martes, 2 de diciembre de 2008

Buenos consejos

Buenos consejos

Pescado contra el Alzheimer
Comer pescado reduce la posibilidad de sufrir Alzheimer. Lo dicen en la revista Archives of Neurology, publicación que da a conocer los resultados de uno de los trabajos que forman parte del Chicago Health and Aging Project, un ambicioso estudio que fue llevado a cabo entre 815 pacientes (todos con edades comprendidas entre los 65 y 94 años) para determinar los riesgos de sufrir este tipo de demencia. Según aseguraron los científicos -quienes indagaron acerca de estilos de vida, antecedentes familiares y hábitos dietéticos-, a los cuatro años de iniciada la investigación se vio que 131 personas desarrollaron la enfermedad (ninguna la presentaba al principio), justamente quienes menos consumían pescado. Llevadas a cifras sus observaciones, pudieron determinar que el riesgo de los que comían este alimento (por lo menos una vez a la semana) era 60% menor que el de quienes no lo ingerían nunca o lo hacían esporádicamente. Los autores señalan que son las grasas poliinsaturadas de cadena larga (del grupo Omega 3) las responsables del efecto neuroprotector. Este hallazgo es tan importante que ya se habla de imponer una ración de pescado a la semana en las guías alimentarias, ya que basta con esa pequeña cantidad para protegerse frente al Alzheimer. Sin duda, un consejo seguro y barato.

Y vino también...
No sólo pescado es bueno cuando se habla de prevenir la demencia tipo Alzheimer. Una copita de vino no cae nada mal (ni que lo digan), según afirman en la revista Neurology reconocidos científicos. Thomas Truelsen, del Instituto de Medicina Preventiva de Copenhague, sugiere que este buen efecto puede deberse a la presencia de los flavonoides, sustancias que se han ganado respeto por su acción antioxidante. Lo cierto es que después de haber estudiado, desde 1970, a 1.709 ciudadanos daneses, encontraron que quienes bebieron vino semanal o mensualmente tenían hasta la mitad de posibilidades de desarrollar la enfermedad. Las malas noticias son para los bebedores de cerveza: beber una al mes duplica el riesgo en comparación con quienes nunca o casi nunca lo hacen. El trabajo, sin embargo, tiene un punto débil, y es que no se estudiaron los hábitos alimentarios, lo que quiere decir que, quizás, los malos resultados obtenidos entre quienes prefieren la cerveza se deban más a las dietas por ellos seguidas, que suelen ser muy diferentes a las de quienes prefieren el vino.

Cápsulas de salud
"La investigación apoya, aunque no de forma concluyente, que consumir 42 gramos diarios (aproximadamente un puñado) de nueces como parte de una dieta baja en grasas saturadas y colesterol puede reducir el riesgo de enfermedad cardíaca". Así reza el sello de garantía sanitaria que desde hace unos días aparece en los paquetes de nueces que se venden en Estados Unidos, pues la FDA ( ) les ha dado la autorización, la primera de este tipo que, en la historia, se otorga a un producto comestible. La buena advertencia podrán llevarla también otros frutos secos como las almendras, los pistachos y las avellanas. Por todos son conocidas las buenas propiedades de las nueces y es que estas "cápsulas de salud", como algunos las han llamado, tienen un alto contenido de ácidos grasos insaturados Omega 3 y Omega 6, y de vitaminas y minerales. Además, no hay producto de origen vegetal (y de consumo frecuente) que contenga mayor cantidad de antioxidantes.


Vegetales contra el colesterol malo
Mucho se ha hablado de los beneficios de seguir un régimen en el que las carnes de todo tipo no se ven ni de lejos. Pues bien, en The Journal of the American Medical Association publicaron, a finales de julio, los resultados de una investigación donde queda claro que quien siga una dieta estrictamente vegetariana (léase bien: ESTRICTAMENTE) verá reducir la presencia del colesterol malo en su sangre (el temido LDL) alrededor de 30%, una disminución similar a la que se obtiene con los medicamentos que se recetan para estos casos como la lovastatina. Este dato es particularmente útil para quienes tienen elevado el nivel de este tipo de colesterol (un factor de riesgo cardiovascular), pero no toleran las estatinas. La dieta en cuestión debe incluir productos bajos en grasas saturadas, gran contenido de fibra, frutos secos y proteínas de soja.

Mejor que los suplementos...
...es consumir el máximo de vegetales y frutas, pues los antioxidantes que estos últimos contienen actúan en combinación unos con otros aumentando el beneficio para el cuerpo. En otras palabras, lo que potencia los efectos saludables de los componentes de este tipo de alimentos es la relación sinérgica que se produce entre ellos. Así que no es lo mismo tomar alguna vitamina (esta actúa de forma aislada) que obtenerla de las fuentes naturales. Los estudios realizados por Michael Aviram del Instituto Technion de Israel, demuestran que una combinación con mucha sinergia es la conformada por cebollas, tomates, ajo, romero, uvas y granadas. ¡A probarla!

Datos preocupantes
Pero no definitivos, son los que se han obtenido en las primeras investigaciones realizadas con los ácidos linoleicos conjugados (ALC). Al parecer, estos nutrientes -abundantes en la grasa de la leche, los productos lácteos y la carne de animales rumiantes-, tienen efectos positivos en la protección contra ciertos tipos de cáncer y trastornos cardíacos. El problema es que una de las actuales recomendaciones alimentarias es comer menos grasa animal, por lo que algunos investigadores se están preguntando qué consecuencias traería para el organismo disponer de pocas cantidades de ALC. La mayoría de los trabajos que se han llevado a cabo hasta los momentos han sido realizados en animales. Un estudio que sí ha incluido tejidos humanos ha revelado, por ejemplo, que existe una relación entre un bajo riesgo de padecer cáncer de mama, un consumo elevado de ALC y queso, y niveles altos de ALC en la sangre. Todavía falta mucha investigación para obtener conclusiones definitivas, pero los primeros resultados son reconfortantes (y se tendría que mirar a la leche entera de otra manera). Los ALC se encuentran en mayor concentración en la leche y la carne de las vacas que se alimentan pastando y que tienen en su dieta aceites de soja y girasol.

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