lunes, 16 de febrero de 2009

Momento de descansar

Muchas veces tenemos una rutina diaria tan exigente, que cuando llega el tiempo de descansar, nos cuesta trabajo parar la velocidad y bajar el ritmo frenético al que estamos acostumbrados. Sin darnos cuenta, nos hemos convertido en personas programadas y estructuradas, hasta el punto de perder la noción de lo importante que es tener tiempo para compartir momentos de calidad y disfrute con nuestros seres queridos.

¿Estaremos listos y preparados, para disfrutarlo y aprovecharlo al máximo?

Estar de vacaciones no es sinónimo de salir de la ciudad, para ir a un hotel o para visitar lugares lejanos y exóticos, tampoco implica un gasto extra de dinero en la adquisición de cosas materiales, que llenen los pocos espacios vacíos que quedan en nuestra casa. Esto me recuerda, que hay muchas personas para quienes salir de vacaciones, implica pasar horas dentro de los centros comerciales, a la caza de ventas especiales, gastando muchas veces más del dinero que tienen, adquiriendo deudas, a cambio de un instante de placer, que los hará evadir sus vacíos personales, También están las personas que se quedan en casa y en lugar de disfrutarlo… se lamentan y se frustran al ver que sus vecinos, amigos o familiares se irán , y ellos se quedarán como en una especie de castigo.

Cuando observamos desde afuera, cualquiera de estas situaciones, sin ponerle emoción al pensamiento, generalmente descubrimos qué inútil es o ha sido nuestro desgaste y estrés.

Todo es tan relativo…
Vacaciones significa tiempo de ocio, tiempo para el descanso, el cambio de actividad, la posibilidad de salir de la rutina, de pasar momentos de calidad junto a las personas que amamos, compartiendo, conversando y realizando actividades juntos, para las cuales siempre nos faltó tiempo. También representa la oportunidad de poner en orden nuestra vida, para recuperar el balance, la energía y la capacidad de disfrutar de las cosas maravillosas que tiene nuestra vida. Es tiempo de florecer, de rescatar la espontaneidad, la capacidad de asombro, de bajar la velocidad de nuestras respuestas y reacciones, para escuchar más, para poner más atención, para observar y reconocer todos los cambios pequeños y grandes que han ocurrido a nuestro alrededor. Es un espacio para conectar con la presencia de lo sagrado en nuestra vida, para alejarnos de todo aquello que nos hace daño, desintoxicarnos, comenzar nuevas rutinas, y para establecer límites que nos permitan vivir como en realidad queremos hacerlo, sin someternos al sufrimiento causado muchas veces, por nuestra incapacidad a decir no o a valorarnos más.

¿Hace cuánto tiempo que no te das el permiso para vivir con el ritmo de tu cuerpo y el de tus sentimientos más positivos?
¡Te invito a vivir una pequeña aventura durante tu próximo tiempo libre! Quédate en casa, pero sin deber y obligaciones… disfruta de cada espacio, quédate unos minutos más en la cama, prepara junto a tu pareja o a tus hijos, un desayuno o una comida muy especial. Permite que los demás integrantes de tu familia se tomen el tiempo de hacer lo que les provoca, evita ser tú quien se levante pidiendo o siguiendo un plan, para disfrutar de ese tiempo. Tómate el tiempo para observar el jardín, para revisar tus tesoros personales, para llamar a ese amigo que tienes en tu pensamiento desde hace tantos días… ¡Es riquísimo! Vamos a enseñarle a nuestros hijos, el placer secreto que tiene hacer cosas sencillas y cotidianas, con entrega, creatividad y pasión.

Para disfrutar del tiempo libre
—Sigue el ritmo de tu cuerpo. Descansa unas horas más, no te exijas levantarte y hacer cosas que no te provocan.
—Sé flexible, contigo mismo y con los demás, estás de vacaciones. ¡Suelta el control por un ratito!
—No prendas el televisor y la radio, todo el día, administra tu dosis de noticias e informaciones negativas.
—Visita lugares tranquilos, donde puedas conectarte con la naturaleza y la presencia de Dios. Recupera tu paz interior.
—Disfruta de cada momento, hazlo sin sentirte culpable y sin que el deber te sabotee la posibilidad de hacerlo.
—Despréndete de aquellas cosas que no usas, compártelas con alguien que sí las necesita.

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