sábado, 6 de diciembre de 2008

Crisis sobre la crisis

Hace unos dias se le perdio la billetera a una amiga mía. De un momento para otro se quedó sin papeles de identificación, tarjetas de crédito, efectivo, chequera y notas personales... la primera reacción fue de sorpresa y angustia al darse cuenta de la desaparición de su billetera. Más tarde, experimentó el deseo compulsivo de buscar en cada lugar donde estuvo en las ultimas horas con el ánimo de encontrarla simplemente olvidada por descuido. Un rato después, la idea de que una persona la encuentre... y la devuelva. Unas horas más tarde, la tristeza o la rabia, el sentirse culpable de un accidente que a cualquiera le pudiera pasar de la misma manera por más organizado que viva. Al final del día, la resignación que en realidad significa lamentarlo y conservar la esperanza de que aparezca para dejar de sufrir la pérdida. A lo largo del día, contarle a los amigos para escuchar de casi todos ellos: ¿Pero cómo se te ocurrió? Yo nunca salgo a la calle con ella... Eso es para que la próxima vez no te suceda, tienes que estar más atenta... Como si ya mi amiga no sintiera suficiente carga del malestar que le produce la situación y sus consecuencias.
¿Por qué nos cargamos tanto e insistimos en extender nuestro malestar hasta convertirlo en dolor? ¿Por qué en lugar de apoyar a la persona que vive la dificultad, le hacemos presión señalando sus errores como si fuesen obvios, en lugar de comprenderlos y suavizarles el momento restándole importancia a la situación?
Esta historia es el reflejo de muchas situaciones en las que nos encontramos en diferentes momentos de la vida, atrapados a veces por cosas muy pequeñas o sin trascendencia... pero sufriendo el aceptarlas o el dejarlas ir...
En un momento como éste es cuando agradecemos que nuestra pareja o un buen amigo nos diga: No te preocupes, eso le pasa a cualquiera, a mí una vez... ¿De qué manera te puedo ayudar? ¡Ya verás como lo vas a solucionar fácilmente! Ven te invito a tomarte un café o a cenar para que no te sientas tan mal...

Aprendamos a soltar
Expresa tus emociones. Lo más importante cuando has vivido un momento difícil, es expresar libremente tus emociones. No te reprimas actuando como si no pasara nada, pues toda esa emocionalidad se convierte en una energía que te desequilibra. Es natural sentirnos afectados por algunas situaciones, lo equivocado es permanecer sumidos en alguna emoción negativa por mucho tiempo.

Acepta. Una vez que identifiques la situación... acéptala, para que puedas mantener la claridad mental que te permita ver más allá... para encontrar la solución. A partir del momento en que aceptas la situación, bajas el nivel de sufrimiento y te dispones a afrontar o resolver la situación.

Recupera la calma. Respira profundo y botando el aire por la boca, libera parte de la ansiedad que experimentas. Recuerda que todo ocurre por alguna buena razón aunque no puedas verlo en el momento. Evita pensar en todas las consecuencias negativas que traerá esa situación. Serénate y busca el apoyo de una persona cercana para que juntos analicen la situación.

Analiza la situación. Revisa la situación objetivamente. No permitas que tus emociones te hagan exagerar o perder la perspectiva real que tiene la situación que enfrentas.
¿Pregúntate que puedes hacer para resolverla? Y da cada uno de los pasos serenamente.

No te sientas culpable. La mayoría de las veces te desgastas pensando en lo que pudiste hacer para evitarlo, sin darte cuenta que de esa manera te causas más presión. Es sólo un error, a cualquiera le pudo suceder... Ya no importa el pasado, discúlpate y proponte hacer cuanto sea necesario para resolverlo.

Busca la solución. Deja de pensar en el problema y concéntrate en darle solución. Algunas veces la solución no está en tus manos, de manera que lo único que puedes hacer es aceptar y disponerte a asumir las consecuencias para aprender de ellas. Pero la mayoría de las veces, puedes darle solución, incluso evitar que te vuelva a suceder. ¡Vamos, pon buena cara y piensa que algo negativo se llevó de tu vida y que algo bueno está por llegar a ti.

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