“En una ocasion, un león se aproximó hasta un lago de aguas tranquilas para calmar su sed y al acercarse a las mismas, vio su rostro reflejado en ellas y se dijo: ‘ ¡Vaya!, este lago debe ser de este león, tengo que tener mucho cuidado con él.’ Atemorizado se retiro de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra vez el león. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió. Y unos minutos después volvió a intentarlo, al ver al león de nuevo abrió las fauces amenazadoramente, pero al comprobar que el otro león hacia lo mismo sintió terror. Salió corriendo otra vez, pero era tanta su sed que lo intentó varias veces, pero siempre huía espantado.
Su necesidad de agua era cada vez más intensa así que tomó finalmente la decisión de beber sucediera lo que sucediese. Así lo hizo.
Y al meter al fin, la cabeza en el agua, el león desapareció”
Cuántas veces nos sucede lo mismo que al león de la historia…
Cuando el temor se convierte en nuestro más asiduo compañero y consejero, comenzamos a actuar impulsados por él, sin darnos cuenta del desgaste que nos produce vivir imaginando situaciones terribles, que tal vez nunca sucedan. Los miedos nos protegen pero también nos preocupan, nos inquietan y paralizan, frenando o imposibilitando nuestro avance y desarrollo personal.
El miedo es inherente al ser humano, es un aliado que nos permite anticipar y considerar los peligros a los que estamos expuestos en un momento dado, para activar nuestro sistema de alarma y protección. Pero existe otro, el que surge ante los pensamientos y las ideas negativas y catastróficas, que es alimentado por rumores, comentarios y noticias negativas, y que nos estimulan a pensar, inclusive a imaginar el desarrollo de estos eventos siempre de la peor manera. Afrontarlo, es el primer paso para superarlo.
Algunos de los miedos más
frecuentes y cómo superarlos
Miedo al dolor: Si alguna vez estuviste en una situación de dolor y la superaste, puedes volver a hacerlo. Además, hoy en día existen muchos medios para tratarlo y minimizarlo.
Miedo a perder el control: Imagina de vez en cuando que sueltas el control de una situación, ¿que es lo pero que puede pasar si lo pierdes? Tal vez descubras que no necesitas ejercerlo y que puedes compartirlo o delegar parte de tus responsabilidades en otras personas.
Miedo al fracaso: Recuerda que quien comete un error siempre tiene la posibilidad de corregirlo y perfeccionar su próximo intento. ¡El fracaso es parte determinante del éxito! Enfrenta tus retos con la confianza de toda la experiencia acumulada.
Miedo al compromiso: Evalúa tus opciones, toma una decisión, y sigue ese camino afrontando tus temores con valor en la medida en que van apareciendo. Evita concentrarte en lo que dejaste atrás y hazlo en todo lo que has ganado con él.
Miedo al cambio: Romper los patrones y afrontar lo desconocido siempre nos produce temor. Afrontar una transformación implica que una parte de nosotros o de nuestra vida muere para dar comienzo a una completamente nueva y diferente. Acepta que los cambios se acompañan de cierto malestar y no los rechaces por ello, atrévete a experimentarlos y a tomar el mejor provecho de ellos.
Miedo a la libertad: A muchas personas les cuesta tomar decisiones y asumir la responsabilidad que conllevan. Pero en realidad lo que temen es a su propia libertad. Con la práctica se aprende a tomar decisiones; atrévete a hacer elecciones tomando en cuenta tus deseos y tus sueños. Evita estar a la sombra de las decisiones que toman los demás.
Ejercicio para superar el temor
Sentado cómodamente con los ojos cerrados imagina una situación que te produzca temor, y luego sustitúyela por una imagen agradable, positiva y tranquilizante, respira a tu propio ritmo y relájate. Verás como rápidamente baja la tensión y poco a poco aprendes a manejar tu ansiedad.
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