martes, 25 de noviembre de 2008

¿Para cuándo lo vas a dejar?

Seguramente has escuchado la frase que dice: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy... Son muchas las razones por las cuales acumulamos y postergamos pendientes que no resolvemos en el momento. Casi siempre tenemos una buena justificación que tranquilice nuestra conciencia, en el momento en que no deseamos hacernos cargo de algo.
Es frecuente que inventemos una actividad para no realizar otras tareas que tal vez no nos gusten tanto, por ejemplo: te pones a limpiar para no terminar de escribir el manuscrito que tienes que entregar, te pones a hablar por teléfono cuando en realidad tienes que ordenar tus papeles. ¿Hace cuánto tiempo tomaste la decisión de hacer dieta y por qué lo sigues evadiendo? ¿Por qué no cumples con la cita del médico de una vez? También nos sucede que en aquellas áreas de la vida en las que no nos sentimos a gusto nos volvemos lentos, apáticos y postergamos lo que de todas maneras tendremos que hacer después.
Algunas de las causas de esta actitud son:
l Que no concluyes la tarea que comenzaste porque estas buscando hacerlo con perfección. Buscas más información, la revisas muchas veces y al final te sientes tan cansado mentalmente que la dejas pendiente para otro momento.
l Otra es: porque tienes miedo a lo que pueda pasar. Cuántas veces tienes que hacer algo y te pones a pensar en lo peor que puede ocurrir, en cuánto te va a costar, en todo el trabajo que tendrás que hacer y en los inconvenientes que tal vez se presenten, al final prefieres dejarlo así y evitar afrontar esa realidad.
l El sentirte abrumado, con muchas cosas que resolver en un momento, puede ser la causa de la tensión y del desorden en tu vida.
Como vez, son muchas las razones por las cuales evitamos o evadimos afrontar en el momento aquello que tenemos pendiente. Sólo una persona que se ocupa de cada cosa en su momento y no las posterga, alcanza sus metas y consigue el éxito.
Deja de justificarte. Evita encontrar una excusa que te impida realizar o terminar una tarea. La próxima vez que te escuches diciendo lo haría pero es que tengo que... detente, respira profundo y recuerda tu compromiso de corregir ese viejo hábito en tu vida. Ocúpate de resolverlo de una vez.
Realiza una lista detallada de cada uno de tus pendientes, responsabilidades y compromisos. Luego ordénalos por prioridad e importancia, de esta manera te ocuparás de una sola cosa a la vez y lo harás sin olvidar o evadir otras tareas que pudieran ser muy importantes para ti. No olvides incluir hasta las cosas pequeñas y las personales, de manera que tu vida comience a fluir ordenadamente. Revisa tu lista cada noche antes de acostarte y ajústala, prepárate para un nuevo día.
Comienza por lo que menos te gusta. Casi siempre dejamos lo que menos nos gusta para el final y de esta manera se hace más grande el malestar que nos causa cumplir con esa tarea. La próxima vez, elige el pendiente que menos te gusta y ocúpate inmediatamente de él. Cuando lo termines, además de sentir un gran alivio, te darás cuenta de que no era tan difícil y, además, podrás cumplir con el resto de las actividades más fácilmente.
Ponte un límite de tiempo. Muchas veces no ponerle una fecha y una hora específica para cumplir con un pendiente, es lo que nos lleva a postergarlo... ¿Hasta dónde y hasta cuándo? Cuando ubicamos el pendiente en el tiempo, asumimos un compromiso.
Aprende a decir que no. Cuando decimos a todo que sí, generalmente nos sentimos abrumados por la cantidad de compromisos y responsabilidades que tenemos. Comprométete sólo con aquellos que en realidad puedas cumplir y que además sea importante para ti.
Evita sentirte culpable por lo que no has hecho. El sentirnos culpables aumenta la tensión dentro de nosotros y esta se refleja en el resto de nuestras actividades. No importa lo que hayas hecho en el pasado, lo importante es que, a partir de ahora, comenzarás a actuar de una manera diferente.
Una vez que empieces, no te detengas. Es muy importante que una vez que tomes la decisión de cumplir con un pendiente, termines con él. Invierte cinco o quince minutos más a pesar de estar cansado y termina. Es preferible hacerlo hoy, que continuar mañana.
Atrévete a llenar tu vida de desafíos y acciones para alcanzar con excelencia todo aquello que quieres lograr y ser, y esta noche duerme cansado y en paz.

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