Cuando estamos solteros pensamos que en el amor todo es color de rosa. La fantasía, mezclada con el deseo, nos hace imaginar un futuro en común perfecto sin enfrentamientos o desacuerdos. Pero ¿es esto realmente lo que sucede cuando comienza la convivencia? Caminar juntos por la vida a través de los años con la vista puesta en nuestras metas y sueños, trabajando juntos por hacerlos realidad, apoyándonos el uno en el otro, compartiendo lo mucho y lo poco, siendo considerados, tolerantes y respetuosos el uno del otro, estar dispuestos a resolver nuestros conflictos rápidamente y a sanar nuestras heridas, ... son en esencia las recetas para el amor duradero. Y no me refiero a que sigamos juntos por deber, costumbre o por el que dirán. Me refiero a que perdure nuestra unión brindándonos satisfacción, amor, placer, estabilidad, ilusión, motivación y compañía. Algunos piensan que lo ideal sería conocer a una persona que piense y actúe de la misma manera en la que lo harían ellos, y que en la igualdad está la posibilidad de amarse para siempre. ¿Cuántas personas conoces que sean iguales a ti? No creo que el porcentaje sea muy grande. Lo más probable es que te relaciones con alguien afín a ti, pero con ciertas diferencias personales que definen su individualidad y que se manifestarán a lo largo de la convivencia. No podemos esperar a que nuestra pareja cambie su manera de ser hasta el punto en que se parezca cada vez más a nosotros, pues esto significaría el sacrificio y la pérdida de su identidad. ¿Estaríamos dispuestos nosotros a sacrificarnos y perder la nuestra?... Entonces no podemos pedírselo a nuestra pareja.
¡Entendamos de una sola vez que sólo podemos cambiarnos a nosotros mismos! Por eso necesitamos trabajar interiormente para estar cada día más dispuestos a aceptar y a respetar esas diferencias, comprendiendo que también forman parte de la persona que amamos. La vida en pareja estimula el crecimiento de ambos, fomenta cambios y nos da una sensación de protección.
Los conflictos y su rápida solución son el motor para que una relación se mantenga en buen estado. Asumir y respetar los cambios sufridos en nuestra pareja nos ayudará a aceptar y fortalecer el vínculo de la convivencia. Cuando tenemos problemas en la relación —a causa de las diferencias, los problemas y la búsqueda de la solución— tenemos que asumirlos los dos de forma comprometida. Cuando lo hacemos de esta manera mantenemos una relación basada en el amor, el respeto, la responsabilidad y la comunicación mutua. Estas son características que hacen perdurar una relación, pues se crea una atmósfera de compañerismo y solidaridad. Nos complementamos en la medida en que tenemos expectativas y aspiraciones reales en el matrimonio.
“Sólo por la persona amada y las cosas que nos interesan somos capaces de cambiar ciertos comportamientos que le afectan o le disgustan”.
Reconocer las diferencias. Es importante aceptar a la persona tal como es, de lo contrario dejaremos de reconocer y disfrutar de su aspecto positivo, aumentando así las probabilidades de mantenernos en conflicto.
Hacer acuerdos. Si alguno de los hábitos o las actitudes de la otra persona te afectan negativamente encuentra el mejor momento para hablar de ello, expresa lo que sientes y pregúntale a tu pareja qué piensa al respecto. Juntos y apoyados en el amor que sienten el uno por el otro pueden construir una buena solución.
Decir lo que sentimos. Es importante aprender a expresar lo que sentimos y lo que pensamos, de lo contrario la otra persona tendrá que adivinarnos. Además hablar sobre nuestro malestar y desacuerdo nos ayudará a resolverlos.
Resaltar cualidades. En lugar de mantener tu atención en las diferencias negativas fíjate en las cosas positivas que aporta a tu vida. El que seamos diferentes en algunos aspectos nos motiva a crecer, a madurar y a enriquecer la relación.
Tratarse con gentileza. A pesar de que existan diferencias que te afectan, o que te molestan, al momento de hablar de ellas con tu pareja tienes que hacerlo con amor. Trata de que la intención de la conversación siempre sea conciliar y solucionar el desacuerdo que exista entre los dos.
Darse otra oportunidad. Estar dispuestos a perdonar si fuese necesario para darle paso a un momento difícil y continuar con el amor. No vale la pena guardar resentimientos porque nos alejan.
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