-Venerable, soy muy desafortunado por culpa de mi carácter. Pero quiero transformarme. Tengo muy mal genio y arranques de cólera incontrolada.
El sabio le dijo:
-Para poder conocerte mejor quiero contemplar tu ira.
El buen hombre contestó:
-Pero ahora no tengo ira.
Dijo el sabio:
-Vete y cuando sientas cólera ven enseguida para que yo vea cómo se manifiesta en ti.
El hombre regresó a su casa y cuando unos días después se encolerizó, corrió a visitar al sabio, que moraba en la cima de una colina.
-Ya he vuelto. —Dijo el hombre jadeante—.
-Muy bien, pues enséñame tu cólera.
Pero mientras subía la colina, su ira se había desaparecido.
-Ya no tengo ira —respondió el visitante—.
-En ese caso, repuso el sabio, cuando vuelvas a tener ira, ven más rápido, para que pueda verla manifestarse en ti.
Unos días después la ira volvió a poseer al hombre, que como una exhalación salió corriendo para ver al sabio. Cuando llegó agotado a la cima ya se le había pasado de nuevo la cólera, por lo que el sabio dijo:
-¡Tienes que venir más rápido cuando te irrites, de lo contrario no podré ver tu cólera!
Pasaron unos días más. El hombre tuvo un nuevo ataque de cólera y salió corriendo, tanto como sus piernas se lo permitían, llegó a la cima verdaderamente extenuado. Pero ya no tenía ira… Al final el sabio le dijo:
-¿Te das cuenta, amigo? La ira no te pertenece. No es para ti. Por lo tanto te daré la solución: La próxima vez que la ira quiera poseerte no la aceptes. Te hace daño y malogra tu relación con los demás. ¡Despréciala!”.
Hoy en día la mayoría de nuestros espacios públicos y personales están siendo invadidos con la agresividad de las personas. Salir a la calle, en muchos casos, implica tener que protegernos de aquellos que actúan con agresividad e irritabilidad en el tráfico, en los trabajos, en el servicio que requerimos, inclusive en un trato casual podemos salir afectados por la actitud agresiva que tienen ciertas personas. La ira puede llegar a ser una de las emociones más destructivas que experimentemos, sobretodo cuando al dejarnos llevar por ella se nubla nuestra mente y nos volvemos sólo reacción. Pero lo más interesante es que generalmente reconocemos la agresividad en la actuación de los otros y pocas veces la observamos en nosotros. Ya sabemos que vivir con tanta agresividad hace que nuestro entorno se vuelva difícil y conflictivo, por esto, y por las heridas emocionales que nos causamos unos a otros a través de nuestro comportamiento y actitud equivocados, vale la pena detenernos y reflexionar acerca de nuestra actuación. ¡Pongamos la violencia en paz! Todos aspiramos a vivir en un mundo más pacífico donde podamos expresarnos, desarrollarnos y convivir de una manera mas armónica, respetuosa y responsable. Creemos que en la medida en que las personas violentas y agresivas mejoren su comportamiento podremos sentirnos más a gusto en el mundo. Pero la paz verdadera comienza en el interior de cada uno de nosotros. Esta se manifiesta a través de nuestros comentarios, acciones y elecciones, en las relaciones que mantenemos con nuestros seres queridos, en nuestra actuación diaria, y en el trato que le damos a los demás. Con esto quiero decir que para vivir en un entorno más pacífico necesitamos revisar y ajustar nuestro comportamiento. ¿Cuántos pensamientos vengativos y agresivos tuviste hacia alguna persona? Muchas veces nosotros somos los agresivos, pero siempre tenemos una justificación para nuestro comportamiento, mientras que juzgamos duramente el de los demás. La ira trae como consecuencia la agresividad y ésta el maltrato. “Nadie merece que le hagan daño y nadie tiene derecho a hacerlo”.
Fórmulas para mantener tu paz:
Toma distancia en cada situación difícil y usa tu buen humor. Suaviza las situaciones difíciles que enfrentes.
Toma conciencia de tus reacciones negativas. Escucha y reconoce el tono emocional y las palabras que utilizas para hablar.
Deja de buscar culpables y asume tu responsabilidad. En la medida en que reconozcas la ira presente en ti podrás hacer el trabajo para sanarla.
Mira de frente a tu ira. Acéptala dentro de ti, busca sus raíces en tu pasado afectivo, perdona y toma la decisión de sanar emocionalmente.
Unos segundos antes de dejarte llevar por la ira recuerda las consecuencias negativas de volverte agresivo.Fórmulas para mantener tu paz:
Toma distancia en cada situación difícil y usa tu buen humor. Suaviza las situaciones difíciles que enfrentes.
Toma conciencia de tus reacciones negativas. Escucha y reconoce el tono emocional y las palabras que utilizas para hablar.
Deja de buscar culpables y asume tu responsabilidad. En la medida en que reconozcas la ira presente en ti podrás hacer el trabajo para sanarla.
Mira de frente a tu ira. Acéptala dentro de ti, busca sus raíces en tu pasado afectivo, perdona y toma la decisión de sanar emocionalmente.
Sé paciente y perseverante en tu esfuerzo de transformar tu actitud y comportamiento. Mereces tener paz interior y mejores relaciones con las demás personas. El mejor remedio contra la violencia es la tolerancia y el diálogo, muestra a los demás el poder de las palabras comprensivas.
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