“Un sacerdote estaba observando a una mujer que se encontraba sentada, con la cabeza hundida entre sus manos, en un banco de una iglesia vacía. Pasó una hora... pasaron dos horas, y allí seguía, completamente inmóvil. Al fin se acercó el sacerdote a la acongojada feligresa y le dijo en voz baja: “Señora, disculpe, ¿puedo ayudarla en algo?”. “Gracias, Padre —respondió ella—, pero ya he recibido toda la ayuda que necesitaba”.
Encontrarnos en una situación que no esperábamos puede llenarnos de ansiedad y angustia. Sea cual sea la situación que enfrentas, no te desesperes, recuerda que siempre hay un camino para solucionar o mejorar las cosas.
Tal vez estés terminando una relación con tu pareja y te sientas herido y destrozado, creyendo que nadie puede entenderte y mucho menos ayudarte, pues la traición y el abandono causan una profunda herida en el corazón, que fácilmente nos lleva a la soledad y la depresión. Quizás tengas en tu alma un gran vacío, por la pérdida de un ser querido, y que te parece que nunca podrás superar. O a lo mejor estás enfermo tú o un ser querido y te sientes solo, impotente y asustado, con una angustia difícil de soportar; o es posible que tengas dificultades económicas, que te hagan sentir agobiado, desesperado e inseguro.
Son tantas las situaciones que nos pueden causar malestar y angustia a lo largo de nuestra vida, que debemos aprender a afrontarlas y a manejarlas, para salir lo mas rápidamente de ellas y así evitar que nos hagan mas daño del necesario.
Existen varias herramientas que podemos usar y que nos ayudarán a aliviar el dolor, y a salir de la situación que nos angustia. Lo más importante es tener presente que cada uno de nosotros debe enfrentar su propio proceso y darle solución, sin depender de otros para hacerlo.
Claves para liberar la angustia
Vivir el duelo. Lo primero que debemos hacer es aceptar y vivir nuestro duelo con entrega. Recuperarse toma tiempo, quizás una semana, un mes, a lo mejor un año, porque mientras más profunda sea la herida, más tardará en curarse. Algunas personas te dirán que ya pasará, que eres fuerte y que lo superarás, que todo es cuestión de tiempo… pero yo te sugiero que no te apresures y que vivas con calma tu duelo, consulta con tu corazón y procúrate el tiempo que necesites. No evites afrontar tu realidad, pues si ignoras el dolor sólo retardarás tu recuperación llenando tu alma de resentimiento y amargura.
Reserva tiempo para la soledad. La compañía de otras personas es importante, pero requerirás estar solo por momentos para recorrer tu proceso. La oración, la reflexión y la meditación te darán fortaleza interior, claridad y paz mental. Acepta la soledad, pero evita aislarte completamente; busca un verdadero amigo con quien hablar, desahoga tu alma y vacía tu mente de ideas o pensamientos negativos. Cuando expreses tus sentimientos en voz alta, escucharás tus pensamientos y mágicamente encontrarás respuestas y alivio a tus angustias.
Escucha a tu cuerpo. ¿Qué alivia tu dolor? ¿Llorar? ¿Dormir? ¿Tomar un baño tibio? ¿O quizás una sopa caliente?... Consiente tu cuerpo en esos momentos difíciles y así poco a poco te irás recuperando. Descansar profundamente y alimentarte bien, harán que puedas recuperar y mantener alta la vitalidad y la energía.
Sal a caminar. Hazlo especialmente si estás preocupado, estresado o angustiado. Caminar nos sube el ánimo, disipa la tensión, y además aclara nuestra mente y renueva los pensamientos. Practicar algún tipo de actividad física con disciplina, relaja tu cuerpo, despeja y distrae la mente y ayuda a tener una perspectiva diferente y positiva acerca de la situación que enfrentas.
Establece contacto con la naturaleza. Recuerda que ella es una madre lo suficientemente grande para acoger tu dolor y darte la serenidad y la tranquilidad que necesitas. Contemplar un atardecer, observar la majestuosidad del mar o bañarte en él, el esplendor de una montaña, abrazar un árbol, respirar aire puro, nos devuelve la paz contagiante que refleja la naturaleza, y que sosiega nuestra alma.
Perdona. Tal vez necesites perdonar a quien que te ha hecho daño. Perdonar es una bendición que te libera del resentimiento y la amargura. Mientras transitas por el camino del dolor hacia la recuperación de tu equilibrio y tranquilidad sé paciente y amable contigo mismo, no te desesperes ni te castigues. Todo es para aprender, usa tu dolor para crecer interiormente, pues esa situación difícil puede darte la fuerza necesaria y una nueva perspectiva para que cambies y mejores tu vida.
¡Ten confianza! Estoy segura de que pronto volverás a sentir la alegría de vivir.
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