viernes, 6 de marzo de 2009

La vida es corta... ¡Disfrútala

“Si Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara unos minutos de vida... Dormiría poco y sonreiría más. Daría valor a las cosas por lo que significan y no por lo que valen. Caminaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y disfrutaría sin culpa un gran helado de chocolate…

Si Dios me obsequiara ese trozo más de vida, vestiría sencillo y me tiraría a tomar el sol, descubriendo no sólo mi cuerpo sino mi alma, También escribiría mi odio sobre el hielo y me sentaría a esperar a que saliera el sol. Tampoco dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero... que la quiero. A mis amigos les probaría qué equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A los niños les daría alas, pero dejaría que aprendieran a volar solos. Les recordaría que no hay necesidad de vivir en la cima de la montaña, pues la felicidad puede estar en el fondo del valle. Y no olvidaría lo poderoso que es un gesto de amor, pues cuando un bebé aprieta por primera vez el dedo de su padre, lo tendrá atrapado para siempre”. (La marioneta).

Me encanta detenerme unos minutos para escuchar a la gente donde quiera que voy. Mi esposo se burla de mí y me dice, cuando comienzo a hablar con un desconocido en la fila del banco, en una cafetería o en una librería: “Manolito”, haciendo referencia a mi papá, quien con su carácter extravertido me enseñó a ser sociable. Me encanta iniciar una conversación con cualquier persona y escucharla atentamente, disfruto inmensamente al oír sus opiniones, sus simples comentarios, me dan una visión y una comprensión más amplia de la vida cotidiana y de todas sus manifestaciones, la posibilidad de aportar algo para contribuir a su felicidad y un vislumbre de la eternidad.

Las lecciones y los mensajes siempre están ahí, sólo basta prestar un poco de atención y abrir nuestra mente y espíritu para reconocerlos y aprender de ellos. Esa palabra de consuelo, la respuesta que tanto necesitamos, ese consejo de vida que necesitamos, esa señal divina que estamos esperando... puede ya estar ahí, pero no podemos reconocerla. “Cuando el discípulo está listo el maestro aparece”. Por eso tenemos que estar atentos y despiertos para hacerlo.

Algunas personas han sido como maestros para mí, he aprendido de sus historias de vida verdades sencillas pero profundas. Siempre tengo un cuaderno que viaja conmigo, donde anoto algunas de las reflexiones o las frases que me recuerdan lo que he aprendido. Hoy quiero compartir algunas de ellas contigo porque tienen un gran significado para mí. Seguramente te parecerán conocidas, casi tuyas, pero siempre es bueno recordarlas de vez en cuando.

Aprende a disfrutar de las cosas sencillas que te ofrece la vida cada día, no permitas que el estrés, el exceso de compromisos y las responsabilidades te impidan hacerlo. Muchas veces la expectativa de todo aquello que deseamos en un momento de la vida, nos sabotea la posibilidad de reconocer todo que ya tenemos.

Para poner en práctica
- Contempla el atardecer al menos una vez a la semana
- Abraza a tus seres queridos con frecuencia y diles que los quieres
- Saluda de corazón al menos a tres desconocidos cada día
- No te preocupes por el futuro, pues no servirá de nada
- Canta, tararea tus canciones preferidas, que no te dé pena desafinar
- Mira a los ojos a las personas cuando les ha bles y sonríeles
- Una vez al día haz algo que te guste, que te emocione
- Nunca lastimes a nadie, pero tampoco permitas que te lastimen a ti
- Conserva las cartas de amor, los estados de cuentas tíralos rápido
- Escribe en la roca los elogios y en la arena los insultos
- Di gracias y por favor todas las veces que necesites hacerlo
- Gasta siempre mucho menos de lo que ganes y ahorra siempre 10%
- Trata siempre a las personas como quieres que te traten a ti
- No actúes por miedo sino por pasión
- Nunca hables mal de nadie, si no tienes nada bueno que decir mejor quédate callado
- Nunca discutas, veas televisión o comas en tu cuarto
- Reconoce tus errores y aprende de ellos
- No manipules a otros, nada lo justifica

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