“Un gran maestro y su guardián compartían la administración de un monasterio, pero el guardián murió y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger entre ellos al que tendría el honor de ser el nuevo guardián.
-Voy a presentarles una situación —dijo el maestro—. Aquel que la resuelva primero será el nuevo guardián del templo.
Sobre un banco de madera, en el centro del salón, puso un enorme y fino florero de porcelana con una hermosa rosa roja y les señaló: ‘Este es el problema’.
Los discípulos contemplaban perplejos el sofisticado jarrón, la frescura de la flor, la belleza del conjunto y el aroma de la rosa sin saber qué hacer. Todos estaban paralizados. Después de unos minutos un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el jarrón con determinación y lo tiró al suelo rompiéndolo en mil pedazos.
-Maestro, disculpe, pero usted dijo que ese florero era el problema y yo acabo de terminar definitivamente con él.
El maestro sonriendo le dijo: ‘Usted es el nuevo guardián, pues no importa qué tan fascinante sea el problema; hay que resolverlo lo más rápidamente para poder seguir adelante’”.
Puede ser muy bello y fascinante, como el jarrón de porcelana, también puede ser un gran amor que ya no tiene sentido, o un trabajo que debemos abandonar, pero que insistimos en mantener esperando a que algo pase y lo resuelva por nosotros. Sólo existe una forma de lidiar con las situaciones difíciles: mirarlas de frente, resolverlas de raíz y seguir adelante.
Conozco a una persona que acaba de soltar la pequeña esperanza que tenía de volver a recuperar a su ex pareja. Durante el año y medio que tenían divorciados, y por motivos de negocios en común, ella sufría el contacto que tenía con él, a pesar de que se mostraba serena y madura. Hoy ya está libre de ese recuerdo y de esos sentimientos. Acaba de poner los pies en la tierra y está lista para volver a comenzar.
Cada vez que terminamos con un ciclo en nuestra vida experimentamos esa sensación de pérdida momentánea del rumbo. No sabemos qué hacer ni por dónde comenzar, pues siempre hemos buscado depender de personas, trabajos, lugares y objetos, pensando que así le daremos estabilidad y sentido a nuestra vida. Cuando un ciclo se acaba y ponemos de nuevo los pies en la tierra redescubrimos nuestra identidad, nuestras capacidades, nuestro derecho a la independencia y poco a poco volvemos a recuperar la fortaleza y la confianza que nos permiten en algún momento establecer el nuevo rumbo de nuestra vida.
¡Qué bueno que todo pasa!
Podemos permanecer mucho tiempo inmersos en el sentimiento de pérdida, deprimiéndonos o viviendo fantasías creadas sólo por nuestra mente o deseando que algo lo suficientemente fuerte pase, como para darnos la señal que estábamos esperando para impactarnos y sacarnos del pantano donde nos encontramos atrapados. Y no importan las palabras y los esfuerzos que otros hagan para sacarnos de ahí, hacemos oídos sordos a todo cuanto nos sugieren hasta que en verdad estamos listos para aceptar, soltar y volver a comenzar. No dejes que la vida continúe mientras tu estás estancado o escondido viviendo de tus recuerdos del pasado, haciéndote más daño a ti mismo. Toma la responsabilidad de tu vida y construye tu propio destino lo más pronto posible. Concédete otra oportunidad y sal de ese encierro. Descúbrete de nuevo, pues aunque no te parezca este es el mejor momento para cambiar de vida. Recuerda que:“Todo lo que termina o sale de nuestra vida, así sea en contra de nuestra voluntad y deseos, representa una oportunidad para ganar libertad, madurez y sabiduría”.
Para tener en cuenta
Haz borrón y cuenta nueva. Decide comenzar una nueva etapa en tu vida. Suelta el pasado y concéntrate en el presente. Conoce tus miedos y enfréntalos con valor, fe y determinación. Conviértelos en tus aliados.
Llena tu vida de color. Descubre qué te apasiona. Tómate el tiempo necesario y encuentra qué te motiva, qué te gusta hacer, cuáles son tus cualidades y, una vez que lo hayas definido, aprende a usarlas.
Concéntrate en lo que quieres. Comienza a soñar de nuevo, enfócate en alcanzar tus metas. Escríbelas en una tarjeta y colócala donde puedas leerla todos los días. Pregúntate: ¿Qué voy a hacer hoy para estar más cerca de conseguirlas?
Busca personas positivas que te apoyen. Es más sencillo cambiar nuestro estilo de vida si nos apoyamos o acompañamos de personas positivas y entusiastas que deseen lo mejor para nosotros. Déjate guiar y animar si fuese necesario.
Haz planes para disfrutar tu nueva vida. Recupera la confianza en ti mismo y en tu capacidad para resolver cualquier situación. Abre tu mente y tu corazón para que encuentres de nuevo el ritmo en tu vida.
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