La suprema felicidad en la vida consiste en el convencimiento de ser amado.
Ser querido o ser amado es uno de los sentimientos más profundos y gratificantes que puede sentir un ser humano. Cuando uno experimenta ese sentimiento tan especial, siente la felicidad. Y no sólo me refiero al amor de pareja, sino al placer de saber que alguien en el mundo piensa en ti y se interesa por tu bienestar.
La emoción de amar y ser amados, nos produce una sensación extraordinaria de plenitud sentimental. Porque el amor incondicional es el alimento del alma. Uno de los problemas que más nos aquejan en el mundo de hoy, es que no nos sentimos queridos. En una sociedad de conveniencias y competencias parece que el amor puro y desinteresado no tiene espacio ni tampoco un valor real, por lo tanto es condicionado.
El éxito material, no necesariamente nos da la felicidad. Si no amamos o no nos aman será una vida sola y vacía, sin propósito alguno, sin gratificación y sin trascendencia.
Cuando sentimos que alguien nos ama por nosotros mismos y no por lo que tenemos, hacemos o representamos, nos sentimos plenos. ¿Cuántas veces te has encontrado en un lugar lejano, expuesto a situaciones de estrés y trabajo duro, pero el recuerdo de esa persona que te ama y que tu amas de la misma manera te alivia y te reconforta? Qué difícil es vivir cuidándonos del interés de algunas personas, siempre pagando precios altísimos por un poquito de afecto y compañía... mereces sentirte querido de forma incondicional y ser feliz por ello.
Tener a alguien que te espera, que se interesa en tus asuntos, que está dispuesto a escucharte sin juzgarte, que te admira, que te atiende y tiene detalles contigo, que te comprende, que te anima, que te acompaña, que te perdona, que te soporta… te convierte en una persona privilegiada, pues disfrutas de un regalo que no tiene precio.
El ejemplo más sencillo es el de la madre que quiere a su hijo, no por la fortuna que tiene ni por lo que le puede dar ni por lo bello que sea o por sus cualidades, simplemente lo ama porque es su hijo. Tal fue el verdadero amor que nos enseño Jesús.
Expresa tus sentimientos. Si aprecias o admiras a una persona, díselo sin reservas. Si amas demuéstralo, no te lo guardes, no tengas miedo de expresarlo, mucho menos de entregarlo. A veces se te olvida lo importante que puede ser para nosotros el que una persona nos diga frases como: Sé lo que estás haciendo y te admiro, cuenta conmigo para lo que sea, eres muy especial para mí, cómo te sientes, estaba pensando en ti. En fin, son frases que nos hacen sentir queridos.
Los sentimientos son del corazón y no de la cabeza. Aprendamos a diferenciarlos y a no mezclarlos. Los sentimientos no tienen prejuicios, no se miden, no se condicionan… ¡Sólo se entregan, sin esperar recibir algo a cambio. ¡Así es el corazón! Mientras que los pensamientos que surgen de la cabeza generalmente llevan una segunda intención.
Corresponder al amor. El amor se construye, aunque las personas nos pueden amar desinteresadamente, es importante corresponder a ellos para mantener viva la llama de ese sentimiento. El intercambio es el que alimenta el amor, actuemos como esperamos que ellos lo hagan, entreguemos todo lo que ellos estarían dispuestos a entregar por nosotros y un poquito más. Vamos, sal de la pasividad y comienza a dar.
No maltrates a los que te aman. No te aproveches de las personas que te quieren. Muchas veces tratamos mejor a las personas que peor nos tratan y a los que nos quieren, que se ocupan de nosotros, los despreciamos y hasta los usamos tomando lo mejor de ellos sin darles nada limpio a cambio. ¡Cuidado!, cuando te llegue la devuelta por parte de la vida... seguramente reconocerás tarde tu error. Nadie está obligado a querernos, y si tienes alguien que te quiere bien, ¡Siéntete agradecido y privilegiado!
Eres una persona afortunada, en algún lado, en algún lugar, alguien te espera, alguien te quiere... no importa donde estés o lo que haya pasado, es hora de ir y decirle cuánto lo amas, le agradeces su cariño y lo importante que es para ti... No dejes pasar más tiempo para poner orden en el amor.
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