lunes, 23 de febrero de 2009

Cáncer, Buenas noticias



Con los cambios en la visión médica del cáncer y las nuevas terapias, tanto farmacológicas como psicológicas, es posible vislumbrar una esperanza en cuanto a la mejora de la calidad de vida del paciente oncológico. Conozca
algunas experiencias que, en esta materia, se están desarrollando en el país.

Conseguir la cura definitiva del cáncer es el objetivo principal que ocupa a los investigadores en biomedicina, y a pesar de que aún no se ha alcanzado esta meta, hay otros aspectos relacionados con este padecimiento en los que se ha avanzado mucho y se pueden anunciar noticias alentadoras: el surgimiento de una nueva generación de fármacos (más efectivos y con menos efectos secundarios) y un positivo cambio en la visión médica de la enfermedad y de los pacientes como tal. En Venezuela, por ejemplo, hay varias experiencias que demuestran que la calidad de vida del paciente puede mejorar, considerablemente, con ayuda y asesoría profesional adecuadas.

Desde la Psicología
El cáncer es, sin duda, una experiencia desestabilizante, que genera en la persona mucho miedo e incertidumbre, y que atañe no solamente a quien la padece, sino también a todo su entorno; por ello es necesario que tras un diagnóstico de este tipo, la persona tenga la posibilidad de acceder a una atención que le proporcione las herramientas emocionales idóneas para manejar, de la mejor manera posible, esa etapa de su vida. Es entonces cuando interviene la Psicooncología, una de las hijas más jóvenes de la Psicología, la cual estudia los aspectos psicosocioafectivos de los pacientes oncológicos, de sus familiares y amigos.

“Cuando regresé de mi postgrado en España, me di cuenta de que en Venezuela la Psicooncología estaba poco desarrollada, y que en el país no había un centro especializado para la atención psicológica de los pacientes con cáncer, a excepción de los que se encuentran en algunos hospitales y clínicas, pero que principalmente están enfocados hacia la parte médica”, cuenta Gisell Luna, psicóloga clínica, y directora de FAMYCAN (Familia y Cáncer), un centro privado que tiene como finalidad brindar atención integral, tanto a los enfermos como a sus familiares. “La idea de este proyecto nace de mi experiencia durante la maestría en Psicooncología en la Universidad Complutense de Madrid y de las labores que desempeñé en la Asociación Española contra el Cáncer y en la Fundación Instituto San José. Allí pude comprobar los efectos beneficiosos que tiene la atención psicoterapéutica en las personas que tienen este padecimiento”.

Está científicamente comprobado que el sistema inmune disminuye su capacidad de respuesta cuando la persona está sometida a situaciones de estrés agudo. Pero, si bien la comunidad médica no está completamente de acuerdo en asegurar que éste sea el verdadero origen del cáncer, sí acepta los resultados de estudios que indican que los pacientes reaccionan positivamente y toleran mejor las terapias farmacológicas cuando reciben psicoterapia. Es bajo esta premisa que opera FAMYCAN: “Nuestro esfuerzo comienza en la prevención. Nos ocupamos, básicamente, de suministrar toda la información necesaria para la eliminación de hábitos insanos y consumo de sustancias de riesgo. Se dan herramientas para la modificación de respuestas ante el estrés, y se promueven hábitos y conductas saludables”, explica Gisell Luna.

En el centro también se brinda apoyo e información tras el diagnóstico. Ante el impacto emocional que ocasiona el resultado de los análisis, el psicooncólogo puede ayudar a canalizar los temores y dudas, de manera tal que el paciente pueda tomar, en el menor tiempo posible, las decisiones en cuanto a las herramientas terapéuticas que va a requerir. Igualmente, se asiste al paciente durante el tratamiento. “En esta fase —acota Luna— tanto el afectado como sus familiares o las personas encargadas de su cuidado, tienen un sinnúmero de dudas. Entre las interrogantes más comunes figura el tipo de alimentación que deben tener mientras le administran la quimioterapia o la radioterapia. En este caso, un nutricionista se encarga de orientar en todo lo relacionado con la cantidad y tipos de alimentos recomendados. La idea es que aquí, en el centro, el paciente cubra las necesidades adicionales al tratamiento oncológico; por ello también se ofrecen actividades complementarias como sesiones de rehabilitación, masajes, aromaterapia, entre otras; y, por supuesto, brindamos apoyo especial en la fase terminal, si es el caso”.

Desde los médicos
“Lo que ahora debe quedar claro es que, en medicina, se ha pasado de una mera lucha contra la muerte, a una lucha por y para la vida”. Lo anterior lo dice enfáticamente la doctora María Alejandra Torres Viera, secretaria general de la Sociedad Venezolana de Hematología (SVH) y coordinadora del Programa de Calidad de Vida del Paciente oncológico, el cual está incluido en el Programa de formación Médica Continua que lleva a cabo esta institución.

Este cambio de perspectiva ahora entiende al paciente como un ser que siente y padece. Es de unos años para acá que el concepto de “calidad de vida” es visto por el médico como aspecto preponderante a la hora de elegir las terapias a utilizar. Las opiniones del paciente, así como sus emociones y vivencias, son tomadas en cuenta, y evaluadas como un indicativo fundamental en su evolución.

“Este programa —añade la doctora Torres— es un plan itinerante que pretende llegar a todas las ciudades del territorio nacional, e informar a toda la comunidad médica acerca de las nuevas combinaciones de fármacos capaces de mantener a raya ciertos tipos de cáncer, y acerca de otros con la facultad de disminuir, considerablemente, los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia. Con este esfuerzo sostenido se podrá dar un paso adelante. Un día más de vida es un nuevo amanecer, es un beso más, es una caricia más”.

Se trata, más bien, de redefinir y hacer más cercana y humana esa relación vital médico-paciente.

Desde la farmacia
Calidad de vida es un concepto difícil de cuantificar debido a su naturaleza subjetiva; lo condiciona las percepciones y prioridades de cada persona. En el caso particular de los pacientes que reciben tratamiento antineoplásico (contra el cáncer), este término significa mantener a raya los efectos colaterales de la quimioterapia y la radioterapia.

Mareos, náuseas y vómitos son los eventos adversos que más aquejan a los pacientes oncológicos. Es por ello que buena parte de las investigaciones científicas se ha concentrado en desarrollar sustancias capaces de eliminar estos efectos secundarios originados por los tratamientos. Esta situación es de vital importancia, debido a que muchos enfermos abandonan o rechazan de antemano una terapia potencialmente curativa, por el temor a sufrir dichas complicaciones.

Todo el arsenal de medicamentos que se usa para mitigar los efectos secundarios que ocasiona el tratamiento antineoplásico se conoce como terapia de soporte. Dentro de esta última destaca Aprepitant, nombre del compuesto activo —desarrollado por la empresa farmacéutica Merck Sharp & Dohme— que recientemente se ha incorporado a este grupo de fármacos. Su potencial radica en la capacidad de inhibir la acción de la Neurokinina (NK1), conocida también como Sustancia P, uno de los neurotransmisores responsables de desencadenar los eventos de náuseas y vómitos, tras la administración de quimioterapia altamente emetogénica (término que deriva de la palabra émesis que significa náusea).

En las pruebas clínicas realizadas —en las que Venezuela tuvo una importante participación, ya que aportó un número significativo de pacientes para el estudio— este fármaco demostró ser eficaz en la prevención de la náusea aguda (que ocurre dentro de las primeras 24 horas de la administración de la quimioterapia) y en la fase tardía (la que se presenta durante los cinco días subsiguientes).

Por otro lado, el laboratorio Schering-Plough es el representante en el país del Palonosetron, otro medicamento con similar efecto, que actúa como antagonista de los receptores denominados 5Ht3. El estudio clínico de esta sustancia fue llevado a cabo en Suiza, donde se encuentra el grupo farmacéutico Helsinn Healthcare, responsable de su creación. Los resultados coinciden con los efectos de Aprepitant, pues el Palonosetrón también mostró ser efectivo en el control de los síntomas indeseados de náuseas y vómitos.

Estos nuevos medicamentos son la muestra del esfuerzo constante de toda la comunidad médica y la determinación a no rendirse en esta lucha; y aunque las estadísticas no permitan ser muy optimistas en el tema del cáncer, siempre se mantendrá la esperanza de conseguir su cura definitiva.


Los expertos en el tema advierten que el cáncer no será erradicado completamente, pero sí se considerará una afección crónica controlable. La nueva generación de fármacos apunta hacia esta realidad. “Drogas inteligentes”, “Dianas moleculares”, “Herramientas nanotecnológicas”, “expresión genética” serán parte del argot cotidiano de la oncología en un mediano plazo.

Cada vez será más común escuchar acerca de tratamientos personalizados, diseñados a partir de la carga genética de cada paciente en particular. En este sentido, ya es posible advertir algunos avances; es el caso de las llamadas “drogas inteligentes” cuya misión fundamental es atacar de manera selectiva los blancos tumorales sin afectar a las células sanas.

En el último congreso anual de la Sociedad Estadounidense de Oncología (ASCO, por sus siglas en inglés) realizado el pasado mes de mayo de este año, en Orlando, Florida; se presentaron los resultados de varios estudios que demuestran que la terapia selectiva es ya una realidad. Aunque aún la FDA no ha aprobado ningún medicamento de este tipo, se espera que pronto puedan ser comercializados.

Otro avance científico, la nanotecnología, se perfila como un prometedor aliado. Esta disciplina tecnológica permite manipular la materia a escalas inferiores a milímetros. En el Centro de Nanotecnología Biológica de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, se están llevando a cabo investigaciones de ciertas nanoestructuras que permitirían reconocer las células cancerosas, diagnosticar el tipo de cáncer, descargar el fármaco en las células malignas, indicar la concentración del medicamento e informar sobre la destrucción del tumor. Los científicos del centro aspiran a estar aplicando terapias de este tipo en un lapso aproximado de 15 años. Los entendidos en el tema aseguran que los hallazgos conseguidos a partir de la identificación del genoma humano y el perfeccionamiento de esta tecnología, sin duda transformarán la manera de abordar esta enfermedad, hasta ahora letal.

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