos, intereses, criterios y puntos de vista completamente personales.

Si tuviéramos presente esta idea al momento de relacionarnos con los demás, tendríamos menos roces y vacíos, porque estaríamos más dispuestos a aceptarlos como son, con sus limitaciones y cualidades. Estamos a tiempo de revisar nuestras relaciones, en especial las que mantenemos con nuestros seres más queridos, para preguntarnos si realmente les hemos permitido expresar sus ideas, deseos y capacidades sin límite.

Para que las relaciones funcionen y nos sintamos a gusto debemos aprender a exteriorizar nuestros verdaderos pensamientos, sentimientos y necesidades, pues sólo así la otra persona podrá conocernos y darnos aquello que realmente queremos. De lo contrario, nos sucederá que viviremos la relación sólo desde nuestro punto de vista, con falsas expectativas, exigencias y frustraciones. No hagamos juicios o imágenes mentales de la actitud o el comportamiento que suponemos tendrán las demás personas. Hablemos claramente acerca de nuestras ideas, necesidades o expectativas, y así evitaremos los desacuerdos y los conflictos que normalmente mantenemos con ellas.



Estar abiertos para conocer, aceptar y respetar el punto de vista del otro, tomando en cuenta las diferencias personales, nos llevará a ser más tolerantes y comprensivos y, al mismo tiempo, nos permitirá aprender , crecer y enriquecer nuestra vida.










sábado, 12 de febrero de 2011

Los diez puentes más terroríficos

Tienen la función de ayudarnos a cruzar ríos, fosos o acantilados. Sin embargo, hay algunos que no son aptos para aprensivos: sólo cruzarlos se convierte en una aventura en sí misma. Aquí tienes el top diez del terror.

1.Aiguille du Midi Bridge (Francia).
Es casi imposible que no te entre el vértigo. Este impresionante puente está situado en los Alpes franceses, concretamente cerca de la localidad de Chamoix. Para llegar hasta él tienes que coger un teleférico que sube a más de 3.000 metros de altura en veinte minutos. ¿La única ventaja de cruzarlo? Es corto (tiene solo 200 metros), así que puedes salir corriendo si te entra un ataque de pánico.

2. Royal Gorge Bridge (Colorado, EE.UU).
Es el puente colgante más alto del país. Se construyó en el año 1929, pero hasta 1982 no le colocaron unos cimientos para protegerlo del viento. Está a más de 280 metros de altura y situado sobre el río Arkansas.


 Royal Gorge Bridge (Colorado, EE.UU). Foto Hustvedt, Wikimedia Commons

Foto Hustvedt, de Wikimedia Commons.


3. Trift Suspension Bridge (Suiza).
Cruzarlo nos asegura una descarga de adrenalina. Es un puente peatonal que se construyó en 2004 para poder acceder a una cabaña aislada por un glaciar situado en los Alpes suizos. La impresión es brutal, sobre todo hasta 2009, año en el que tuvieron el detalle de colocar un pasamanos. El puente está a 99 metros de altura.


4. Carrick-a-Rede Rope Bridge (Irlanda del Norte).
Lo primero: nadie se ha caído nunca por este puente. Sin embargo, muchos turistas deciden regresar a su destino en barco antes que volver a cruzar esta pasarela. La plataforma fue construida por unos pescadores que querían acceder a una pequeña isla para la pesca del salmón. Al principio, el puente era una simple tabla colgante, pero ante la curiosidad de los turistas las autoridades decidieron sustituirla por una construcción más estable y con dos pasamanos. Tiene 30 metros de altura.

 Carrick-a-Rede_Rope_Bridge. Foto Van Helsing Wikimedia Commons

Foto Van Helsing Wikimedia Commons. Wikimedia Commons.


5. Capilano Suspension Bridge (Canadá).
Originalmente construido en 1889, este puente colgante de tablones de cedro es muy estrecho e inestable. Eso sí, las vistas son impresionantes: la plataforma recorre un río en mitad de un bosque cerca de Vancouver. Si no eres miedica, espera hasta la próxima primavera: los visitantes podrán acceder al puente a través de una serie de pasarelas suspendidas que se unirán a un precipicio. Está a 70 metros de altura.

   Foto Leonardo G., Wikimedia Commons

Foto Leonardo G, Wikimedia Commons.


6. Mackinac Bridge (Michigan, Estados Unidos).
Muchos lugareños se ponen tan nerviosos que son incapaces de cruzarlo. Por eso, las autoridades de Michigan, en Estados Unidos, han puesto en marcha un servicio de conductores que te llevan el coche hasta el otro lado del puente. Qué detallazo.

   Foto Dehk, Wikimedia Commons


Foto Dehk, Wikimedia Commons.


7. Puente de Ojuela (México).
Esta plataforma conduce a un pueblo fantasma, deshabitado por la extinción de su mina. Afortunadamente, ahora los cables de acero recubren este puente, pero cuando el ingeniero alemán Santiago Minhguin lo construyó sólo utilizó madera. Se sitúa a 100 metros de altura.

   Foto de Peter Burger, Wikimedia Commons


Foto Peter Burger, Wikimedia Commons.

8. Chesapeake Bay Bridge (Maryland, Estados Unidos).
Con más 180 metros de altura, conecta la costa este y oeste de Maryland. Cruzar esta pasarela no es sencillo: las tormentas son muy frecuentes y la visibilidad es prácticamente nula. A veces los coches se tienen que parar en la mitad de la plataforma -de cinco kilómetros- y esperar que paren las lluvias.


   Foto Ben Schumin, Wikimedia Commons


Foto Ben Schumin, Wikimedia Commons.


9. Monkey Bridges (Vietnam).
Se llama el puente de los monos porque tendrás que encorvarte como ellos si quieres cruzarlo. Están hechos de bambú y podrás encontrártelos si visitas el Delta del río Mekong.


10. Hussaini Hanging Bridge (Pakistán).
Este puente sólo es apto para los más aventureros. No tiene ninguna estabilidad y recorre el río Hunza, famoso por sus fuertes corrientes. Para más inri, mientras uno lo cruza, se encontrará con los restos del puente anterior: maderas rotas, cables colgando….En 2010 se inundó, pero ya lo están levantando de nuevo.




Las peores ciudades para vivir

El diario electrónico The Huffington Post publicó recientemente un listado con los lugares más contaminados del planeta. En la lista figuraba Linfen, dentro del llamado cinturón del carbón chino, donde respirar un solo día equivale a fumarse tres cajetillas de tabaco. Existen ciudades así, ¿quieres saber cuáles son?


En estas ciudades, cuando alguien tiende su ropa suele recogerla más sucia de lo que la dejó. Tampoco se libra de la suciedad Estados Unidos, con zonas muy deterioradas, como Los Ángeles o el área metropolitana de Phoenix. En Europa, la estrella es la ciudad más grande del continente. El informe del parlamento británico explica que en Londres se producen 50,000 muertes prematuras cada año a causa de la contaminación.

Londres
Londres, Inglaterra/Getty Images.

Desastre petrolero

Otro pozo de basura es el Delta del Níger, en Nigeria, región donde tradicionalmente campan a sus anchas grandes emporios multinacionales como Shell o British Petroleum. Se calcula que en sus aguas se han derramado unos trece millones de barriles de crudo en el último medio siglo.

Delta del Níger
Delta del Níger, Nigeria/AP.

En Indonesia, Citarium tiene el río más contaminado del mundo, del que además beben sus habitantes. La Oroya, en Perú, padece los vertidos de la fábrica Doe Ron, que vomita cientos de miles de kilos de dióxido de azufre, plomo y arsénico en el medio ambiente.

La Oroya
La Oroya, Perú/AP.

Más mortalidad que natalidad

Rusia es otro de los puntos con mayores desastres ecológicos. Dzerzhinsk fue durante la Guerra Fría una población fabricante de armas químicas, cuya eficacia machacó a sus habitantes mucho más que al enemigo. Se calcula que hay 300,000 personas afectadas. Actualmente la tasa de mortalidad municipal supera a la de natalidad. ¿Quién va a desear tener descendencia en semejantes condiciones?

Dzerzhinsk
Dzerzhinsk/AP.

Combustión espontánea

En todo caso, y fuera de la lista, la bitácora divulgativa Tardecilla, ha descrito Norilsk como "la peor ciudad del mundo para vivir". Se trata de otra urbe rusa, con 230,000 habitantes, situada en el centro de la temida Siberia. Entre sus numerosas desventajas destaca que la esperanza de vida se limita a 44 años.

Norilsk
Norilsk, Siberia/Getty Images.

La ecología es tan atroz que los árboles pueden arder espontáneamente a partir de productos químicos industriales contenidos en el suelo. El único dato positivo es que no hay personas sin techo, ya que nadie podría sobrevivir en la calle a temperaturas extremas de 56 grados bajo cero. Por otro lado, perder el autobús en una mañana fría puede costarte la vida.
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