“El joven discipulo de un filósofo sabio llegó a la casa de éste y dijo:
—Maestro, un amigo suyo estuvo hablando de usted con malevolencia.
—Espera —lo interrumpió el filosofo— ¿ya pasaste por las tres rejas lo que vienes a contarme?
—¿Las tres rejas?
—Sí. La primera reja es la verdad. ¿Estás seguro de que lo quieres decirme es absolutamente cierto?
—No, lo oí comentar a unos vecinos.
—Entonces al menos lo habrías hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. ¿Esto que deseas decirme es bueno para mí?
-No. En realidad no...
-¡Vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
—A decir verdad, no.
—Entonces —dijo el sabio sonriendo— si no estás seguro de que es verdadero ni bueno ni necesario, pasemos a otra cosa”.
Una de las experiencias difíciles de manejar en la vida es la de sabernos víctimas de un chisme. La mayoría de las veces reaccionamos sintiéndonos víctimas de las personas que han hablado negativamente de nosotros y nos preguntamos: ¿Qué le hicimos? ¿Por qué se comportan con nosotros de esa manera? Nos encerramos y sufrimos el proceso de imaginar que todo el mundo a nuestro alrededor lo sabe y están pensando mal de nosotros. Otras veces, por el contrario, se enciende la rabia en nuestro interior y salimos a defendernos inclusive con violencia, para agredir y callar a la persona que hizo el comentario y regó el chisme.
No vale la pena dejarnos afectar de esa manera por el comentario negativo que hagan otros; más bien, tenemos que conservar la calma, para mantener la claridad mental que nos permita analizar la situación para actuar con inteligencia y no con emoción. Los chismes son como una avispa, si no estás seguro de poder matarla, no pelees con ella. Lo más importante es que nos sintamos seguros de nuestro comportamiento, independientemente de lo que lleguen a pensar los otros, en un momento dado.
Pero, como toda situación en la vida, ésta también tiene una segunda cara, la de aquellos que se dan a la tarea de generar un chisme y de contarlo a los demás.
Valdría la pena preguntarse: ¿Cuál fue o cuál es la verdadera intención detrás de la necesidad de hacer un comentario negativo sobre alguien? Es mejor pensar que, en la mayoría de los casos, no son conscientes de los efectos y las consecuencias que podrían causar con sus palabras. Es preferible que si no tenemos algo bueno o positivo que decir de alguien, guardemos silencio, a menos que lo que vayamos a decir ayude a solucionar, a corregir o a construir algo bueno para todos los involucrados, en cuyo caso somos responsables de elegir las palabras adecuadas y el mejor momento para hacerlo.
1•- Nunca hables mal de otros. Nunca hables mal de otros. Es preferible guardar silencio, antes de hacer algún comentario negativo, especialmente si no estamos seguro de la veracidad de dicha información. Recuerda proyectar las consecuencias de lo que vas a decir, y pregúntate si con ello vas a poder ayudar realmente a la persona.
2•- Se compasivo con los demás.Colócate en el lugar de la persona que está siendo criticada, y sin importar lo que otros digan de ella, toma una posición imparcial. Recuerda que las personas que te hablan mal de otros también hablarán mal de ti en algún momento.
4•- Apoya a la víctima de un chisme.En primer lugar, rompe la cadena, pregúntale a la persona que te lo contó si está dispuesta a sostener esa aseveración enfrente del afectado, para enfrentarlo y resolverlo. No tomes decisiones basadas en un chisme.
5•- No te hagas eco de chismes. Evita ser tú parte de esta red de comentarios negativos, especialmente si con ellos pudieras ofender o dañar la reputación de alguna persona. Ubícate como un instrumento de paz y conciliación, para que tus comentarios siempre estén dirigidos a solucionar, resolver o apoyar a los demás
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