domingo, 1 de marzo de 2009

¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?

Las cargas laborales y horarias excesivas pueden llegar a afectar su salud de manera significativa. Conozca algunas de las técnicas que le ayudarán a sobrellevar la presión del trabajo y a mantener un nivel efectivo de productividad.

Quien pueda afirmar que su jornada laboral sólo dura las ocho horas reglamentarias debería sentirse afortunado, pues el entorno empresarial de hoy exige un mayor compromiso, un mejor desempeño y, por supuesto, una mayor cantidad de horas de trabajo. Sin contar con que la competitividad obliga a hacer cursos de especialización y actualización constantes, y ni hablar del tiempo que debe dedicársele a la familia y a las tareas del hogar. Esas demandas constantes obligan a buscar mecanismos de adaptación, pero cuando hay un mal manejo de las situaciones de estrés el organismo colapsa, generando síntomas que pueden ir desde una simple sensación de fatiga, hasta la somatización de enfermedades y, en casos más graves, depresiones crónicas.

La doctora Franca Caterina, psiquiatra y psicoterapeuta, afirma que “la mitad de los pacientes que llega a las consultas presenta un estrés laboral crónico”. Esto viene dado, explica, por una tendencia mundial que le exige al individuo demandas cada vez mayores, entre ellas ser más efectivo y creativo, tener un buen nivel de tolerancia a la frustración y un elevado grado de profesionalización. La situación se agrava cuando las empresas buscan ahorrar costos disminuyendo el número de empleados o incrementando las tareas asignadas a cada uno, situaciones que obligan a prolongar la jornada. Pero el problema, a juicio de Caterina, no radica en el nivel de exigencia, puesto que esa es una condición que el empleado no puede cambiar, sino más bien en las herramientas de gratificación que utilice la empresa y en la efectividad de las técnicas para el manejo del estrés que el trabajador ponga en práctica.

Un mal provechoso
El estrés no siempre tiene una connotación negativa. Explica la especialista que “existe un estrés positivo y necesario para ser productivo”. Esto es debido a que cuando se presentan situaciones de presión el organismo produce un mayor nivel de adrenalina para que se aceleren los procesos y la persona sea asertiva ante las exigencias impuestas por su entorno. Sin embargo, Caterina comenta que “cuando las exigencias son crónicas empieza a aparecer agotamiento”, ya que llega un punto en que el organismo no responde ante ese estímulo negativo constante. Es allí cuando, de no emplearse las herramientas adecuadas, el individuo colapsa.

Pero qué debe hacer un empleado para lidiar con el estrés laboral. La doctora Franca Caterina explica que la primera tarea en la lista es aceptar que hay condiciones que no pueden ser modificadas como, por ejemplo, una estructura organizacional burocrática que ignora las necesidades del trabajador o un jefe que no sepa cómo debe gerenciar al personal. Si después de aceptar la situación el descontento persiste, es importante canalizar el reclamo con los superiores, en tal sentido —explica Caterina— es fundamental que el individuo piense bien sus argumentos y le de un buen enfoque al asunto a tratar.

Además de lo anterior, existen algunos consejos que los trabajadores deben tomar en cuenta para mejorar su rendimiento laboral:
Tolerancia a la frustración
No tomarse las críticas a modo personal y comprender que no todo resulta como se piensa inicialmente.

Cuestión de prioridades
No todas las tareas son requeridas en el mismo momento. Aprenda a establecer una lista de importancia que le permita resolver las demandas más inmediatas y posponer las que pueden ser resueltas con posterioridad, lo cual evitará que deba prolongar su jornada.

Evite ser “todero”
Cada persona ha sido contratada para cumplir funciones específicas dentro de la empresa, por lo que es fundamental aprender a delegar labores.

l Manejo del tiempo
Organice su agenda para que pueda dedicarle tiempo al trabajo, a la recreación y, por supuesto, al descanso. Si debe extender su jornada laboral procure tener algunos ratos de esparcimiento. Almorzar con sus compañeros y conversar sobre temas que no guarden relación con el trabajo o salir a caminar durante unos minutos resultan buenas opciones para romper con la rutina laboral.

l Pequeñas cosas
Actividades —en apariencia— insignificantes, disminuyen su nivel de estrés en el trabajo. Una buena alimentación, la omisión de sustancias estimulantes y la práctica de rutinas gratificantes, como acudir a un espectáculo de su agrado, hacer ejercicios o compartir con la familia, contribuyen con su salud mental. Adicionalmente practicar técnicas de relajación y decorar el entorno con flores u objetos llamativos refuerzan la motivación y favorecen el desempeño productivo.

Modelo a seguir
Muchas empresas trasnacionales, sobre todo las pertenecientes al sector tecnológico, poseen mecanismos para propiciar la motivación de sus empleados debido a que reconocen la presión y la carga laboral que existen en esta área del mercado. Uno de los mejores ejemplos es Microsoft, empresa que lleva treinta y cinco años aplicando políticas de compensación a sus empleados que, para muchos gerentes de la vieja escuela, podrían sonar descabelladas. Vestimenta informal, espacios para la recreación, celebraciones familiares, libertad de horario e, incluso, bonificaciones en efectivo y en acciones de la compañía son algunos
de los beneficios con que cuentan los trabajadores de la fortaleza de Bill Gates. Eso sin mencionar algunas pequeñeces que ya son comunes para ellos, como el disfrute de días libres por jornadas adicionales laboradas, la existencia de sofás para dormir siestas cortas, máquinas de refrescos, café y golosinas gratuitas, además de cursos de especialización concedidos por la empresa. Pero nada en la vida es gratis. A cambio de estos privilegios los empleados deben soportar la presión de trabajar en una de las empresas más competitivas del mundo, donde periódicamente se realizan evaluaciones de la productividad del personal y de los estándares de calidad de los productos.

Ricardo Paz, gerente de recursos humanos de Microsoft Región Andina, explica que el ritmo de trabajo del sector tecnológico obliga a plantear mayores exigencias y retos para los empleados, lo cual les genera estrés y fatiga, elementos que merman su productividad. Para compensar esto, la empresa tiene un ambiente informal donde se fomenta la interacción entre los empleados y se les conceden muchas libertades, especialmente “la capacidad de trabajar de manera remota, desde tu casa e, incluso, desde los aeropuertos, puesto que se pueden realizar las mismas tareas porque existe la posibilidad de conectarse a los servidores de la compañía”. Esto permite que el personal defina su horario a conveniencia y trabaje cómodamente desde cualquier lugar, ya que hasta se pueden direccionar las llamadas de la oficina a la casa para que los clientes ubiquen a las personas sin mayores inconvenientes.
Aunque las subsidiarias de Microsoft tienen políticas comunes, las que pertenecen a los grupos llamados “multipaís” poseen estatutos diferentes, debido a que exigen un mayor nivel de compromiso. Microsoft Región Andina —que incluye las sedes ubicadas en Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador— es una de estas excepciones, ya que los empleados deben viajar constantemente a las capitales de los países miembros, siguiendo un horario en el que poco importan los fines de semana y feriados. Debido a esto son más enfáticos en las bonificaciones especiales, en el disfrute de celebraciones familiares y en las mediciones de satisfacción del empleado.

No es broma
Quienes creen que es exagerado referirse a los perjudiciales efectos que causa el estrés laboral sobre la salud, deberían tomar en cuenta que de no utilizar las herramientas adecuadas para manejarlo, la presión sostenida puede ocasionar fatiga, sensación de extenuación, irritabilidad, insomnio y aumento de la sensibilidad emocional. Las personas con fuertes cargas laborales y horarias suelen tener una alimentación deficiente y una adicción cada vez mayor a sustancias estimulantes, como la cafeína y la nicotina, lo cual puede generar desórdenes gástricos y un aumento o disminución considerable del peso.

En cuanto a las fallas laborales, el estrés disminuye la capacidad de concentración y, por ende, la productividad. También las personas pueden somatizar enfermedades que van desde la gripe común hasta crisis asmáticas, o cuadros más graves como deficiencias inmunológicas, hipertensión arterial y depresión aguda, que las llevan a solicitar reposos constantes, hecho que empeora la relación con sus superiores.
En situaciones crónicas, los empleados pueden llegar a padecer del síndrome de Burnout —también conocido como síndrome del “quemado” o de desgaste profesional—, que según la página web Area de Recursos Humanos “se produce cuando se desequilibran las expectativas en el ámbito profesional y la realidad del trabajo diario”, producto del estrés sostenido y de la falta de motivaciones y beneficios obtenidos dentro del entorno laboral.
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SOPORTAR O DESERTAR

Ante las presiones laborales surge la disyuntiva de quedarse, y seguir aguantando, o buscar otra oferta de empleo que ofrezca mejores perspectivas. Al respecto, la doctora Franca Caterina comenta que es necesario que cada persona encuentre cuál es su motivación en el trabajo en el cual se está desempeñando: si lo que influye es netamente el aspecto económico, si existe un interés por el crecimiento profesional, si todo se debe a un sentimiento de apego hacia el entorno o si lo que ocurre es una combinación de todos estos factores.
En caso de que existan suficientes razones para quedarse, es necesario que la persona acepte las condiciones negativas e intente adaptarse, pero si siente que la mejor decisión es marcharse, lo mejor es que busque otro trabajo donde se sienta más a gusto. Pero esta resolución debe estar precedida de un proceso reflexivo, en el que se evalúen todos los pros y contras, para evitar arrepentimientos posteriores.


ATIENDA A LAS CIFRAS
l Una semana tiene 168 horas.
l La Ley del trabajo especifica que la jornada laboral diaria debe ser de ocho horas. En cuanto al tiempo extraordinario, señala que al año no debe superar las 100 horas.
l 50 horas a la semana es el tiempo máximo que debería trabajar una persona.

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