martes, 3 de marzo de 2009

Los milagros cotidianos

“Le preguntaron una vez a Utuais, el sufi:
-¿Qué es lo que te motiva a vivir con tanto entusiasmo y entrega todos los días?
Y él respondió:
-Cuando me despierto en las mañanas me siento sorprendido de estar vivo y no muy seguro de vivir hasta la noche. Por eso me maravillo cada vez que saco agua del pozo o corto un trozo de madera.
-Pero esto lo sabemos todos.
-Sí, lo saben, pero no lo sienten, así como nadie se puede embriagar a base de comprender intelectualmente la palabra vino”.

A veces me sorprende la incapacidad que sufrimos de reconocer y valorar todos y cada uno de los pequeños milagros que ocurren en nuestra vida diaria. Parece que estamos programados para ignorar las grandes manifestaciones de la Divinidad y, peor aún, preferimos fijar nuestra atención primero en los eventos o en las cosas negativas que suceden a nuestro alrededor. Hemos aprendido en muchos casos, desde pequeños, a valorar y a resaltar los problemas, las carencias, los errores, los fracasos, sin darnos cuenta de que al vivir de esta manera lo hacemos sintiéndonos tristes, desanimados, frustrados y desesperanzados con respecto al futuro.

Para la mayoría de nosotros no tienen nada de extraordinarias actividades tan sencillas como: levantarnos en la mañana, sacar agua de la llave o simplemente el hecho de sonreír. Pero cuando nos hacemos conscientes de estos milagros cotidianos se activa la magia, nuestro corazón se llena de asombro y por un instante dejamos de vivir adormecidos, como en piloto automático, revivimos esa capacidad de disfrutar y maravillarse que tienen los niños. ¡Te invito a practicar una forma diferente y más positiva de ver e interpretar la vida! En los próximos siete días dedícate a observar cada situación o evento que tengas que vivir, busca el elemento positivo y minimiza lo negativo. Esto implica dejar de quejarte, evitar juzgar o hablar de una forma pesimista, negativa o irresponsable acerca de la situación. Hacerlo te ayudará a cambiar y a mejorar tu actitud frente a la vida. En el reconocimiento de los pequeños milagros está la posibilidad de volvernos agradecidos con la Divinidad, la vida y sus leyes inexorables, las personas que de una u otra forma contribuyeron para que las cosas salieran de una mejor manera, y hasta contigo mismo por desarrollar la capacidad de verlo y poder disfrutarlo. Todo es cuestión de actitud, si nos ponemos a observar con detenimiento descubriremos un milagro en cada paso que demos, y veremos cómo la vida nos apoya para que todo marche bien. Es tan esplendorosa la vida que lo extraordinario se vuelve cotidiano y es ahí cuando los humanos lo damos por hecho y ni siquiera lo notamos.

Empecemos por el milagro de levantarnos cada mañana, ¿cuántas cosas tienen que funcionar bien para que esto pueda suceder? Detengámonos por un momento a observar la naturaleza en todo su esplendor: cómo comienza su frenética labor al amanecer y sigue haciéndolo durante todo el día y la noche, cumpliendo ciclos de manera perfecta. ¿No te ha sucedido muchas veces que después de salir de casa por alguna razón te devuelves y te das cuenta que dejaste la cocina encendida? O estás fuera y prendes tu celular coincidencialmente y te entra una llamada urgente de tu esposa(o) que está con el auto accidentado. O cuando encuentras unos billetes olvidados en una vieja chaqueta que te resuelven la vida. O esa supuesta enfermedad grave con la que debían hospitalizarte y que al final no fue más que una indigestión… todas esas cosas son pequeños y maravillosos milagros que te reconfortan y suavizan la vida. Es una bendición vivir un día nuevo en el que aparentemente no sucede nada especial, pero que transcurre lleno de pequeños milagros. ¡Aprendamos a reconocerlos, valorarlos y agradecerlos!

Para recordar:
Mantén siempre una visión optimista de la vida. Minimiza lo negativo y dedícate a resaltar todo lo positivo, que también está presente, para suavizar la situación. No seas profeta de lo negativo.

Detén la película y disfrútala. Tómate unos minutos para observar, profundizar y reconocer tus sentimientos en un momento dado. ¿Has notado cuánto han crecido tus hijos o han florecido las plantas de tu jardín?

Bájale la velocidad a tus días. Generalmente vas con tanta prisa que te pierdes la posibilidad de disfrutar de todas las cosas buenas y especiales que ocurren en tu vida. Detente y siéntelas para darle más calidad a tus días.

Sé agradecido. Da siempre las gracias a todas las personas que te permitieron vivir la experiencia de una mejor manera. Agradece al señor Dios por todas las bendiciones y los regalos esenciales.

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