viernes, 28 de noviembre de 2008

Volver a la familia

Es sorprendente ver cómo algunas relaciones familiares van perdiendo sus valores esenciales: El amor, la unión, el respeto y la lealtad. Tengo una amiga que tiene una situación familiar muy dura, donde se han puesto a prueba sus sentimientos y valores personales. Ella, por motivo de trabajo, permaneció fuera del país y alejada físicamente de sus hermanos, dejando al cuidado de ellos una propiedad y algunos objetos personales. Ahora, después de un tiempo regresa y descubre que ellos han tomado posesión de todo, pero lo que realmente la sorprende y le causa un gran dolor, es la actitud indiferente y defensiva con que la han recibido... ¿Dónde quedaron el cariño y la gratitud?
En muchos casos descubrimos que ciertas personas creen que tener dinero, posesiones materiales o estatus social les dará la felicidad que buscan, a pesar de poner en riesgo la relación afectiva que los une a sus seres queridos.
Lo único que nos llevamos son todas las buenas acciones que hicimos y los afectos bien vividos. Para muchas personas con relaciones familiares conflictivas, los amigos de la etapa adulta se convierten en la extensión de la familia. Deberíamos rescatar nuestro espacio familiar, vencer la resistencia y la competencia que sentimos entre hermanos; lograr que el amor, el respeto y la hermandad estuvieran por encima de la envidia o los celos que alguno puede sentir hacia el otro; deberíamos tratar de fortalecer el vínculo afectivo que nos une, para conformar un espacio sólido lleno de apego, seguridad y respeto, donde los nietos y sobrinos puedan experimentar un sentimiento de pertenencia, cariño y aceptación personal.
Sería bueno que nos alegremos por los triunfos y los éxitos de nuestros familiares, que en todo momento pudiéramos ser solidarios y leales al sentimiento y a la relación que conservemos a través del tiempo, porque sólo así experimentaríamos un sentimiento cálido de familia que nos acompañará donde quiera que vayamos.
Vale la pena que busquemos la conciliación, el reencuentro, sin permitir que el pasado negativo, las cosas que nos dijimos o lo que nos hicimos, se interpongan entre nosotros y el deseo genuino de acercarnos.

Cómo reconciliarnos
Trabaja el perdón. Decide perdonar o pedir perdón si fuiste tú quien cometió el error. Colocarte en el lugar del otro, te permitirá reconocer sus sentimientos y comprender su comportamiento, así podrás perdonarlo con más facilidad. Recuerda que tienes que perdonar desde el corazón. Elige un ejercicio que te sea fácil y hazlo durante 14 días consecutivos.
Fortalece tu autoestima. Muchas veces detrás de la envidia o los celos se esconde una persona con baja autoestima. Tal vez necesitas reconocer tus cualidades y talentos para que puedas hacer un buen uso de ellos. Puedes ser exitoso en la medida en que tengas tus propias metas y trabajes para conseguirlas. Deja de ver a tus hermanos como un punto de referencia y concéntrate en ti y en alcanzar tus logros.
Disfruta del éxito de los tuyos. Muchas veces nos molesta el que otro tenga más de lo que podemos tener nosotros. Esto nos puede llevar a hacer comentarios negativos e insidiosos o a cometer errores que más tarde lamentaremos. Deja de decir que lo que tiene es suerte y que no se esforzó para conseguirlo. Por el contrario, alégrate y celebra junto con él.
Organiza una reunión familiar. Haz una invitación muy especial donde coloques ciertas reglas claras, para que el reencuentro sea comienzo de una nueva relación familiar. Por ejemplo: No podemos hablar del pasado a menos que sea para recordar los buenos momentos, hagamos que todos nos sintamos preferidos y especiales, tengamos un detalle pequeño que sirva para expresarnos el afecto.
Comencemos de nuevo. Busquemos la oportunidad de reconciliarnos con ese familiar del que nos sentimos alejados, si es una persona de edad te sugiero que no le hagas reproches ni trates de hacerle entender tus puntos de vista; simplemente compréndelo, acéptalo y perdónale para que puedas volverlo a querer. Si es una persona contemporánea contigo, háblale, cuéntale abiertamente lo que sientes, dile que estás dispuesto a perdonarle y pídele que te ayude a buscar la solución.
Los padres tenemos la responsabilidad de no manifestar preferencias, de no apoyar iniciativas que tomen unos para afectar negativamente a otros, tenemos la responsabilidad de hacer todo cuanto sea necesario para reunir a nuestros hijos en un ambiente de paz y amor.

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