Hace unos dias, estaba sentada observando el atardecer, la paleta de tonos pastel que tenía el cielo y la serenidad del mar abierto… mientras disfrutaba del paisaje tan maravilloso que tenia frente a mí, pensaba en lo sencilla que era la vida… y en el contraste tan grande que existe, en los momentos en los que se transforma en una experiencia difícil y dolorosa de asumir.
Hay personas para quienes la vida se convierte de un momento a otro, en una experiencia dura... Y es sorprendente ver como hacen todo lo posible para lograr que sea todavía más complicada y pesada de vivir.
En realidad es asombrosa la capacidad que tenemos de crear situaciones y mecanismos para complicar nuestras vidas, en el área personal y profesional, desperdiciando así, los grandes recursos que tenemos, como el tiempo, la energía y el dinero en situaciones y cosas que nos desgastan y no nos benefician en lo absoluto.
Con gran facilidad, nos envolvemos en un remolino de miedos, pensamientos y emociones negativas, sin un sentido real y positivo; nos ahogamos en un mar de susceptibilidades y dramatismos innecesarios; nos abrumamos y aturdimos en una especie de carrera loca para aparentar lo que no somos o lo que no sentimos, desesperados por adquirir posesiones materiales que en realidad no necesitamos, para figurar, pertenecer o sentirnos aceptados por los demás.
Muchos de estos parámetros que usamos para vivir cada día hacen que olvidemos nuestros sueños y que no cumplamos con los objetivos que nos trazamos para cumplir con nuestra misión de vida. ¡Simplificarnos y volver a lo esencial, debe ser nuestra prioridad!
Hagamos un alto en el camino para revisar el rumbo, los planes y el equipaje que llevamos en este viaje, identifiquemos todo lo que cargamos, lo material, lo emocional y lo mental, para sacar aquello que no tenga un propósito útil y significativo. En esta pequeña aventura, el exceso de equipaje, nos impide avanzar, tomar decisiones, aceptar los cambios y abrirnos a nuevas oportunidades, además, puede hacernos perder el balance emocional y la claridad mental que tanto necesitamos, para tener una vida plena.
Vamos, toma la decisión de simplificar tu vida, de aligerar el peso de tu equipaje, para que puedas tomar lo mejor de cada experiencia y entregar siempre lo bueno que surge en ti, a través del contacto y la compartida que mantienes con las demás personas. ¡Hoy puedes comenzar a vivir! No te sabotees la posibilidad de tener una vida con más calidad, busca la manera de volver a lo esencial, con una gran dosis de sentido común, discernimiento y pasión.
Comienza hoy. No esperes el momento adecuado para hacerlo, porque tal vez nunca llegue. Haz lo necesario para que tu vida sea más fácil, haz una lista de todo aquello que no has usado en el último año y sal de ello.
Cruza el puente cuando llegues al río. Usualmente nos inquieta más lo que imaginamos o suponemos que puede ocurrir. Libérate de las preocupaciones y los miedos por lo que pueda pasar y ocúpate de resolver lo que está en tus manos en este momento.
Vuela sobre el pantano. Elévate por encima de la mezquindad, del egoísmo y de la apatía. Sana los viejos sentimientos de culpa, envidia o resentimiento, toma sólo lo bueno que la vida te ofrece y deja lo demás a un lado.
Aligera tu equipaje. Despréndete de todo lo que no necesitas y que sigues cargando por costumbre, apego o temor. Incorpora nuevos hábitos positivos a tu rutina diaria, cambia algunas de las viejas ideas que te han frenado y saboteado la posibilidad de sentirte bien. Organiza y limpia tus papeles, el garaje, las gavetas… ordena y organiza tu vida por prioridades.
Supera el drama y la susceptibilidad. Trabaja internamente para fortalecerte emocionalmente, corta el cordón umbilical que te mantiene atado a las personas que te manipulan y afectan negativamente. Recuerda que la Divinidad, siempre trabaja a tu favor, deja de sentirte víctima de los demás o de las circunstancias, levántate y toma la conducción de tu vida.
Revisa tus necesidades y expectativas. Muchas veces buscamos satisfacer necesidades que no son reales, que otros nos han hecho creer que nos hacen falta para sentirnos bien. Haz una lista con todas las cosas que piensas que te hacen falta y pregúntate si tenerlas te hará sentir pleno, o en paz. No esperes tanto, acepta y disfruta lo que te trae cada día.
Hay personas para quienes la vida se convierte de un momento a otro, en una experiencia dura... Y es sorprendente ver como hacen todo lo posible para lograr que sea todavía más complicada y pesada de vivir.
En realidad es asombrosa la capacidad que tenemos de crear situaciones y mecanismos para complicar nuestras vidas, en el área personal y profesional, desperdiciando así, los grandes recursos que tenemos, como el tiempo, la energía y el dinero en situaciones y cosas que nos desgastan y no nos benefician en lo absoluto.
Con gran facilidad, nos envolvemos en un remolino de miedos, pensamientos y emociones negativas, sin un sentido real y positivo; nos ahogamos en un mar de susceptibilidades y dramatismos innecesarios; nos abrumamos y aturdimos en una especie de carrera loca para aparentar lo que no somos o lo que no sentimos, desesperados por adquirir posesiones materiales que en realidad no necesitamos, para figurar, pertenecer o sentirnos aceptados por los demás.
Muchos de estos parámetros que usamos para vivir cada día hacen que olvidemos nuestros sueños y que no cumplamos con los objetivos que nos trazamos para cumplir con nuestra misión de vida. ¡Simplificarnos y volver a lo esencial, debe ser nuestra prioridad!
Hagamos un alto en el camino para revisar el rumbo, los planes y el equipaje que llevamos en este viaje, identifiquemos todo lo que cargamos, lo material, lo emocional y lo mental, para sacar aquello que no tenga un propósito útil y significativo. En esta pequeña aventura, el exceso de equipaje, nos impide avanzar, tomar decisiones, aceptar los cambios y abrirnos a nuevas oportunidades, además, puede hacernos perder el balance emocional y la claridad mental que tanto necesitamos, para tener una vida plena.
Vamos, toma la decisión de simplificar tu vida, de aligerar el peso de tu equipaje, para que puedas tomar lo mejor de cada experiencia y entregar siempre lo bueno que surge en ti, a través del contacto y la compartida que mantienes con las demás personas. ¡Hoy puedes comenzar a vivir! No te sabotees la posibilidad de tener una vida con más calidad, busca la manera de volver a lo esencial, con una gran dosis de sentido común, discernimiento y pasión.
Comienza hoy. No esperes el momento adecuado para hacerlo, porque tal vez nunca llegue. Haz lo necesario para que tu vida sea más fácil, haz una lista de todo aquello que no has usado en el último año y sal de ello.
Cruza el puente cuando llegues al río. Usualmente nos inquieta más lo que imaginamos o suponemos que puede ocurrir. Libérate de las preocupaciones y los miedos por lo que pueda pasar y ocúpate de resolver lo que está en tus manos en este momento.
Vuela sobre el pantano. Elévate por encima de la mezquindad, del egoísmo y de la apatía. Sana los viejos sentimientos de culpa, envidia o resentimiento, toma sólo lo bueno que la vida te ofrece y deja lo demás a un lado.
Aligera tu equipaje. Despréndete de todo lo que no necesitas y que sigues cargando por costumbre, apego o temor. Incorpora nuevos hábitos positivos a tu rutina diaria, cambia algunas de las viejas ideas que te han frenado y saboteado la posibilidad de sentirte bien. Organiza y limpia tus papeles, el garaje, las gavetas… ordena y organiza tu vida por prioridades.
Supera el drama y la susceptibilidad. Trabaja internamente para fortalecerte emocionalmente, corta el cordón umbilical que te mantiene atado a las personas que te manipulan y afectan negativamente. Recuerda que la Divinidad, siempre trabaja a tu favor, deja de sentirte víctima de los demás o de las circunstancias, levántate y toma la conducción de tu vida.
Revisa tus necesidades y expectativas. Muchas veces buscamos satisfacer necesidades que no son reales, que otros nos han hecho creer que nos hacen falta para sentirnos bien. Haz una lista con todas las cosas que piensas que te hacen falta y pregúntate si tenerlas te hará sentir pleno, o en paz. No esperes tanto, acepta y disfruta lo que te trae cada día.
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