sábado, 3 de enero de 2009

El sendero interior

Hoy, voy a abrir un pequeño espacio para compartir contigo algunas reflexiones sobre lo trascendente y lo importante en la vida. Confio en que mis palabras serán el reflejo o más bien el eco de algunos de tus más silenciosos pensamientos.

El sendero interior será el que te lleve a establecer contacto con la presencia de la Divinidad dentro y fuera de ti.

Si bien son varias las puertas a través de las cuales puedes ingresar al sendero interior, sólo la entrega, la convicción y el compromiso de vivir en coherencia con tu verdad te permitirán transformar tu vida en lo personal y mejorar un poco la condición de la vida de los demás a través de tu ejemplo y servicio. Ser espiritual significa ser auténtico, implica actuar en tu vida cotidiana en concordancia con tus creencias y valores. No es suficiente memorizar el conocimiento para decirles a otros cómo deben vivir sus vidas... tenemos que ser practicantes en lo personal. Es bueno recordar que más importante que buscar, leer, escuchar o memorizar el conocimiento, es vivirlo y aplicarlo en nuestra vida cotidiana y en la relación que tenemos con los demás. Seguir con respeto y convicción la puesta en practica de tus valores, le dará un sentido trascendente a cada pensamiento, sentimiento, actitud, decisión y actuación en tu vida.

A lo largo de su recorrido, enfrentarás obstáculos, tropiezos, caídas, momentos de duda y tentaciones. Es posible que también experimentes el deseo de abandonar tu esfuerzo, son muchos los momentos en los que sentimos la necesidad de renunciar a nuestros sueños y valores... la clave estará en sostenerte internamente en la fe y en la confianza en ti mismo, haciendo uso de las herramientas que conoces para seguir adelante, aun cuando todo se mueva a tu alrededor. Tú puedes superar cualquier situacion por más difícil que ésta sea. Recuerda que todo pasa y que siempre regresa la calma que nos permite impulsarnos en el fondo, para comenzar de nuevo.

Recorriendo el sendero interior
1- Sé auténtico. Sé tu mismo, deja de imitar a los demás. Vuélvete practicante de las enseñanzas que consideras parte vital de tu verdad. No olvides que más importante que los conceptos... son tus actos. Vive para ti mismo y para Dios, no para que te califiquen o reconozcan los demás.

2- Practica el amor incondicional. Procura en todo momento entregar lo mejor de ti sin esperar gratificación o recompensa alguna, sólo de esta manera podrás saber qué entregas con el corazón en realidad. Será la Divinidad quien te lo devuelva en el momento en que más lo necesites.

3- Sana tus heridas. El dolor, el rencor, el resentimiento, la envidia, la venganza y la mentira hacen que equivoquemos la intención de nuestras actitudes y acciones. Perdona y pide perdón si fuese necesario, hazlo con amor y con limpieza de intención, desde el corazón. Recuerda que a través del perdón nos liberamos a nosotros mismos del pasado negativo.

4- Vive con responsabilidad. No importa en qué lugar te hayan colocado las circunstancias o tus elecciones, este es el mejor lugar para dar lo mejor de ti, con excelencia, calidad y dedicación al mundo. Además, ahí es donde se encuentran las condiciones para tu aprendizaje en este momento, acéptalo y disponte a aprender cualquier lección pendiente.

5- Practica la oración consciente. A través de la oración puedes hacer la conexión con la presencia de la Divinidad en tu interior, para aquietar tus emociones y recuperar la claridad mental, la fortaleza y la fe que te permitan transformar tu vida. Comienza a orar lentamente y con el reconocimiento de cada frase repetida por ti, siente la comunicación que se produce a través de la oración. Comienza toda oración con el agradecimiento por cada pequeño o gran regalo que hayas recibido durante ese día, y al final si tienes alguna petición que hacer, realízala desde el corazón, no olvides dar las gracias como si ya te lo hubiesen concedido.

La tolerancia, la comprensión, la flexibilidad, el compartir, los acuerdos, el respeto, la lealtad, la solidaridad, la entrega, la responsabilidad, la alegría, la confianza, el amor, el desinterés y la limpieza de sentimientos y de intención son el efecto de un trabajo dedicado, silencioso y personal dirigido por un profundo significado de Dios y la conciencia de su presencia en todo ser viviente en el universo.

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