viernes, 20 de marzo de 2009

Perdonar y dejar ir ...

“El tema del dia era el resentimiento, y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Debíamos tomar una papa por cada persona a la que le guardáramos resentimiento, escribir su nombre en la papa y guardarla en la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en llevar la bolsa con nosotros durante una semana.

Naturalmente, la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo.

La incomodidad de acarrear esa bolsa en todo momento, además del mal olor, me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y me señaló que mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas más importantes.

Aprendimos al final de la semana una gran lección, al hacernos conscientes, de que todos llevamos en nuestra mochila sentimental de papas pudriéndose”.

Este ejercicio ilustra de una manera clara, el precio que se paga a diario por mantener dentro de nosotros el resentimiento causado por cosas que ya pasaron y que no podemos cambiar.

Es sorprendente la capacidad que tiene el ser humano para guardar como si fuese
un tesoro, el recuerdo de los momentos tristes o de las situaciones difíciles que le ha tocado vivir. A veces es mucho más fácil recordar y mantener presente el dolor, la pérdida, la traición, el engaño o la mentira, que aquellas otras situaciones o circunstancias positivas que también hemos experimentado en nuestra vida.

Es necesario comprender que sólo si somos capaces de afrontar esos recuerdos negativos, con valor y honestidad, podremos sanar nuestras heridas emocionales, para evitar que sigamos reaccionando negativamente hacia las situaciones que enfrentamos hoy.

No vale la pena apegarte al pasado, dejando que la ira o el dolor se conviertan en resentimiento dentro de ti, convirtiéndote en la víctima más grande de ese veneno. Mereces ser libre de esos pensamientos negativos que alimentan sueños de venganza y sentimientos destructivos que no te permiten pasar la página, para continuar viviendo y disfrutando de todas las cosas buenas y agradables que suceden en tu día. Para dejar un pasado difícil atrás… hay que tener valor, autoestima y determinación.

Tal vez estarás pensando en lo difícil que te sería perdonar a alguna persona en particular, y comprendo tus sentimientos, pero al no ser capaz de hacerlo, te estás condenando a ti mismo a mantener presente ese momento, mientras que el otro ha seguido viviendo sin recordarlo siquiera. ¡El pasado ya pasó y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo! Sal de ahí, y date una oportunidad de ser libre para recuperar la ilusión, la capacidad de soñar, de reír y ser feliz.

Perdonar es un acto sencillo, que implica llenarnos de amor, valor y determinación para comprender, aceptar y soltar todos los sentimientos y las ideas asociadas a un mal recuerdo. Existen varias fuentes de amor, en las cuales podemos apoyarnos: el contacto y la relación con las personas que amamos, el reconocimiento y la valoración de todos los regalos esenciales que recibimos cada día, el gesto amoroso, gentil o solidario que tienen otros para con nosotros, y el contacto con la presencia de Dios en nuestro interior.

Perdona desde el corazón. La mayoría de las veces practicamos un perdón mental; es decir, que llegamos a la conclusión de que es necesario hacerlo, tomamos la decisión y simplemente pensamos que ya lo hicimos, y luego tratamos de continuar con la vida como si nunca hubiese sucedido aquello.

Practica un ejercicio de perdón. Existen varios ejercicios para perdonar, de manera que puedas reprogramar y liberar algunos de los pensamientos negativos asociados a ese recuerdo. Elige uno que sea afín contigo y procura hacerlo en un momento en que te sientas relajado y dispuesto a practicarlo.

Puedes establecer límites. Cuando perdonamos, tenemos el derecho de elegir si continuamos con la relación que teníamos con la persona, o la damos por terminada expresándolo abierta y honestamente. Perdonar no te obliga a mantener una relación con personas con las que ya no deseas hacerlo.

Toma el aprendizaje. Todos somos parcialmente responsables de lo que vivimos, algo hicimos o dejamos de hacer para experimentar ciertas situaciones de vida, por eso, es importante que te preguntes: ¿Qué puedo aprender de todo esto?, ¿Cómo puedo cambiar o mejorar algo, para no repetirlo? Cuando sacamos algún elemento positivo de lo que vivimos, crecemos, maduramos y cada vez somos más capaces de mantener el control de nuestra vida emocional.

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