viernes, 21 de noviembre de 2008

Como islas...

Es sorprendente el individualismo que se ha apoderado de nuestras ciudades. Cada día es más difícil salir a la calle, dispuestos a dar lo mejor de nosotros. Pareciera que vivimos un momento donde el más fuerte, el más agresivo, el más vivo... tiene la posibilidad de conseguir lo que quiere, como siempre a costa del esfuerzo, la buena disposición y hasta de la nobleza y los buenos sentimientos de los demás...
Esta mañana salí como siempre a llevar a mi hija al colegio. Organizadamente hacemos una fila del lado derecho para avanzar con el control de la velocidad hacia el lugar donde podemos bajar a nuestros niños del carro. De pronto entre un carro y otro se metió uno que no había hecho fila y detuvo el movimiento fluido de la acostumbrada cola. Hace un par de días, un amigo preocupado nos contaba que le habían hecho una trampa en un negocio para quedarse con el dinero que había puesto, pero lo sorprendente fue que los socios eran sus amigos... Imagino que tendrás un par de historias que recordarás en este momento.
Son muchas las situaciones injustas que vivimos a causa del egoísmo o la inconsciencia de otros. ¿Cuántas veces te dejaron sin comida en casa porque "alguien" se comió tu porción? ¿Cuántas veces has hecho fila formalmente a pesar de tu prisa para descubrir más tarde que otro llegó primero que tú sin haberla hecho? ¿Cuántas veces te esforzaste haciendo un trabajo, para que al día siguiente viniera un compañero de tu equipo y se robara el crédito de tu esfuerzo? El nivel de agresividad en las calles es muy alto; cuando un chofer nota que vas a entrar en la vía, aun cuando él venga muy lejos, acelera y si no te quitas te empuja...
A todo nivel parece flotar en el ambiente un aire de competencia destructiva por la sobrevivencia... Te invito a reflexionar un poco, ¿Serás parte de ese grupo de personas desesperadas, que salen a la calle cada día a conseguir lo que quieren ignorando a los demás, sin darte cuenta? La amabilidad en estos días asusta, la bondad es tomada como debilidad, el desinterés y la responsabilidad para muchas personas no paga. ¿ Hasta dónde vamos a permitir que llegue esto?
Nos hemos vuelto como islas, desconectadas del todo, sin entender que de esta manera tenemos menos posibilidades de salir adelante en la consecución de nuestros logros personales y de los colectivos.

Recuerda que la vida es un territorio compartido. La próxima vez que experimentes el deseo de aventajar a alguien injustamente, detente y reflexiona acerca de las consecuencias de lo que vas a hacer. Recuerda que la vida nos devuelve todo lo que hacemos, y más adelante alguien nos lo hará a nosotros.

Colócate en el lugar del otro. De vez en cuando practica colocarte en la posición de la otra persona para poder percibir su punto de vista y considerarlo al momento de tomar una acción. Deja de esperar que las personas se comporten como te gustaría. Evita juzgar o hacer comentarios sobre otros a la ligera.

Haz valer tus derechos. Es importante que muestres a otros cuáles son tus límites, hasta dónde y hasta cuándo, al momento de sentirte agredido o ignorado por ellos. A veces por miedo al enfrentamiento y amparado en una actitud pacífica, permites que otros te maltraten una y otra vez. Recuerda: no es necesaria la violencia ni la fuerza para exponer nuestros límites y puntos de vista.

Muéstrate servicial y solidario. Cuando alguna persona requiera de tu ayuda, muéstrate siempre dispuesto a colaborar, hazlo de buena manera y con toda la disposición. Nunca sabemos en qué momento necesitaremos nosotros la ayuda o el apoyo de otra persona. Recuerda que la vida se encarga de devolvernos lo que damos a otros en el momento en que más lo necesitamos. Ningún esfuerzo positivo se pierde.

Sé amable. Procura, dentro de lo posible, saludar, atender a las personas con amabilidad y con una sonrisa, ceder el paso cuando sea conveniente, respetar los acuerdos y no querer aprovecharte de los demás. Piensa siempre antes de actuar: si lo que vas a hacer te gustaría que te lo hicieran a ti.

Vuélvete respetuoso. Piensa en el respeto como en una calle de doble vía. Pide o espera de otros aquello que estás dispuesto a dar. Muchas veces vemos la vida como a través de un embudo, la parte ancha es para nosotros y la angosta para otros. Enseña a tus hijos con el ejemplo, a comportarse respetuosos de los derechos y el lugar que tienen otros.
Se necesitan personas amables, concientes, respetuosas, responsables, honestas, de buenos sentimientos, dispuestas a dar lo mejor de sí, para aumentar el bienestar de todos. Espero que tú seas uno de ellos.
J : )

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