Una tarde , frente a un centro comercial, encontré un vendedor callejero con una carretilla llena de mandarinas, escuché cómo este hombre mal vestido y sudoroso, a todo pulmón gritaba sonriendo, las bondades de sus mandarinas: “Mire qué hermosas frutas, señorita. Pruebe una sin compromiso, si no le gusta no se la cobro; distinguido caballero, llévele esta bolsa de mandarinas a su esposa, tenga un dulce detalle con ella, llévelas ahora y mañana me las paga”, yo observaba sin que él se diera cuenta su entusiasta y alegre perorata… luego me miró fijamente con unos ojos chispeantes y me dijo con su cara radiante: ¡Señora, se ha dado cuenta Usted qué lindo día nos ha regalado el Creador!! Quedé sin saber qué responderle, estaba sorprendida: este hombre humilde era capaz de generar toda esa alegría, toda esa felicidad, a pesar de que no parecía tener las cosas que la mayoría de nosotros creemos que dan la felicidad. (otro concepto de la vida) Mire a mi alrededor y sólo vi gente cabizbaja, amargada, apurada y agobiada, nadie se fijaba en este hombre y su mensaje. En verdad es extraño y reconfortante encontrar a alguien con tanta alegría en el medio de la ciudad, simplemente por el hecho de estar vivo y tener la oportunidad de hacer su trabajo.
La felicidad de este hombre común y corriente, que vive el día a día en circunstancias mucho más difíciles que tú y yo, me confirma que para ser feliz, no se requiere de vivir en una gran mansión ni de pasar grandes vacaciones ni de tener un cargo muy importante ni de tener muchos títulos, ni de la marca de nuestra ropa ni de cuánto dinero tengamos en el banco; en verdad, la felicidad es un estado de conciencia y depende de nuestra actitud, pues la mayoría de la gente es tan feliz como decide que puede serlo.
¡No necesitamos estar en circunstancias diferentes para ser felices!!. ¿Cuántas veces pensamos: Seré feliz cuando me gradúe, “cuando me case”, “cuando me jubile”, “cuando me mude a otra ciudad o país”, “cuando me aumenten el sueldo”, “cuando consiga otro trabajo”..? Postergamos continuamente la felicidad sin darnos cuenta que no podemos hacerlo pues el único momento que tenemos y podemos usar es el presente.
Recuerda que ¡serás tan feliz como decidas serlo, incluso si no cambian las circunstancias!! La felicidad es exclusivamente tu responsabilidad, eres tú quien decide si vives amargado, haciendo mala cara o si por el contrario vives feliz y sonriente. Comienza a cambiar tu actitud y la interpretación que le das a cada evento que aparece en tu vida. A veces nos sucede que cuando estamos a punto de comenzar una nueva etapa en la vida, aparece una piedra en el zapato, algo por resolver, un imprevisto o un problema que solucionar, nos desanimamos pensando qué la felicidad no es para nosotros, sin darnos cuenta de que los problemas y los imprevistos forman parte del proceso de la vida y que siempre estarán ahí para ayudarnos a crecer, a madurar y a usar las herramientas que tenemos, ajustemos la perspectiva que tenemos de la vida. Aprende a disfrutar del proceso y del camino que te lleva a conseguir tus metas. Reconoce todos tus regalos y dale gracias a la vida por todo lo que tienes, aunque sólo sea la posibilidad de estar vivo un día más y disfrútalo, porque es un regalo extraordinario. Más que dinero y fama, busca sentirte bien contigo mismo, con lo que haces, con lo que tienes y con las personas que te acompañan a vivir cada día; esa tiene que ser tu prioridad. Pregúntate: ¿qué estoy haciendo o dejando de hacer para sentirme vacío o desanimado? Es posible que cuando dejes de buscar culpables de tu malestar, puedas encontrar en ti la causa del mismo, entonces habiéndolo reconocido podrás trabajar en el para superarlo.
A propósito, te daré un formula infalible para ser feliz de forma instantánea: haz feliz a otros. Pues todo lo que entregas a los demás sin esperar recompensa o reconocimiento alguno, te reconforta, te fortalece y hace que la prosperidad llegue a tu vida. ¡Te juro que funciona!
“Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te estuviera viendo”.
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