Muchos maestros, poetas, escritores y hasta psicólogos han escrito acerca del perdón y su significado. Hasta nosotros, en muchos momentos, hemos tratado de explicar a una persona su significado con la intención de motivarlo a practicarlo por su propio bien, pero, ¿somos capaces de usarlo para sentir un alivio verdadero y definitivo?
Antes de comprometernos a trabajar en el perdón, deberíamos preguntarnos si estamos en verdad dispuestos y listos para pasar la página, a colocarnos en el lugar de la otra persona para comprender su comportamiento, a dejar salir la rabia, sanar nuestras heridas, a soltar y darnos otra oportunidad a pesar de temer que nos vuelva a pasar… porque sólo así podremos obtener el alivio esencial que nos permita realmente poner ese recuerdo donde pertenece: En el pasado.
He descubierto por mí misma que realizar el perdón desde el corazón y habiendo asumido el dolor que nos pudo causar una persona o una situación, nos libera, devolviéndonos nuestra paz interior y la alegría en nuestro corazón. De pronto y como por arte de magia, nos sentimos fortalecidos, aliviados como si nos hubiéramos quitado una gran carga emocional de encima, yo diría más bien que de adentro, que si bien no éramos capaces de reconocer, una vez que nos liberamos de ella desaparece ese manto delgado pero gris que nos cubría y que empañaba nuestra interpretación acerca de la vida y los momentos felices.
Piensa por un momento en el mundo que tendríamos si las personas decidieran perdonar y perdonarse a sí mismas por los errores y las heridas del pasado… Seguramente que la violencia se minimizaría, dejando espacio para la reconciliación, la conversación, los acuerdos, la puesta de límites y el volver a comenzar. Cuando hablamos de perdonar, es bueno pensar en aquellas pequeñas discusiones y diferencias cotidianas que tenemos con la pareja, con nuestro hijo, con la vecina, con el jefe o con nuestro compañero de trabajo, que generalmente nos molestan, nos alteran y hasta trastornan el resto de nuestro día, pero, como las consideramos tan pequeñas, pensamos que no vale la pena detener nuestra actividad, para invertir unos minutos de reflexión y practicar el perdón, de manera que pudiéramos evitar que se queden dentro de nosotros todas esa emociones y pensamientos tan negativos haciéndonos tanto daño a nosotros mismos. Es importante que tomemos conciencia de la importancia que tiene el tomar la decisión de no cargar más con el lastre pesado que significan la rabia, el resentimiento, la venganza y el miedo.
¡La vida está comenzando otra vez ahora! Justo en este instante tienes otra oportunidad para perdonar y pasar esa página en la que has estado detenido por tanto tiempo en el libro de tu vida.
No para todas las personas es fácil perdonar, para algunas es una tarea difícil que implica darse el tiempo necesario para aceptar lo que pasó, y comprender que algo tenían que aprender a través de esa experiencia para alcanzar más madurez, fortaleza y compasión. Pensemos que en la medida en que estemos dispuestos a encarar el pasado difícil, podremos desprendernos del dolor, la rabia o el resentimiento mas rápidamente, y así llenar todo ese espacio interior con amor, empatía, alegría y confianza en nosotros, en los seres humanos y en la Divinidad.
Claves para perdonar
Ponte en el lugar del otro. Cuando conocemos la situación, las condiciones, la educación y el ejemplo que recibió la persona a la que vamos a perdonar, nos es más sencillo hacerlo.
Llena tu corazón de amor. Alimenta tu vida y llena tu corazón, con el cariño que sientes hacia tus seres queridos y usa este amor para perdonar. Hazlo desde el corazón y no con la cabeza.
No guardes expectativas. Perdona sólo cuando estés dispuesto a soltar, a dejar ir definitivamente a esa persona o a ese recuerdo de tu vida.
Haz ejercicio por 14 días. Practicar el perdón una sola vez no es suficiente, porque además de sanar nuestras heridas liberando las emociones negativas, debemos reprogramar nuestros pensamientos. Puedes extenderlo hasta 21 días consecutivos si fuese necesario.
Vale la pena sentirse libre de todo ese veneno que nos sembraron alguna vez. No merece que sigamos recordándolo por el resto de la vida, ¡pasa la página!
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