viernes, 13 de febrero de 2009

Pasiones animadas

En la víspera del Día de los enamorados la nostalgia invita a recordar a aquellas parejas que ya llevan más de treinta años de historia común y no precisamente porque se hayan mantenido al margen de los problemas que afligen a todo mortal. ¿Será acaso que el amor sólo perdura en el mundo de la ficción?


cavernícola

No es raro escuchar al temperamental Pedro Picapiedra presionando a su esposa porque la comida no está puntualmente colocada en la mesa —¡Vilma! ¡Apúrate con esas costillas de brontosaurio!—, tampoco es de extrañar que se pase un domingo entero en el jardín preparando una barbacoa con el “Enano” (Pablo), y ni siquiera sorprende su capacidad para olvidarlo todo, desde fechas de aniversarios y cumple años hasta las instrucciones para la compra en el supermercado. Pero más allá de sus torpezas, de su terrible falta de modales y de sus disparatadas ocurrencias, Pedro es un esposo fiel y dedicado, que pocas veces puede negarse a las peticiones de Vilma o de la pequeña Pebbles.

Desde que la dupla Hanna-Barbera los creó, en 1966, ambos han tenido que enfrentar situaciones de las que pocas parejas logran salir ilesas: peleas de dinero, escenas de celos, el carácter egocéntrico de él y la naturaleza controladora de ella. En suma, los ingredientes necesarios para un mal matrimonio y eso sin contar con las confusiones generadas por la madre de Vilma, quien no deja de perjudicar a su yerno, incluso cuando él no se encuentra cerca.
Llegado a este punto muchos se preguntan ¿por qué todavía siguen juntos? Probablemente el espíritu comprensivo y tolerante de Vilma sea la clave, aunque la generosidad de Pedro y su afán por arreglar las cosas —cuando sabe de sobra que puso la torta— también son razones de peso.


intergaláctica

Súper y Ultra. La ¿típica? pareja de finales del siglo XXI, que —al igual que Los Picapiedra— fue producto de las prolijas ideas de Hanna-Barbera durante la década de los sesenta. Muchos afirman que son la versión futurista del clásico de la edad de piedra, pero apartando el hecho de que ambas son familias de clase media y de que cuentan con una hija y una mascota, no existen mayores coincidencias entre ambas.

Súper es un empleado de una fábrica de cohetes, pero más allá de eso es un hombre increíblemente flexible, que no tiene reparo a la hora de complacer a su familia con todo lo necesario para vivir cómodamente. Ultra, por su parte, es una ama de casa que invierte su tiempo entre darle órdenes a Robotina —una robot que hace las veces de mucama— y salir de compras con su hija adolescente, Lucero. Ambos están completamente enamorados y sólo se les ve discutir en ocasiones extremas, en las que Ultra critica a Súper por ser extremadamente despistado y por carecer de deseos de superación profesional o él juzga el despilfarro excesivo de su esposa. En todo caso, los defectos parecen equipararse con las virtudes: no hay hombre que se le resista a una fémina capaz de mantener una casa en orden, sobre todo si en ella viven dos mascotas traviesas, un pequeño aventurero y una adolescente enamoradiza; y, por otra parte, qué mujer puede rechazar a un esposo que ante cualquier petición —por más caprichosa que suene— tenga el don de borrar toda negativa de su vocabulario. Sin duda, llegar a los 40 años de casados y sólo contar con este tipo de problemas es el sueño de muchos románticos de este y cualquier otro siglo.


a millón

Meteoro y Trixie son una pareja bastante particular. Aunque rara vez se pueden percibir claras demostraciones de afecto entre ellos, no hay una carrera en la que el joven piloto participe donde la fiel reportera no esté sentada entre la multitud para animarlo. Mientras el popular rey de las pistas se pasa la vida preocupado por los resultados de sus competencias y por la lucha inevitable contra sus antagonistas, Trixie procura ser su compañera de batalla. Cada vez que Meteoro está en apuros la fotógrafa acude a rescatarlo, sin importar qué tan peligrosa pueda tornarse la misión, pues para ella no existe alguien más perfecto que este campeón del automovilismo: hábil, valiente, generoso, guapo, adorado por las mujeres y perseguido por los hombres. ¿Se puede pedir algo más?
Pero nada es completamente rosa. La indiferencia ocasional de Meteoro y el asedio de las féminas siempre han mantenido encendidos los celos de Trixie, quien —de seguro— se ha preguntado en repetidas oportunidades cuáles son los verdaderos sentimientos del piloto. Para muchos mantener una relación tan ambigua como esta puede llegar a ser una tarea imposible; sin embargo, este par parece divertirse, al punto de haber logrado preservar su unión durante casi treinta y nueve años, desde que fueron creados por los hermanos Tatsuo, Kenji y Toyoharu Yoshida.


en alta mar

Más que por haber despertado el gusto por las espinacas en grandes y chicos alrededor del globo, Popeye es conocido por ser el marinero más fortachón y buscapleitos de los siete mares. Este clásico personaje de los dibujos animados, creado en 1929 por el estadounidense Elzie Segar, es la versión caricaturesca de un lobo de mar: feo, bajito, tuerto, calvo, maleducado y pendenciero. Sin embargo, su personalidad bonachona y a ratos ingenua logró ganarse el afecto de muchos fanáticos y, por supuesto, de su amada Oliva, la mujer que lo ha acompañado durante 77 años, una cifra que realmente sorprende si se toma en cuenta que “Ojo saltón” —como se llamaría de traducirse su nombre al español— es todo lo opuesto a los héroes de las comiquitas de los años treinta, figuras que destacaban por su atractivo físico, sus buenos modales y su pausado actuar.

Pero Oliva tampoco era la típica dama recatada, dulce y ecuánime de la época, pues para que cada capítulo tuviese un final feliz, Popeye debía demostrarle su amor al defenderla del ataque de Brutus —el antagonista y malo de la partida—, luego de que ella le daba pie para que se acercara, buscando —como era de esperarse— despertar los celos del marino. A pesar de esta rutina de intrigas y peleas, cada moretón era recompensado con la inmortal frase “Mi héroe”, seguida de evidentes demostraciones de afecto, con las que el navegante quedaba totalmente complacido y listo para enfrentar su próxima riña.

Además de sus jueguitos y provocaciones, la desgarbada novia del “terror del mar” tiene una personalidad realmente explosiva, por lo que no es de extrañar que —en ocasiones— el propio Popeye sea víctima de sus golpes y amenazas cuando alguna fémina intenta seducirlo. Y como si fuera poco, Oliva tiene bajo su cuidado al travieso Cocoliso, un niño que —a estas alturas— nadie sabe con exactitud si es su hijo, su sobrino o un niño adoptado, pero que desde siempre ha contado con la protección del incauto protagonista.

Para darle un giro a la traumática relación, en 1999 Ocean Comics elaboró un álbum especial que daba cuenta de la boda de esta particular parejita. Las críticas de sus fanáticos no se hicieron esperar, pues qué sentido tenía que Popeye —considerado como uno de los solteros empedernidos de la historia— pasara a ser un padre de familia. Así las cosas, esta unión —ejemplo de lo romántico que puede resultar el conflicto— aún se mantiene vigente.


compartida

Mickey y Minnie, conforman una pareja casi épica que tiene más de 78 años de historia en común, llena —como es de esperarse— de altos y bajos, pero que siempre termina con un final feliz. Juntos han vivido las situaciones más inverosímiles en ambientes tan diferentes como la proa de un barco, el ala de un avión, una taberna del lejano oeste e, incluso, un cohete espacial.

La relación de estos dos populares roedores es una de las más ingenuas de los dibujos animados —probablemente porque la trama está dirigida sólo al público infantil, y pocas veces se evidencian conflictos graves entre ambos, salvo aquellos momentos en los que el amoroso Mickey peca de despistado y olvida cosas que son verdaderamente importantes para la sensible Minnie, quien —al igual que muchas féminas de carne y hueso— puede llegar a ser lo suficientemente indiferente y cruel como para desesperar al consentido de Disney, quien ha aprendido con los años que no hay error que una caja de bombones y un ramo de flores no puedan arreglar.


LA ETERNA ENAMORADA

Candy Candy es, sin duda, el cómic romántico por excelencia; creado por Yumiko Igarashi y Man Izawa en 1976. La historia de una niña huérfana, cuya vida está signada por la tragedia y los desencuentros amorosos, parece—más que una serie infantil— la copia del guión de la telenovela más truculenta que jamás se haya escrito.

Candy será recordada como una joven ingenua, tierna y sacrificada, pero, sobre todo, como la más enamoradiza y sufrida en la historia de los dibujos animados.


CORAZON SALVAJE

Aunque sólo tienen 19 años juntos, los Simpson marcaron pauta en el mundo de los dibujos animados y siempre serán recordados como una de las parejas más disparatadas de la historia. Creados en 1987 como parte del programa The Tracey Ullman Show, han adquirido fama debido a las exageradas situaciones que deben afrontar en su cotidianidad, marcada por la crianza de sus tres particulares hijos: Bart, un niño cuyo único fin es generar caos a su alrededor; Lisa, una preadolescente muy inteligente pero con profundos conflictos emocionales, y Maggie, una bebita curiosa y osada.

Homero y Marjorie —mejor conocida como Marge— son el centro de esta particular unión. Ambos están en sus treintas pero son completamente opuestos. El es un irresponsable inspector de seguridad de una central nuclear, carente de modales y dotado de una personalidad infantil y burlesca, sin contar con que es un flojo que se pasa el día entero entre golosinas y latas de cerveza. Ella, por su parte, es la más paciente de la familia, la única que cuenta con un carácter apacible y una sangre lo suficientemente fría como para no molestarse ante las insólitas torpezas de su marido. Que ambos sigan juntos es todo un misterio, pues —apartando sus cálidos encuentros nocturnos— no tienen prácticamente ningún interés en común.

Mientras hay quienes no logran explicarse cómo fue que Marge decidió casarse con un troglodita como Homero, muchos de sus fanáticos afirman que son la verdadera prueba de que el amor todo lo puede.

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