lunes, 2 de marzo de 2009

Lo siento, pero no

“En cierta ocasion mostro Buda una flor a sus discípulos y le pidió que dijeran algo acerca de ella. Inmediatamente todos se lanzaron a estudiar la flor. Unos analizaban, discernían, conversaban o discutían sin parar acerca de ella, otros tomaban apuntes sobre sus características, algunos consultaban los libros de ciencias, otros leían poetas buscando inspiración, pero sólo uno permanecía en un rincón observando la flor en silencio.

Al final muchos pronunciaron conferencias, otros entregaron poemas o parábolas sobre la flor, pero todos tratando de quedar por encima de los demás… Sólo Mulad permanecía en silencio y el maestro le dijo:

-¿Qué dices tú acerca de la flor?
Mulad miró la flor, sonrió y no dijo nada.

Entonces Buda dijo:
-De ustedes, sólo Mulad ha visto la flor”.

Hay momentos en los que sería bueno apagar la mente con el fin de poder sentir, por un instante, la vida. Estamos acostumbrados, como buenos adultos, a mantener una gran actividad mental, pensamos y analizamos constantemente todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

Vivimos envueltos por una gran cantidad de situaciones y eventos que ocurren afuera de nosotros sin la posibilidad de aislarnos por unos minutos para respirar y recobrar el sentido de nuestra vida.

Cuando las actividades sociales, laborales o familiares nos hagan sentir abrumados, y deseemos recuperar nuestra tranquilidad y paz interior, aprendamos a decir la palabras mágicas: “lo siento, pero no puedo” o simplemente: “gracias, pero no tengo ganas...”

Todos requerimos de un poco de soledad, un espacio para poder estar con nosotros mismos, un momento de tranquilidad para reordenarnos, reflexionar o, simplemente, divagar para recuperar nuestro balance y, sobre todo, para volver a conectarnos con nuestra esencia.

Hace poco una amiga me llamó por teléfono para invitarme a una reunión en su casa. Yo la escuchaba mientras estaba regando mi jardín. Pensé que si aceptaba dejaría mis hermosas plantas sin agua, además del mágico instante de soledad que disfrutaba… automáticamente, y sin ninguna excusa le dije:

¡Gracias! , pero no siento ganas de ir. Ya entrada la noche, después de la reunión, mi amiga se acercó a la casa con un poco de sopa caliente, cuando la vi me dijo:
- Maytte, aquí te traigo sopita de pollo para que te sientas mejor. Sorprendida de verme a esa hora todavía en el jardín me preguntó:

-¿Cómo sigues?, pensando que estaba enferma porque no había ido a la reunión, le respondí:

-¡Muy bien, nunca había estado mejor! Ven que quiero mostrarte algo, y la llevé hasta un rincón del jardín donde le mostré unas maravillosas rosas que acaban de abrir.
Para llevar una existencia equilibrada y sana es fundamental tener tiempo de calidad para cultivar amistades, asistir a reuniones sociales, ir a las juntas de padres del colegio de los niños, cumplir con los compañeros de trabajo o con los clientes, asistir a las reuniones de condominio… Pero también es importante disponer de tiempo para estar con nosotros mismos, disfrutar de un poco de soledad, dejar nuestra mente libre de pensamientos por un rato, meditar o contemplar y sentirnos renovados y fortalecidos después de unos minutos, para enfrentar la rutina y el mundo acelerado en el cual vivimos.

Muchas veces pensamos que si nos atrevemos a rechazar una invitación, o un compromiso, tendremos que argumentar muchas excusas para no sentirnos desaprobados o rechazados por los demás. Seamos un poco egoístas y busquemos la libertad esencial aprendiendo a decir de vez en cuando: “Lo siento, pero no”, sin sentirnos culpables, cohibidos o con la sensación de que hacerlo va a traernos graves consecuencias en nuestra relación con los demás.

Vivir comprometidos, moviéndonos de un lugar a otro sin detenernos, nos quita la posibilidad de tener el tiempo y el espacio para sentir y reconocer el valor de las cosas sencillas, pero esenciales de la vida… Busquemos el momento de estar con nosotros mismos sin la necesidad de complacer a otros. Tengamos un espacio en donde olvidemos las posturas y las actitudes incómodas, quitándonos las caretas y las corazas para ser, simplemente, nosotros mismos.

Herramientas:
Practica decir cien veces: ¡NO, GRACIAS! Párate ante un espejo con tu mejor sonrisa y repite una y otra vez esta frase hasta que te salga de forma fácil y natural. Encuentra las mejores palabras para expresar tu sentimiento.

Actúa sin culpa. La próxima vez que quieras estar solo di las palabras mágicas y disfruta de tu soledad o de la elección que hagas. ¡Puedes ser libre de elegir!
Elige un lugar donde puedas estar tranquilo. Usualmente el mejor lugar es el baño, pero también podemos tener nuestro rincón en otras áreas de la casa. Un espacio donde podamos estar realmente solos sin que nadie nos moleste. Usualmente los templos, fuera de las horas de los oficios religiosos, son excelentes lugares para estar y recuperar la paz y la tranquilidad.
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