Si alguna vez ha sido rechazado o rechazada por alguien, sabrá qué se siente -como si le hubieran dado un golpe fuerte en el estómago. Recientemente, varios investigadores descubrieron la causa: el cerebro registra el dolor mental o físico de manera muy similar.
Un equipo de la Universidad de California midió el flujo de sangre al cerebro de varios voluntarios, quienes fueron colocados dentro de una gran máquina de imágenes por resonancia magnética, y a los que les proporcionaron anteojos especiales y les pidieron que jugaran Cyberball, un juego de video. A los voluntarios les dijeron que la bola electrónica que veían en la pantalla estaba siendo pasada entre jugadores reales. En realidad era controlada por una computadora que deliberadamente no les pasaba la pelota a los voluntarios. ¿El resultado? Se sintieron lastimados y dejados de lado. La sangre fluyó hacia la parte del cerebro que siente el dolor, iluminando la pantalla de imágenes.
El dolor, tanto mental como físico, es algo que todos experimentamos. Desde los extremos de dar a luz a un bebé y sentir que nos rompen el corazón a fracturas sufridas en la infancia y golpes en los dedos de los pies, todos percibimos el dolor. Muchos sentimos dolor todo el tiempo y a muchos nos diagnosticarán depresión como resultado de ello. Hay incontables formas distintas de dolor e incontables formas de sentirlo, pero tenemos una limitada comprensión de esta sensación y numerosas personas siguen sufriendo debido a un tratamiento inadecuado.
"Hay una tendencia en nuestra cultura a diferenciar entre dolor físico y mental", dice Matthew Lieberman, profesor asistente de Psicología de la Universidad de California. "Cuando la gente siente dolor por un brazo fracturado, no consideramos que sea su responsabilidad superar la dolencia, pero asumimos una actitud muy distinta con el dolor mental de la depresión y la ansiedad -tendemos a pensar que las personas tienen algún control sobre estos padecimientos-. Pero tanto el dolor de un brazo fracturado como el dolor de alguien que nos abandona estimulan el cerebro de una manera física -así que sentimos dolor".
Lieberman dice que la forma en que el cerebro siente dolor probablemente sea más complicada de lo que podamos imaginar. La teoría tradicional indica que el dolor es un sistema de alarma lineal. Si su mano toca algo caliente o afilado, esto hace que los nervios del dolor en su piel envíen señales eléctricas a través de la médula espinal al cerebro para advertir que está en peligro. Pero en la década de los sesenta, algunos investigadores descubrieron que el cerebro no siempre recibe la advertencia. Las señales de otros nervios que también perciben sensaciones, tales como un toque suave, podrían bloquear los nervios del dolor. Es por esto que, si se golpea el codo y lo soba, ya no duele tanto. Las técnicas modernas de generación de imágenes de resonancia magnética que miden el flujo de sangre hacia el cerebro han puesto aún más en tela de juicio nuestra comprensión del dolor al mostrar que las distintas clases de áreas del cerebro se iluminan en respuesta al dolor.
Según la concepción tradicional, el dolor es causado por daño en el tejido. La cantidad de dolor que sienta debería estar relacionada, por tanto, con la gravedad de la lesión. Sin embargo, a menudo ése no es el caso. "El grado al cual usted siente dolor es influido por muchos impulsos que llegan al cerebro", señala la doctora Cathy Stannard, médico especialista en Medicina del dolor del hospital británico de Frenchay, en Bristol.
"De hecho, la transmisión del dolor desde la médula espinal (hacia el cerebro) es modificada por impulsos que descienden desde el cerebro y por actividad en otros nervios que no transportan mensajes de dolor. La cultura, sexo y creencias sobre el dolor de una persona, además del llamado contexto social, son elementos que modifican la cantidad de dolor que ella siente", agrega.
Aunque el objetivo del dolor es hacer que usted se aleje de la fuente del mismo y busque ayuda, éste puede quedar neutralizado en el calor del momento. En mayo de este año, Aron Ralston, de Aspen, Colorado, estaba escalando solo en un remoto cañón cuando se aflojó un peñasco de unos 350 kilos que le cayó sobre el antebrazo derecho, atrapándolo contra la pared rocosa. Después de cinco días sin ver señales de rescate, Ralston, de 27 años, decidió que debía liberarse él mismo, por lo que, usando una pequeña navaja, cortó su brazo en tajos y pudo escapar.
"Todo el mundo conoce historias de deportistas que se han fracturado huesos y siguen jugando", indica Stannard. "En el campo de batalla, algunos soldados llegan a los hospitales luego que un pie les ha sido arrancado en una explosión, pero emplean un lenguaje inocuo para describir cómo les ocurrió el incidente -dicen que sintieron un porrazo en el pie-. Pero una vez que están fuera de la batalla y se les introduce una aguja en un brazo para inyectarles sangre, si dicen que la aguja les duele describen el dolor de manera muy parecida a la que usaría cualquier otra persona".
La gente a la cual le han amputado una pierna puede quejarse de un dolor terrible donde tenían el miembro. "Sabemos que el dolor puede ocurrir sin que haya daño en los tejidos", indica Stannard. "El sistema de procesamiento del dolor es muy complicado. Las personas con piernas amputadas pueden experimentar dolor en la extremidad fantasma. Pudiera ser que, si los nervios no reciben sensaciones normales, se tornan sumamente sensibles y comienzan a enviar señales de dolor de manera espontánea".
Distintas partes del cerebro procesan los dos principales componentes del dolor. Una sección procesa la emoción -cuán desagradable es ésta-, mientras que la otra registra cómo se siente y dónde está ubicada. Si la parte emocional, denominada corteza cingulada anterior, sufre daño (por ejemplo por una apoplejía), las personas pueden sentir cuán malo es un dolor y dónde duele, pero ello no las altera.
El sistema de procesamiento de dolor es tan complejo que cuando presenta alguna falla, ello puede tener efectos a largo plazo. Uno de los grandes debates en la Medicina del dolor es por qué la gente desarrolla dolores crónicos. Las personas que realizan campañas en nombre de quienes sufren dolores crónicos sostienen que esta condición constituye una enfermedad por sí misma. Sin embargo, es un misterio para muchos que tratan este cuadro.
"El dolor agudo le ha brindado un importante servicio a la gente al advertirle de un peligro", dice Stannard. "Pero no sabemos por qué hemos evolucionado de forma de sentir dolor crónico-es como una falla técnica en un sistema que, del resto, es fuerte-. Desconocemos por qué se desarrolla el dolor persistente. Los médicos pueden buscar una causa, pero si no la encuentran, sólo les queda tratar el dolor, en lugar de la dolencia".
Si no hay un motivo externo para el dolor y nada se evidencia en los rayos X o exámenes con aparatos electrónicos, a la gente a veces le dicen que su dolor es psicológico. Stannard advierte que esto hace caso omiso a la complejidad del proceso del dolor. "Daño a cualquier parte del sistema puede hacer que usted experimente dolor", comenta. "Los exámenes electrónicos muestran la estructura y la anatomía del cuerpo, pero no muestran cómo funcionan las cosas".
Si se hace una radiografía de su espalda, la mayoría de la gente de más de 70 años mostraría señales de desgaste. Pero si bien personas con columnas vertebrales perfectas se quejan de terribles dolores en la espalda, otras que presentan severa degeneración parecen no sufrir en lo absoluto. "El hecho de que algunas personas puedan pasar sus vidas sintiendo dolor sin una causa física obvia es un misterio. Ello muestra nuestra incapacidad de comprender qué es el dolor", dice el doctor Simon Farmer, especialista del hospital neurológico Queens' Square de Londres. "Los sistemas de dolor de ciertas personas son claramente distintos. Pudiera ser que exista una fuerte predisposición genética a la forma en que sentimos el dolor".
También hay influencias conductuales en el trabajo. "El temor y una mala comprensión pueden determinar cuán incapacitada puede quedar una persona con dolor de espalda", indica Stannard.
"Si usted tiene dolor evita cosas que causan dolor, así que se recuesta en la cama y descansa. Esto empeora un dolor de espalda. Si puede asegurarle a alguien que su dolor de espalda es normal, que no se agravará, que su columna no se desmoronará, que lo que tiene no amenaza su vida, puede conseguir que vuelva a ser activo. Necesitamos educar a la gente para que se libere de la idea biomédica de que el dolor siempre es un síntoma de que algo anda mal en el cuerpo, de que después de ser investigado, podrá ser tratado y desaparecerá. No hay una relación directa con el dolor", agrega.
"La gente dice que tiene un alto umbral del dolor, pero las investigaciones muestran que las fibras de dolor de todo el mundo se activan con la misma cantidad de estímulos dolorosos. Depende de cuán bien lo toleren", dice.
Unos de los factores que influyen en la tolerancia es cómo reacciona la gente alrededor de usted. "Si las personas son atentas, le dicen que se siente y comentan 'qué terrible para usted', esto refuerza su comportamiento", indica Standard. "Si no le prestan atención, entonces su comportamiento ante el dolor tiende a extinguirse".
Esta capacidad de influir en la parte emocional de cómo sentimos el dolor se puede extender al dolor psicológico. Lieberman cree que el simple hecho de sobar un codo golpeado puede aliviar el dolor, por lo que técnicas de distracción pueden reducir el dolor emocional. "Hay evidencia de que pensar en experiencias y emociones negativas pueden calmarlas", dice. "Esto sólo surte efecto si piensa en ello usando el lenguaje -hablar al respecto o escribir poesía- y no si recrea los hechos de manera visual. Procesar experiencias emocionales negativas a través del lenguaje parece detener el dolor. Es por esto que la gente tiende a escribir diarios y poesías cuando se siente triste -no cuando está feliz"
No hay comentarios:
Publicar un comentario