Todos los seres humanos experimentamos muchas veces la necesidad de volver al centro... Después de una etapa larga de tensión, preocupaciones y asuntos pendientes, urge que podamos recuperar la paz y la estabilidad emocional necesaria para recuperar nuestro balance. El contacto con la naturaleza, la compañía de nuestros seres queridos, el intercambio con los buenos amigos son algunas de las fuentes de bienestar a las que podemos apelar para recuperar nuestro bienestar. Mientras más agobiados nos sintamos, menos capacidad tendremos para resolver las situaciones difíciles por las que atravesamos. Es como tener la cara metida en un plato de sopa, la angustia muchas veces no nos permite ver más allá para vislumbrar la salida.
Escúchame con atención, te sugiero que pongas un poco de distancia entre tú y los problemas que tengas, para que puedas observarlos desde lejos sin afectarte tanto por ellos; así podrás tener una visión más objetiva que te lleve a vislumbrar la solución; también que te permitas hacer un alto en el camino para volver a conectarte con el sentido sagrado de la vida, para que puedas recobrar la fortaleza y la claridad mental que te dé una perspectiva más positiva y optimista de tus días. La vida está pasando mientras tu estás preocupado, esperando a que algo suceda para que tu situación se resuelva. Toma lo mejor de tu vida en este instante y refúgiate en ello para que puedas recuperarte emocional y espiritualmente.
Podemos recuperar el balance
Desconectar tu mente. Distrae tu mente para que puedas dejar de darle vueltas en tu cabeza a todo aquello que te preocupa, especialmente si son situaciones que por ahora no está en tus manos para resolver. Lee un buen libro, interésate en otros asuntos que te sirvan para vaciar tu mente de preocupaciones y para descansar mentalmente por un rato.
Disfruta de los buenos momentos. A veces eres tú quien te saboteas la posibilidad de disfrutar de los eventos positivos y divertidos que también ocurren en tu vida al mantenerte aferrado a las preocupaciones. Date permiso para sonreír y recuperar la ilusión y la esperanza al llenarte otra vez, de buenos sentimientos.
Déjate llevar. De vez en cuando déjate llevar por el entusiasmo y la motivación que tengan los demás a tu alrededor. No seas como un ave de mal agüero, que constantemente oscurece con sus comentarios la ilusión que desarrollan otros. Además, recuerda que ni tú ni yo conocemos los mecanismos que utilizara la Divinidad para hacernos llegar las herramientas y los recursos que necesitamos, para resolver las situaciones que enfrentamos. Confía y trabaja para lograrlo.
Desarrolla la sensibilidad. Para que puedas reconocer todos los pequeños milagros que suceden constantemente a tu alrededor. Para que recuperes el valor de las cosas pequeñas pero importantes que suceden en tu vida y que son el recordatorio silencioso de que no estamos solos.
Recupera el sentido del humor. Vence la rigidez de tu pensamiento, aflójate un poco mentalmente y aprende a reír con espontaneidad. Es muy importante reír con ganas, pues nos ayuda a sanar emocionalmente. Nos ayuda a liberar las tensiones y nos conecta con nuestro niño interior. Poder reírnos, inclusive, hasta de las cosas que nos suceden a nosotros en muchos caso es señal de madurez espiritual.
Disfruta de la compañía de tus seres queridos. No permitas que el estrés y las preocupaciones sean las razones por las cuales no compartes momentos de calidad con tu familia. Recuerda que en el contacto y el compartir con ellos, encontrarás una fuente de paz y descanso. Juega con tus hijos y contágiate de su alegría. También es importante que salgas o realices actividades divertidas con tu pareja para fortalecer el amor entre los dos.
Manten tus relaciones sociales. Invita a tus amigos a compartir contigo una tarde divertida, recordando los momentos agradables que han disfrutado juntos y reafirmar el vínculo de amistad que los une. Acepta la invitación que te hagan, especialmente si te sientes un poco desanimado. El buen rato compartido con ellos te permitirá levantar el ánimo y recuperar la alegría de vivir.
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