martes, 30 de diciembre de 2008

Disfruta de un sano Juicio

En estos dias estaba haciendo una fila en un supermercado, mientras dos personas delante de mí conversaban animadamente. Lo sorprendente es que hablaban y juzgaban con dureza a una tercera persona que no estaba presente. Escuchándolas pensé: Que fácil es juzgar con ligereza a otra persona, sin habernos colocado en su lugar o sin haberle preguntado directamente acerca del porqué de su decisión o comportamiento en un momento dado.

Muchas veces juzgamos y hacemos críticas sobre el comportamiento y las actitudes de los demás, creyendo que conocemos las razones por las que actúan de esa manera. Pero, ¿realmente sabemos lo que están pensando o sintiendo los demás internamente?

Solemos tener una mala opinión o impresión de alguien, cuando no es afín con nuestras expectativas y preferencias o cuando su comportamiento no concuerda con nuestros valores o prejuicios. Por estas razones nos cuesta tanto respetar y aceptar las diferencias que tenemos con los demás, al momento de establecer una relación con ellos. Además, a ciertas personas les encanta dejarse llevar por su imaginación para juzgar a otros y lo más grave es que se atreven a compartir con los demás sus juicios sin ninguna responsabilidad.

A veces nos cuesta respetar y aceptar a otros, debido a los hábitos que creamos en la infancia para protegernos contra las experiencias dolorosas que no supimos cómo asimilar en ese momento. Pero comprender este mecanismo, puede ayudarnos a ir más allá del juicio para mejorar nuestra relación con los demás.

En la mayoría de los casos juzgamos a otros, en función de las experiencias que tuvimos en el pasado y no por lo que sentimos o interpretamos en el momento presente. Esto quiere decir, que algunas personas se quedan atrapadas en los patrones que de forma automática y prejuiciada, emiten un juicio sin analizar la situación y sin darle muchas veces la oportunidad a la otra persona de dar una explicación.

Todas las situaciones que vivimos emocionalmente y con una cierta intensidad nos marcan y se convierten en la información que usaremos muchas veces de forma automática para interpretar una situación, sin que nos demos cuenta de ello. Por esta razon, a veces fluimos llenos de bondad y simpatía hacia las personas y el mundo, y otras lo hacemos llenos de autocrítica y hostilidad. Aprender el arte de no juzgar nos ayuda a estar en paz con nosotros mismos y con los demás.

Cuando confiamos en los demás y los aceptamos como son sin emitir juicio alguno al dejarnos llevar por la primera impresión, abrimos una puerta para que todo a nuestro alrededor mejore.

Claves para no juzgar
Acepta a los demás como son. Es muy importante recordar que cada uno de nosotros tiene un criterio y un comportamiento diferente, y esto no significa que no podamos relacionarnos con ellos. No podemos esperar que los demás actúen como nosotros queremos que lo hagan.

Encuentra los puntos en común. Cuando en lugar de fijarnos en las diferencias, buscamos las características positivas y afines que tienen los demas, la relación se vuelve más armónica y enriquecedora.

Piensa en lo desagradable que es juzgar. Haz la prueba: piensa en una persona que conoces con alguna característica que no te gusta, mientras lo haces reconoce la sensación en tu cuerpo... ¿Cómo te sientes con respecto a esa persona? Verás que tus sensaciones son negativas. Deja de producirlas.

Recuerda que juzgar nos deja solos. Cuando emitimos juicios sobre otras personas, nos quedamos solos y separados de ellas. Si mantenemos una actitud crítica y negativa llegará el momento en que no podamos encontrar personas afines con quienes compartir la vida.

Concentra la atención en ti mismo. Cuando dejamos de fijarnos en lo que hacen los demás y prestamos más atención a lo que hacemos nosotros, nos volvemos más asertivos, respetuosos y tolerantes con nosotros mismos y con las demás personas.

No te dejes llevar por la primera impresión. Recuerda que muchas veces la primera impresión que tomamos de una persona está afectada por nuestros prejuicios. Es importante darle una segunda oportunidad para que a través de la actividad compartida y el intercambio de ideas, puedas realmente conocer más de una persona. Tal vez descubras que tu primera impresión estaba equivocada.

Aprecia y agradece. Si aprendes a reconocer y apreciar la diversidad de todo lo que te rodea, aun cuando sea diferente de lo que esperas, te enriquecerás como ser humano y en el intento de comprender y disfrutar de las diferencias sin juzgar, desarrollarás la paciencia y la tolerancia necesarias.

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