martes, 25 de noviembre de 2008

Relajación profunda

La mayoría de los individuos está tan acostumbrado a que su cuerpo viva en tensión, que no logra reconocer fácilmente o ignora lo que significa estar completamente relajado. Hay personas que no pueden permanecer sentadas sin dejar de balancear, por ejemplo, una de las piernas. Otros juegan con sus dedos o con algún objeto. Fruncir el ceño, morderse los labios, o jugar con el cabello son formas de cómo el cuerpo expresa sus estados de ansiedad. Incluso, estando sentado, en aparente calma, el cuerpo puede estar contraído.
Estos gestos, en apariencia inofensivos, y que pueden pasar como característicos de cada quien, no son más que un llamado de atención sobre el estado en que se encuentra la psiquis. La vida cotidiana proporciona un sinnúmero de situaciones que contribuyen a que se manifieste toda suerte de alteraciones nerviosas que terminan reflejándose perjudicialmente en el funcionamiento de los órganos. Las preocupaciones laborales o familiares, las responsabilidades hogareñas, así como la imposibilidad de poder "controlarlo todo" van afectando la salud mental del individuo lo cual termina perjudicando, como ya se dijo, las funciones normales del organismo.
Frente a esta situación se han puesto en boga muchos métodos naturales que ayudan al hombre moderno a sobrellevar sus también modernos problemas. Técnicas como el yoga o la meditación, están siendo cada vez más utilizadas para vivir mejor. La relajación se inserta dentro de estos métodos y su principal objetivo es lograr controlar el cuerpo. Permitir que, en estado de vigilia, se repose física y mentalmente.
Un estado parcial de relajación es aquel que se experimenta en una entretenida charla entre amigos, cuando se lee tranquilamente un libro frente al mar o incluso haciendo una caminata. En estos casos, es posible (no siempre) que los músculos estén libres de contracciones. Si una persona alcanza vivir el día a día sin tensarse, logrará un ahorro importante de energía nerviosa y física, lo que a su vez redundará en su autocontrol, y en la obtención de una mejor disposición para desarrollar las rutinas. Sin embargo, es la relajación profunda la que resulta verdaderamente efectiva y con la cual se puede conseguir la relajación parcial antes mencionada. Como su nombre lo indica, implica alcanzar un descanso óptimo que permita evitar la fatiga crónica que a veces se experimenta inexplicablemente. Más en detalle, la relajación profunda garantiza la obtención de los siguientes beneficios:
l Evita las contracturas musculares (cuando el músculo se contrae involuntariamente).
l Normaliza la circulación debido a que la disminución de la tensión muscular redunda en el óptimo funcionamiento de los vasos sanguíneos, lo cual permite que el corazón realice mejor su trabajo de bombear sangre al organismo. Más concretamente, evita y controla la hipertensión.
l La respiración encuentra un cauce menos forzoso gracias a que los pulmones pueden cumplir su función sin que los músculos se lo impidan.
l Mejora y normaliza el proceso digestivo.
l Favorece el sueño, ahuyentando el insomnio y logrando que estas importantes horas de descanso se cumplan sin interrupciones.
l Disminuye los estados de ira debido a que, paulatinamente, el organismo se va descargando de presiones acumuladas. En este mismo sentido, tanto el cuerpo como la psiquis se van adaptando a una condición más armónica.
l Contribuye a mantener la mente despierta, abriéndole el camino a la creatividad y al desarrollo de las ideas.
Pese a que los beneficios no son pocos, el común de la gente manifiesta cierta resistencia a iniciar los ejercicios de relajación, con el argumento de que resulta muy difícil encontrar un momento para intentar dejar de pensar y abstraerse de los problemas. Sin embargo, palabras más, palabras menos, todos los especialistas coinciden en que la resistencia al cambio casi nunca es buena consejera, y siempre está latente en el proceso de aprendizaje. Permanentemente reiteran que lo mejor es abrirse a la posibilidad de dejarse ayudar con mecanismos que pueden ofrecer un camino para vivir mejor.
No obstante, la relajación no debe entenderse como una panacea que ofrece la solución a todos los problemas. Se trata más bien de una técnica que se recomienda incorporarla armónicamente entre las actividades diarias como las sanas prácticas de hacer ejercicio, dormir o comer.
Téngalo en cuenta
En Europa está muy difundida la técnica del médico Johan Schultz, la cual es pionera en ese continente. El procedimiento ha dado pie a numerosos estudios de tipo psicológico y fisiológico que a la postre han demostrado que ciertamente el organismo cambia favorablemente cuando experimenta un estado de distensión. La práctica se ha denominado autosugestión.
Por su parte, el médico estadounidense Edmond Jacobson también trabajó en esta área, centrando su atención en el sistema neuromuscular, y en los movimientos involuntarios; es decir, aquellos que se efectúan sin que participe la voluntad de la persona (como por ejemplo aquellos que se producen antes de dormir). El autor del libro Relajación Profunda (1938) afirma que la ansiedad deviene en acciones que implican tensión muscular; de manera que su teoría se basó en demostrar que se puede aliviar la ansiedad, aplicando sobre los músculos ejercicios de relajación. Emile Coué también se interesó en el tema, al igual que el doctor David H. Finks, quien acuñó la expresión "hablemos con nuestro cuerpo".


Aprender a controlar la tensión muscular del cuerpo hasta lograr un equilibro de la mente y de las emociones es el principal objetivo de la técnica denominada relajación profunda.

Relájese
Existen varios métodos de relajación, sin embargo, acá le suministramos uno de los más sencillos y efectivos:
En primer lugar debe ubicar un lugar en su casa para realizar su ejercicio de relajación. La postura ideal es acostada, pero se puede realizar en una butaca cómoda donde la espalda esté bien apoyada. La posición adoptada no debe tensionar ninguno de los músculos. La habitación debe ser tranquila, sin estímulos externos que impidan o alteren la dinámica, por eso la luz debe ser tenue. El atuendo a utilizar debe ser cómodo, preferiblemente holgado.
Cierre los ojos. Trate de concentrarse en su respiración. Tome conciencia de ella y afirme mentalmente: "Estoy respirando de manera totalmente tranquila".
El ejercicio se inicia con el brazo derecho, en caso de ser zurdo elija el izquierdo. Seguidamente exprese: "Mi brazo derecho está pesado y muy caliente, muy pesado y muy caliente". Una vez que sienta en su brazo las sensaciones manifestadas, inicie el proceso con el brazo izquierdo.
Continúe el ejercicio en el resto del cuerpo y en el siguiente orden: Piernas, tórax, bajo vientre, hombros, cuello, rostro, boca, ojos y frente. En esta última zona de la cara haga la afirmación adicional: "Mi frente está agradable y fresca".
No se preocupe si en los primeros intentos se distrae y no logra apartar los pensamientos que llegan a su mente. Insista nuevamente (no más de tres minutos) y recuerde que es un ejercicio que necesita práctica para alcanzar el objetivo. Quedarse dormido es un buen signo.
Para despertar inicie movimientos enérgicos de algunas de las extremidades. Abra los ojos y respire con fuerza hasta sentir que ya salió del estado de relajación profunda.

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