“Un rico turista visitó al famoso rabino polaco Hofetz Chaim y quedó asombrado al ver que la casa del Rabino consistía, sencillamente, en habitaciones llenas de libros. Su único mobiliario era, simplemente, una larga mesa y dos banquetas.
-Rabino, ¿dónde están sus muebles? Preguntó el turista.
-¿Y dónde están los tuyos?, replicó Hofetz.
-¿Los míos? Pero si yo sólo soy un visitante. Estoy aquí de paso, dijo el turista
-Lo mismo que yo, dijo el Rabino”.
Vivimos acumulando y cargando cosas, creencias, ideas, actitudes y hábitos que se repiten en nosotros a través del tiempo sin detenernos a reflexionar en el significado y el valor real que tienen para nosotros. ¿Valdrá la pena seguir cargando con ellos, sobre todo si descubrimos que nos hacen infelices?
¡Es tiempo de renovarnos! Y esto significa aligerar nuestro equipaje para la vida, desprendernos, por ejemplo, de aquellas cosas que hace por lo menos cinco años que no usamos, pero que siguen ahí, guardadas en algún lugar de nuestro clóset o de nuestra casa esperando el momento en que podamos o decidamos volverlas a usar. Y mientras tanto ocupan un lugar que pudiéramos llenar con otras nuevas, más útiles y positivas para nosotros en este momento. Lo mismo sucede con algunas creencias que terminaron convirtiéndose en una causa de malestar o infelicidad porque cambiamos, crecimos y ahora estamos limitados por ellas, pero que no somos capaces de cambiarlas porque nos da temor equivocarnos en el proceso. Eso sucede con algunos prejuicios o ideas preconcebidas que, alimentadas por el dolor o el resentimiento, nos impiden analizar una situación con la objetividad suficiente como para comprender que tal vez pudiéramos cambiar de opinión con respecto a una situación o a una persona, dándonos así la posibilidad de ser libres de los sentimientos y pensamientos negativos que nos acompañaron durante tanto tiempo, haciéndonos sentir víctimas de las circunstancias o de los demás. A todos nos llega el tiempo de detener la marcha por un momento para reflexionar, sin juicio y sin crítica, acerca de lo que ha sido y sigue siendo nuestra vida; preguntándonos si queremos seguir actuando o pensando de la misma manera o si queremos arriesgarnos a cambiar nuestra forma de ser o de interpretar los hechos que se nos presentan.
Cada vez que sentimos apego debemos reflexionar y decidir si estamos dispuestos a desprendernos de algunos objetos que ya no usamos ni necesitamos para compartirlos con alguien que pueda valorarlos o si continuaremos nuestro viaje cargando un peso excesivo que nos lleve a perder parte de la libertad de movimiento y de cambio que necesitamos. Estamos en una época propicia para hacer un inventario de nuestra vida. En Navidad podemos aligerar el peso que cargamos para suavizar nuestros días y mejorar nuestra visión e interpretación acerca de cada experiencia que tenemos.
¡Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad! Si tu existencia actual no te satisface puedes hacer algo inmediatamente para mejorarla. La vida es un juego maravilloso donde puede suceder de todo —sin límites— y cuando lo entendamos así desaparecerá el miedo, que es nuestro peor enemigo; entonces la vida se convertirá en una experiencia plena que nos llevará inevitablemente a la felicidad. No importa cuál sea nuestra situación, nuestra edad o el tipo de trabajo que hagamos, siempre que lo deseemos y trabajemos por ello será posible mejorar la calidad de nuestra existencia.
¿Entonces qué te impide comenzar a ser feliz ahora mismo y cambiar tu vida?...
¿Cómo empezar?
Vístete de optimismo. Comienza a pensar de una manera más positiva, anímate a recorrer solo el sendero de la vida, confiando en que tienes las herramientas necesarias para enfrentar cualquier situación. Libérate del pesimismo y de la actitud negativa.
Haz un inventario. Escribe una lista con todas las cosas que tienes revisando cada área de tu casa. Pon un poco de orden y decide cuáles conservarás, cuáles compartirás con otros y cuáles desecharás definitivamente. Aprovecha la oportunidad de salir de todas esas cosas que no usas, no importa si son costosas, véndelas o regálalas y verás como te sentirás más liviano. Date oportunidad en la vida de que te lleguen cosas nuevas.
Resuelve los problemas. Encárgate de afrontar los problemas que puedes solucionar. Comienza a trabajar en ellos pero, sólo en uno a la vez, sin desesperarte. Siéntete capaz de resolverlos, repite con frecuencia estas afirmaciones: “Sé que puedo resolverlo”, “Soy capaz de salir adelante”… esto te ayudará a reforzar la confianza en ti mismo.
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