miércoles, 4 de febrero de 2009

De rodillas


Es mucho el peso que llevan sobre sus "hombros", por ello no es de extrañar que sean también cada vez más comunes las lesiones que las afectan. Sepa cuáles son las más frecuentes y cómo prevenirlas.

Los problemas que afectan las rodillas son más frecuentes de lo que se piensa, y ello por una razón fundamental: el gran peso que soportan. Cuando se camina, por ejemplo, hay un momento en que la rodilla de una sola pierna lleva toda la carga corporal, una cantidad a la que se suma, en casos de que se esté subiendo un cerro o practicando algún deporte, la fuerza que implica vencer la inercia o la gravedad. La rodilla es una de las articulaciones más importantes del cuerpo humano. A su responsabilidad de soportar el peso del hombre une la de propiciar el movimiento cuando se camina o corre o trota o nada. Para ello se vale -la rodilla, por supuesto- de un extraordinario diseño donde confluyen tres superficies articulares, a saber: la parte distal del fémur, la proximal de la tibia, y, claro está, la rótula. Estas tres superficies mantienen su estrecho contacto dentro de una especie de cápsula -se le llama cápsula articular- que está recubierta por una membrana -sinovial-que, a su vez, produce un líquido -líquido sinovial- que lo baña todo con el único propósito de actuar como lubricante. Claro está que no todo es conjunción de huesos. Con el propósito de que fémur, tibia y rótula permanezcan allí en agradable compañía, aparecen las denominadas partes blandas de la rodilla, que no son más que los meniscos -algo así como los amortiguadores para que hueso y hueso no choquen- y los ligamentos, unas bandas que están para darle estabilidad a todo el conjunto. Lo sorprendente es que, en un sentido estricto, se puede hablar de dos articulaciones cuando se habla de la rodilla. Como muy bien lo explica el cirujano Franco Cordivani, una tendría que ver con la función de la carga de peso; y otra, con la del movimiento. La primera sería la denominada articulación femorotibial (fémur-tibia); mientras que la segunda se denomina patelofemoral (rótula-fémur).

El asunto no es tan complicado. Imagínese a una persona de pie... allí está soportando la carga de todos los kilos que conforman su anatomía. Ese peso pasa por la rodilla, precisamente por la articulación que forman el fémur con la tibia. La parte deslizante de la articulación -los extremos de cada hueso que confluyen- está compuesta por lo que se conoce como cartílago articular -la textura facilita el contacto- lo que, desafortunadamente, no es suficiente para evitar el desgaste por el roce. De allí la presencia -entre fémur y tibia-, de esos dos colchones que son los meniscos. Por la forma de herradura que caracteriza a ambos huesos, se puede hablar de un menisco para el compartimiento externo, y otro para el interno, pero ese sería tema para un trabajo de mayor profundidad. Lo importante es destacar, junto a los meniscos, la presencia de los ligamentos, necesarios, como ya se ha dicho, para garantizar la estabilidad. Estas "bandas" están presentes en todas las articulaciones y, específicamente en la rodilla, son de dos tipos, los cruzados y los colaterales.

Ahora piense en el movimiento que hace una persona al extender la pierna hacia delante. La articulación que allí entra en juego es otra, la que conforman el fémur con la rótula. El tendón del cuadriceps -donde está incrustada la rótula- hace brazo de palanca cuando se contrae el músculo, y voilá, el milagro del movimiento se produce.
Había que entender la conformación de la rodilla para poder hablar con propiedad de las lesiones que la afectan con mayor frecuencia. Cordivani las divide según el tipo de paciente del que se trate. Así, habla de tres grandes grupos de personas que acuden a su consultorio: los llamados deportistas ocasionales, los propiamente deportistas y las personas mayores o de la tercera edad.

Cada oveja... con su rodilla
Deportistas ocasionales son aquellos quienes, como bien explica el especialista, han llevado una vida sedentaria por muchísimo tiempo, y en algún momento de su existencia han vuelto a practicar algún tipo de actividad física, casi siempre por recomendación de algún médico. "Son pacientes que nunca han hecho deporte, y muchas veces tienen patologías congénitas que no se habían manifestado con síntomas... hasta que empezaron a moverse". En estos casos, las afecciones más frecuentes son los síndromes patelofemorales. Cordivani se refiere especialmente a dos por su importancia: la mala alineación de la rótula -tiende a irse hacia la parte externa, lo que lesiona el cartílago (condromalasia rotuliana)-, un mal que se manifiesta con un fuerte dolor en la cara anterior de la rodilla; y las plicas sinoviales, que no son más que pliegues de la membrana sinovial -en realidad restos embrionarios presentes en 70% de la población-, que empiezan a producir síntomas cuando se realiza algún ejercicio físico. Todos estos males son prevenibles... basta un chequeo oportuno de la rodilla antes de iniciarse en la práctica de la actividad física, lo que serviría para descartar cualquier anomalía congénita. La visita a un traumatólogo sería tan prudente como la que se hace al cardiólogo antes de empezar algún deporte.

Los deportistas presentan lesiones mucho más graves... y, desafortunadamente, es un apartado donde cada vez entra un mayor número de niños, como consecuencia de la práctica, a temprana edad, de deportes de riesgo -fútbol, baloncesto, volibol-. Por lo general, explica Cordivani, son lesiones de las partes blandas de la articulación femorotibial; es decir, de los meniscos y de los ligamentos. Ninguna es prevenible, porque casi siempre son la consecuencia de un traumatismo, y todas requieren de tratamiento quirúrgico (no hay opciones). Lo que sucede, agrega el especialista, es que la rodilla no está diseñada para movimientos de rotación -sólo para extensión y flexión-, los que suelen ser muy frecuentes cuando se practica alguno de esos deportes. De igual manera, la articulación puede resentirse en una caída o en una desaceleración brusca. La buena noticia es que si bien el tratamiento es quirúrgico, mucho se ha mejorado a la hora de tratar un menisco o un ligamento lesionado. "En una época se extraían o se secaban los meniscos durante el acto quirúrgico. Ahora, con el procedimiento artroscópico (mínimamente invasivo), podemos resolver, a través de pequeñas incisiones, este tipo de lesiones, y, muchas veces, hasta fractura de rodillas". Agrega que, en el caso de los ligamentos, es importante proceder a la superación del cuadro de inestabilidad que su lesión produce, pues de lo contrario, se verán afectados también los meniscos y se producirá la degeneración del cartílago. Justamente en relación con este último también suelen presentarse lesiones como el defecto ostiocondrial -partes de él se desprenden-, lo que requiere tratamiento quirúrgico. En Caracas también se está realizando autotrasplante -se extrae cartílago de una parte y se implanta en otra-, y está en desarrollo una técnica mucho más moderna -en colaboración con el IVIC- para proceder con el trasplante de condriositos (uno de los componentes del cartílago). Otra lesión frecuente entre los deportistas es la tendinitis (del tendón rotuliano o del cuadriceps), también conocida como rodilla del saltador. Es muy frecuente entre quienes practican baloncesto, porque en ese deporte el tendón necesita aumentar su fuerza de desplazamiento (de los 500 newtons necesarios para el movimiento se pasa a 7.500 necesarios para realizar el salto).

Las personas de la tercera edad sufren lo que se conoce como enfermedades degenerativas. "La más importante es la osteoartrosis, que es más frecuente en la mujer que en el hombre. Se manifiesta con una degeneración del cartílago articular, la pérdida de condriositos, la conformación de osteofitos, el aumento del líquido en la rodilla y sinovitis, que lleva a la deformidad de la articulación y pérdida del movimiento con dolor", explica Cordivani, quien agrega que, por lo general, se trata de una lesión prevenible, pues si se detecta en una fase temprana, existe tratamiento para evitar su agravamiento y, por ende, la única opción que suele tomarse cuando ya es muy tarde, que no es otra que el reemplazo de la rodilla. "Actualmente hay un grupo de investigación de la osteoartrosis para buscar un tratamiento ideal conservador, y se ha visto una disminución de estos casos. Es un tratamiento de por vida. Se utiliza un medicamento que se llama sulfato de glucosamina, uno de los componentes del cartílago articular, en una dosificación de 1.500 mg diarios, acompañado, además, con antiinflamatorios no esteroideos con los que hace efecto sinérgico, y con diacereina que es un estimulante del cartílago. Los medicamentos van acompañados de ejercicios físicos de bajo impacto. Uno de los ideales es la bicicleta estacionaria, por lo mínimo 20 minutos diarios. Y algunas medidas físicas: colocar hielo tres veces al día o media hora al final del día y, por supuesto, el control de peso, pues la obesidad es un factor desencadenante".

cuidado con un mal paso

El especialista ofrece algunas sugerencias para no maltratar -y fortalecer- la preciada articulación. Algunas le sorprenderán.

l No suba escalones corriendo... la práctica de subir, al trote, las gradas de un estadio no es recomendable. Las piernas lucirán tonificadas, pero tarde o temprano la práctica pasará factura.

l Subir El Avila es un buen ejercicio, lo malo es tener que bajarlo... y no hay manera de hacer lo uno sin lo otro. Es inútil intentarlo de espalda, o haciendo zigzag, o de medio ladito... sea como sea la rodilla -en especial la articulación patelofemoral-, sufre una presión que terminará por perjudicarla. Ya tres veces a la semana es mucho... así que piénselo seriamente.

l Fortalecer las piernas en el gimnasio es buena idea, sólo que hay algunos ejercicios que son contraproducentes, como las famosas "sentadillas" y los que se conocen como "lounges" (tampoco es recomendable hacer escaladora). El especialista explica que ambos son altamente perjudiciales para la articulación porque la someten a una presión extrema que invariablemente deja secuelas. A su juicio, sólo son recomendables la prensa, las extensiones de cuadriceps y la flexión del bíceps femoral.

l El uso prolongado de las rodilleras puede llevar a una atrofia del músculo cuadriceps por inactividad. A pacientes con patología en las rodillas no se les recomienda el uso de este accesorio.

l Cuando de trotar se trate, no hay problema si lo hace en plano, sobre tierra, grama o trotadora, y con un buen calzado que absorba entre 20 y 30 % del impacto.

l También son recomendables la bicicleta estacionaria y las llamadas máquinas elípticas (tipo OrbiTrek).

l A los maratonistas se les recomienda el uso de condrioprotectores como el sulfato de glucosamina y la diecerina.

l Por último, recuerde que si nunca ha practicado deporte, lo mejor es descartar cualquier anomalía congénita con un especialista.

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