martes, 13 de enero de 2009

Mimos que sanan




¿Quién no disfruta que le acaricien la cabeza?... difícilmente alguien responderá “yo”, sobre todo si se trata de los toques sutiles y cálidos de la terapia cráneo-sacral, creada por el doctor John Upledger, y plena de bondades para todo el organismo. Una especialista venezolana
la presenta.

Las sensaciones que dulcemente asaltan el cuerpo (y alma) de la persona que recibe la terapia cráneo-sacral pudieran parecerse al mar de la poeta uruguaya Idea Viñariño: “Lento mar, hondo mar, profundo mar inmenso... va creciendo sereno desde el fondo, sabiamente creciendo, lentamente, hondamente,

Largamente, pausadamente, mar”. La sesión es una suerte de viaje donde se entra a otro tiempo en el que, como las olas, se va y se viene, pues como bien explica JanineVici-Senior, esta terapia ayuda a la persona a irse hacia dentro, “otorgando una relajación sumamente profunda y un momento de sosiego en el que se sabe que no se está totalmente dormido aunque casi se esté”.

Janine Vici empezó siendo paciente de esta terapia y la experiencia para ella fue tan maravillosa y sanadora que se animó a aprenderla y potenciar los 15 años que ha dedicado a la aromaterapia. Para ello decidió formarse en el propio instituto del creador de esta terapia, el doctor John Upledger, ubicado en Palm Beach, en Florida.
Esta terapia, que involucra un toque extremadamente ligero, permite mejorar la condición del sistema nervioso central, proporciona una mayor resistencia al estrés, y por lo tanto refuerza la resistencia a las enfermedades. Es una manera sutil y fluida de permitir al organismo ponerse en contacto con los patrones de restricción, represión, enfermedad, que mantiene desde hace tiempo; supone una liberación de la fuerza sanadora que se lleva dentro y tiene efecto sobre la totalidad de la persona tanto física como emocional y mentalmente.

La terapia se desarrolla con la persona acostada boca arriba en una camilla. En el caso de Vici, ella coloca sobre la misma unas compresas de agua caliente que potencian los efectos de la misma, ayudando así a que el paciente se relaje completamente. Previamente le pregunta a la persona si ha padecido algún traumatismo físico en el nacimiento o durante su vida (alguna fractura, golpe o accidente) o si sufre de anomalías en la presión intercraneal causadas por derrames, tumores o aneurismas, que serían la única contraindicación para esta terapia. Luego inicia un contacto suave en articulaciones del cuerpo, empezando por los tobillos, para centrarse luego en la cabeza. Trabajando todos los huesos del cráneo, cara e incluso intrabucales, y algunos puntos de la espalda.

Este contacto es a la vez diagnóstico y sanador, pues al palpar el ritmo cráneo-sacral de la persona la terapeuta puede advertir los trastornos que tiene y hacer los toques necesarios para armonizarlos: “Depende de cómo sea el ritmo cráneo-sacral de la persona -continúa Vici- uno puede advertir dónde está una restricción, la cual puede ser la causa de sinusitis crónica, migrañas, dolores de espalda, vértigo y otitis en los niños, entre otras dolencias. Al liberar esa restricción, el hueso se pone en su sitio y el paciente experimenta una franca mejoría”.

Tiene su ciencia
Este método posee sus fundamentos científicos. Su historia se inició en 1975 cuando el médico y osteópata John Upledger asistía a un neurocirujano en la remoción de una placa de calcio de la superficie de la médula espinal de un paciente de 65 años. Allí advirtió un movimiento rítmico, tanto en la vértebra que sostenía como en la membrana que recubría la médula espinal del paciente, que no tenía nada que ver con el ritmo cardíaco ni con el respiratorio.

Esta observación, junto con el hallazgo del doctor William Sutherland -quien advirtió que las suturas del cráneo sí tenían movimiento, aún en la adultez-, condujeron a Upledger a realizar una serie de experimentaciones, tras las cuales planteó la existencia de un ritmo inherente al flujo del líquido cefalorraquídeo, que bautizó con el nombre de cráneo-sacral.

El sistema cráneo-sacral abarca, además del cerebro, todas las membranas intercraneales o meninges que recubren y protegen el cerebro y la médula espinal hasta el cóccix en el sacro, e integra un sistema hidráulico semi-cerrado por donde circula el líquido cefalorraquídeo, el cual sube y baja desde el cerebro hasta la médula espinal y viceversa, con unos ciclos determinados; éste es el ritmo cráneo-sacral. “Se me parece a una ostra que se abre y se cierra dentro del mar, así como el movimiento de las anémonas y plantas marinas en los arrecifes coralinos que uno aprecia cuando se está buceando”, dice Vici.

Un desequilibrio en este sistema puede afectar negativamente el sistema nervioso central, lo cual puede dar como resultado una alteración a nivel sensorial, motor o neurológico. Por ello, al estimular de una manera muy sutil las membranas intercraneales, se está ayudando a movilizar y equilibrar al organismo en general: “Aplicando apenas tres gramos de presión se logra una liberación. Es como volver a ajustar el rompecabezas craneal en su lugar y de esta manera se ayuda a reorganizar todo el organismo estimulando los sistemas circulatorio, linfático y hormonal, pues tanto la hipófisis como la pituitaria se encuentran situadas dentro de la bóveda craneal y se benefician de esta irrigación renovada del líquido cefalorraquídeo”.

“La premisa -prosigue Vici- es por qué usar fuerza y una presión excesiva cuando con un toque sutil y cálido se pueden liberar las restricciones del organismo. Si ya el cuerpo tiene una contractura o un dolor, es más probable que se oponga si sabe que va a ser tocado con fuerza; en cambio, si el paciente sabe que el terapeuta lo va a tratar como si fuera un bebé recién nacido, la persona no se previene y se entrega a la terapia con confianza y sin ofrecer resistencia”. Y así obtiene una profunda relajación.

Explica que al tiempo de ser una terapia con base científica es un método que utiliza el trabajo energético, pues procura en cada sesión potenciar y dirigir la energía propia del organismo. “Ahora bien, el terapeuta cráneo-sacral es simplemente un facilitador que busca fortalecer la habilidad del propio cuerpo del paciente para aliviarse ayudándolo a responsabilizarse a fin de que tome conciencia y parte en su proceso de mejoría. El cuerpo tiene la posibilidad de autocurarse, en armonía con los principios de la homeopatía. El terapeuta ayuda al cuerpo a reorganizarse, a volver a su equilibrio natural, pero es fundamental la responsabilidad del propio paciente, quien debe tomar parte por su propio proceso para continuar con esa mejoría que sentirá tras la terapia”

No hay comentarios:

Búsqueda personalizada