martes, 10 de febrero de 2009

Y la historia se repite

Cuantas veces nos descubrimos repitiendo actitudes o comportamientos iguales a los que nuestros padres tuvieron con nosotros, cuando fuimos pequeños. Pareciera que estamos obligados a repetir ciertas actitudes o comportamientos negativos, conservar prejuicios, temores, pensamientos e ideas de pobreza, de limitación, creencias negativas que nos frenan, nos inhiben de asumir retos para extender nuestros horizontes de manera que podamos ir mas allá de lo que fueron ellos… Todo esto, sin darnos cuenta de que somos así, aun a pesar de que en algún momento de la juventud nos prometimos a nosotros mismos que no lo repetiríamos, mucho menos para afectarnos a nosotros o a nuestros seres queridos.

Y, ciertamente, nuestros padres y abuelos también nos dejaron un legado positivo de actitudes, comportamientos y creencias, que debemos conservar y compartir con nuestros hijos, pero con el otro, el negativo, tenemos la responsabilidad, por amor a nosotros mismos y a ellos, de asumirlo y trabajar seriamente en corregirlo, superarlo, transformarlo para que no nos siga afectando tan profundamente a nosotros, a nuestros hijos y a sus hijos.

Generalmente no somos testigos de nuestro comportamiento, no nos escuchamos al momento de hablar, no nos vemos al actuar, por esta razón siempre asumimos que lo hacemos muy bien y que los demás son los que tienen el problema y deben mejorar. Pero detengámonos por un momento y dejemos de juzgar a las otras personas y concentrémonos en nosotros mismos, ¿Estás dispuesto a seguir repitiendo aquellas actitudes negativas que tanto daño te causan a ti y a las personas que se relacionan contigo, a mantener como ciertas las creencias que te mantienen en una situación de limitación, que no te dejan reconocer tus errores para que puedas aceptarlos y hacer cuanto sea necesario para superarlos y ser cada día más libre de esa carga emocional que amenaza constantemente tu paz y felicidad?
Es tiempo de cambiar, de renovarnos mentalmente, de volvernos más ligeros de equipaje, para vivir con más libertad, más permiso, más tolerancia y flexibilidad, porque bien vale la pena detenernos para reflexionar un poco acerca de la vida que queremos vivir. ¡Tenemos el libre albedrío de elegir!

Como no es tan sencillo el proceso de observarnos sin juzgarnos o justificarnos, tenemos que buscar una persona en quien confiar, un buen amigo, tu pareja, un hermano, un terapeuta, alguien que sepamos que sólo desea nuestra felicidad y bienestar y que por su experiencia, conocimiento y estilo de vida pueda apoyarnos con sus comentarios producto de una observación imparcial y genuina. Abrirnos a escuchar sus sugerencias no significa que perdemos autonomía, autoridad o valor personal, por el contrario, hacerlo nos daría la oportunidad de revisarnos, reflexionar y decidir si estamos de acuerdo con ellos para corregirlo. Piénsalo, vale la pena, no te limites, no dejes que tu mente te convenza de que estás en lo cierto y que no tienes que cambiar nada de tu comportamiento, porque lo seguirás repitiendo, y cada día la relación con los demás será más difícil de mantener y disfrutar. ¡Estás a tiempo!

Identifica el círculo: Identifica las ideas, costumbres y rutinas que heredaste de tu familia, y que te parecen equivocadas. Establece una estrategia para corregirlas y no repetirlas, vigílate constantemente, pues siempre estarán al acecho.

No te justifiques. Lo primero que hacemos cuando alguien nos hace una observación es defendernos, justificar nuestra actitud y comportamiento sin permitirle a la otra persona siquiera terminar su comentario. Escucha con atención y tómate el tiempo necesario para reflexionar en ello.

No te conectes a la rabia. Piensa que la víctima más grande de la ira eres tú, y que todos los comentarios y actitudes impulsadas por ella, causarán heridas difíciles de sanar en las demás personas. Conserva la calma y pon distancia para no empeorar la situación con tu comportamiento.

No te sientas víctima. Evita jugar a ser la víctima, pues este sentimiento hará que te sea más difícil salir de ahí. Pues todo lo que hagan o digan las personas alrededor de ti, lo tomarás como una ofensa personal y guardarás dentro de ti resentimiento y deseo de venganza.

Es bueno tener presente que pocas veces somos culpables de los errores que cometemos, más bien somos víctimas de lo que aprendimos. Asume la responsabilidad de corregirlos y date otra oportunidad

No hay comentarios:

Búsqueda personalizada