miércoles, 7 de enero de 2009

Lo que las Personas esconden

Cuantas veces detras de una cara sonriente se esconden emociones, sentimientos o pensamientos negativos y tristes que se han guardado a lo largo de toda la vida y que todavía continúan estando ahí... esperando por ser aceptados y liberados por cada uno de nosotros en algún momento.

Tal vez, tú eres una de esas personas activas, fuertes de carácter, que siempre tiene un comentario ligero y positivo para los demás, pero que cuando llegas a casa al final del día estableces contacto con la soledad y te resiente porque te recuerda un pasado no tan grato y las emociones relacionadas con él. Sí, hoy te escribo a ti, para recordarte la importancia que tiene el aprender a liberar todas esas emociones para sanar tu alma, de manera que toda esa fortaleza y entusiasmo que derrochas hacia los demás, puedan también ser tuyos internamente.

En los últimos años he comprendido la importancia de realizar un inventario concienzudo y minucioso de mis verdaderos sentimientos con respecto a las situaciones difíciles que viví en el pasado. Me di cuenta de que, como buen adulto, podía justificarlo todo haciéndome pensar que ya lo había superado, inclusive que ya había terminado con todos esos recuerdos. Pero, también advertí que aunque ya estaba desconectada de todos esos momentos... todavía quedaba dentro de mí un poco de rabia y tristeza al pensar en la injusticia presente dentro de todos esos eventos. Pero, si ya había perdonado... ¿Por qué todavía estaban esas caras o esos nombres ahí? Entonces, decidí que ese era mi momento de sanar, de aligerar el peso del equipaje de mi vida.

Definitivamente más importante que mostrarnos como superhombres, y aparentar que nada de lo que vivimos con cierta dificultad, nos hubiera afectado, es reconocer y aceptar la vida emocional que escondemos por dentro. Tu felicidad depende de ti, de la capacidad y el valor que tengas para hacer cuanto sea necesario para sanar emocionalmente, limpiando tu espacio interior de todas esas emociones ligadas al recuerdo de los peores momentos de tu vida. Sólo así podrás abrirte para reconocer y disfrutar de todos los regalos y las pequeñas bendiciones que la Divinidad te ofrezca.

Cuando te quedas con toda esa emocionalidad reprimida y quitas la atención de ella, olvidando que todavía necesitas liberarla, va afectando tu cuerpo internamente y te conviertes en una olla de presión que, generalmente, estalla con las personas que no se lo merecen.

¿Te sientes tenso y a punto de estallar? Es posible que tu alma te esté pidiendo a gritos hacer un alto en tu camino para reflexionar y tomar la decisión de liberarte de toda esa carga emocional.

Quiero recordarte que tú eres la persona más importante de todas y que te mereces estar sana por dentro y por fuera, independientemente de un pasado del que no eres culpable. Es tiempo de recuperar la plenitud de tu vida, sin prejuicios, sin culpa, sin resentimiento, temores o consideraciones negativas que pudieran ser el producto del pasado. ¡Vamos, decide comenzar a vivir una nueva etapa de tu vida!

Claves para tener en cuenta
Desahógate. Encuentra una persona en quien puedas confiar, un amigo, un familiar o un buen profesional. Anímate a contarle con detalles alguna de esas vivencias que deseas sanar, hazlo desde tu niño porque si lo haces con el adulto, comenzarás a justificarlo todo y bloquearás tus verdaderas emociones. Déjalas salir y no las reprimas.

Acepta y reconoce tu afectación. No es signo de debilidad aceptar que te han herido. Acéptalo y decide superarlo. ¿Cómo? Revive ese momento, siente la emoción que enterraste y luego imagina que la quemas y sale de tu cuerpo para siempre.

Perdona de verdad y olvida. Yo sé que muchas veces has intentado perdonar porque creíste que era lo más conveniente... pero sólo puedes perdonar y soltar los nudos que te mantienen atados al pasado cuando lo haces desde el corazón. Comprender y reconocer sus limitaciones, hará que puedas hasta desearles la felicidad y la paz interior.

Entrégale a la Divinidad la deuda. No sigas cargando el peso del rencor, el miedo o la culpa, el pasado ya pasó y no puedes cambiarlo. Entrégale a tu Dios, esa situación y que él te ayude a manejarla de la mejor manera.

Haz planas como cuando eras pequeño. Busca un cuaderno nuevo y comienza a escribir cada día una página con el recuerdo o la emoción que deseas sanar. Como en las planas de tu época del colegio, llena el resto de la página copiando el encabezado de la misma. Hazlo cuantas veces sea necesario, verás cómo en la medida en que lo hagas, sentirás que van desapareciendo esas emociones para dar paso a la paz.

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