Cuántas veces vas a buscar las llaves, las tijeras o algún papel importante y no lo encuentras, e inmediatamente preguntas: ¿Quién sacó las tijeras de su puesto? ¿Quién cogió las llaves?, yo las dejé aquí anoche y ahora no están. Entonces, de cada habitacion de la casa se escuchan voces que dicen: yo no fui, yo no las he visto, hace meses que no las uso... ¿Te parece conocida esta escena? Crecemos con la necesidad de encontrar a los culpables de todo lo negativo que nos sucede en la vida y, al mismo tiempo, tenemos el hábito compulsivo de mostrar nuestra inocencia, aun cuando nadie nos haya señalado como culpables.
¿Cuándo fue la última vez que respondiste mecánicamente: Yo no fui...? Tal vez lo hiciste sin detenerte a pensar por un momento si realmente te estaban haciendo culpable de una situación. En muchos casos parece más importante defendernos... que encontrar juntos la solución a nuestros problemas.
Tal vez eres tú una de esas personas que constantemente se siente juzgada y culpada por los demás, en especial por tu pareja, por tus padres, por tus amigos o por tus compañeros de trabajo... sin serlo. Pero también te puede suceder que las palabras, los gestos, el tono o los comentarios de una persona, activen recuerdos o sentimientos desagradables de momentos de tu infancia, en los que alguien te atribuyó una culpabilidad que no tenías, haciéndote reaccionar, en el presente, de forma exagerada e inconsciente. Tal vez continúes defendiéndote del pasado sin tener la necesidad de hacerlo en el presente... ¿Habías pensado alguna vez en esto?
Vivir a la defensiva significa que todavía tenemos algun aprendizaje pendiente, con respecto a esas situaciones del pasado donde nos sentimos incapaces de asumir nuestra responsabilidad a causa del temor que sentimos frente a las represalias o los castigos que podíamos recibir, o también porque nos sentimos injustamente tratados o culpables en muchos casos sin que hubiéramos hecho algo para merecerlo. Cuando eras pequeño ¿alguna vez dijiste la verdad sin que te creyeran, y sin que pudieras mostrar tu inocencia frente al juicio o al comentario de alguno de tus seres queridos? Es tiempo de comprender y de perdonar, de manera que puedas sanar las heridas del alma y cambiar alguna de esas programaciones mentales que te protegieron en el pasado, por otras que te den más confianza en ti mismo y seguridad en tu relación con los demás.
Muchas veces nuestra actitud fuerte y exigente al reaccionar frente a las faltas de nuestros hijos se convierte en la causa por la cual ellos evitan asumir su responsabilidad. Tienen miedo de nuestras represalias, rechazo o castigo. Deberíamos reconocer y premiar el valor que muestran al aceptar sus errores, bajando la gravedad del castigo y dándoles otra oportunidad. De esta manera, ellos aprenderán, desde muy pequeños, a asumir con valor y determinación su responsabilidad. Como padres pocas veces somos conscientes de nuestras actitudes y reacciones. Es importante detenernos a reflexionar un poco acerca de esto, especialmente si nuestros hijos mantienen una actitud defensiva frente a todos nuestros comentarios. De esta manera podremos mejorar nuestra relación con ellos.
Es común que dentro de una relación de pareja uno de los dos constantemente haga responsable al otro de su frustración o de lo negativo que le sucede, por ejemplo: ¿por qué no llamaste antes para asegurarte? Si tú sabías que estaba equivocado, ¿por qué no me dijiste nada? Tú eres la culpable del comportamiento de tu hijo... Es posible que cuando las cosas no le han salido bien y tiene cierta tensión, se incremente este tipo de comentarios. Es importante que podamos comprender un poco el estrés al que está sometida nuestra pareja a tiempo de evitar que la situación se vuelva difícil y personal.
Para sentirte mejor:
- Cambia la pregunta: ¿Quién fue? por: ¿Quién puede ayudarme a encontrar...?
- Deja de buscar un culpable y más bien pregúntate: ¿Qué puedo hacer para solucionarlo?
- Asume la responsabilidad de tus errores y disponte a hacer cuanto sea necesario para corregirlos.
- Baja la guardia y evita mantener una actitud defensiva.
- No te sientas víctima de la situación ni de los comentarios de tu pareja, revisa tu actitud y cámbiala.
- Autovalórate. Expresa tus argumentos con confianza.
- Enseña a tus hijos que más importante que buscar culpables es encontrar soluciones juntos.
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