miércoles, 4 de febrero de 2009

Amigos por siempre

De un tiempo para acá, me he dado cuenta que deseo vivir en paz. En la búsqueda de esta meta tan personal, he reflexionado y descubierto muchas cosas de mí y de la relación que mantengo con algunas personas. He notado que mientras más complicadas y exigentes se tornan las relaciones, menos posibilidades tenemos de conservarlas y mantenerlas, pues el tiempo, las responsabilidades, las distancias físicas y las expectativas que mantenemos los unos de los otros nos impiden hacerlo, a pesar de que exista un buen sentimiento.

Mi estilo de vida ha cambiado mucho en los últimos años, ahora el tiempo libre que dispongo por mi trabajo es más corto, y debo encontrar un equilibrio entre mis ocupaciones, mi pareja e hijas y aquellas personas especiales como son mis padres, hermanos y mis amigas.

¿Y a ti? Te gustaría que la relación que tienes con algunas de esas personas especiales fuese más agradable y sencilla, que no hubiera tantas expectativas que no pueden cumplir y que simplemente pudieran vivir el momento del reencuentro para compartir lo mejor de lo que han vivido durante el tiempo que tenían sin verse, sin reclamos por la ausencia y las expectativas fallidas. Si usáramos el momento de estar juntos para sonreír, disfrutar y entregarnos el cariño sin ninguna condición o reclamo. Si pudiéramos ir a la amistad o al encuentro sin dobles intenciones o sentimientos. Estoy segura que sería mucho más fácil relacionarnos y que todos experimentaríamos el placer de acercarnos para compartir cuando pudiéramos y como pudiéramos. El cariño verdadero nos ayuda a comprender, aceptar y acortar las distancias que nos mantienen separados.

Estamos a tiempo de poner orden en el amor, para reconciliarnos con nosotros mismos o con aquellas personas que son importantes para nosotros afectivamente y con las que desearíamos tener una buena relación. Es cierto que solos y por nuestra cuenta no podemos sanar una relación y mucho menos cambiar el comportamiento de otra persona, pero lo que sí podemos es conocer nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos con respecto a ciertos aspectos de la vida, para tomar la decisión de asumir la independencia y la madurez emocional necesarias para manejar nuestras relaciones con otras personas de una mejor manera, sin dejar que nos afecten con su comportamiento, comentarios, actitudes o elecciones.
¿Por qué no aceptar a las personas que amamos como son, sin reclamos, sin manipulaciones y sin juicios, para dedicarnos a disfrutar de cada momento que tenemos la oportunidad de pasar con ellos?

Qué bueno seria que pudiéramos mantener una relación tranquila y serena con nuestros seres queridos, en especial cuando nos hemos convertido en adultos y tenemos una vida propia. Esto lo digo porque en la mayoría de los casos buscamos protegernos del contacto tenso, agresivo y conflictivo en el que se han convertido las llamadas, las visitas o los paseos con algunos de ellos.

Construyamos relaciones adultas más sanas y gratificantes, con base en la aceptación y el respeto de nuestras diferencias, al cariño, a los momentos buenos que hemos compartido, a la tolerancia y con el deseo sencillo y profundo de compartir e intercambiar sentimientos y experiencias de vida.

Analiza tus sentimientos. Pregúntate: ¿Qué es realmente lo que te preocupa o te afecta con relación a esa persona? Tal vez seas tú quien debe cortar con la dependencia emocional que mantienes y que es la causa del problema.

Acéptalos como son. No permitas que tu mente construya fantasías alrededor de esa situación. Recuérdalos exactamente como son, y piensa que nadie puede cambiar su comportamiento sin haber realizado el trabajo personal necesario para lograrlo.

Establece límites. Estás en el derecho de establecer límites en tu relación con ellos, pero ya no necesitarás poner distancia absoluta, porque ya sabes cómo son y no dejarás que te vuelvan a afectar como lo hicieron. Tú tienes el control. No estás obligado a mantener la relación.

Actua como un elemento conciliador. Sin importar su reacción, llámalos, visítalos o acércate a ellos cuando puedas y sientas que quieres hacerlo. No te sientas culpable ni te dejes manipular por ellos. Bríndales lo mejor de tus sentimientos.

No te dejes afectar
No te sientas culpable
Dile no a la manipulación

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