Todos queremos ser felices, pero ¿qué podemos hacer en verdad para atraer aquellos raros momentos en que nos sentimos plenos, tranquilos o totalmente satisfechos? ¿Cómo prolongar o hacer más frecuentes estos instantes de felicidad? ¿En verdad de qué dependen: ¿De que los demás nos aprueben, de tener el control absoluto de nuestro trabajo? ¿De nuestros amigos, de tener una mejor casa o del poder comprar un carro del año o dependerá del tener una pareja perfecta?
Cuántas veces buscamos desesperadamente conseguir algo, insistimos hasta que lo logramos, como por ejemplo un carro nuevo, nos sentimos orgullosos, eufóricos y satisfechos de haberlo conseguido, lo mostramos a los amigos y a los vecinos extendiendo un poco más nuestro bienestar... pero unas horas o unos días despues, volvemos a sentirnos vacíos por dentro y nos preguntamos: ¿Y ahora qué? Un filósofo decía alguna vez: “Conseguir algo o no conseguirlo, nos produce la misma sensación de insatisfacción al final del proceso”.
La felicidad no depende de lo que hagamos o dejemos de hacer, ni de lo que tengamos o todavía no hallamos conseguido. La felicidad no está afuera, está adentro de cada uno de nosotros y depende básicamente de nuestra actitud y forma de ver e interpretar la vida. Cada uno de nosotros puede construir su propia felicidad.
Somos felices cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos, con lo que hacemos, con el lugar que ocupamos en este momento en el universo. Cuando tenemos sueños y trabajamos en la realización de los mismos, cuando cumplimos con los más pequeños y atesoramos la satisfacción silenciosa de haberlos alcanzado a pesar de tantos obstáculos. Podemos ser tan felices como queramos... pero muchas veces elegimos ser infelices a causa de situaciones pequeñas e intrascedentes a las que prestamos atención, permitiéndoles que nos afecten profundamente y nos hagan perder el equilibrio y la felicidad que teníamos. Dejemos de prestarle atención a todo aquello que se presenta de una forma negativa o diferente a lo que esperábamos, tomemos la decisión de atender y mostarle interés sólo a lo bueno y lo grato que nos suceda cada día aunque sea muy pequeño, de esta manera podremos extender el bienestar y la alegría que nos permitirán superar los momentos difíciles de la vida con más facilidad.
Cuando nos dedicamos a realizar nuestras tareas cotidianas con entusiasmo, con calidad, responsabilidad, amor y entrega, podemos proyectar nuestros mejores sentimientos y experimentar una gran felicidad.
Si te repites una y otra vez los mismos pensamientos negativos, si usas las mismas formulas gastadas, si te dejas manipular creyendo que la felicidad consiste en comprar y acumular, te alejarás cada vez más de la felicidad verdadera. La seguridad, el miedo a experimentar, la falta de espontaneidad y la comodidad son enemigas naturales de la felicidad.
Es preciso renovar nuestra vida, llenarla de emociones y de proyectos nuevos. Siempre que te encuentres decaído y desanimado, haz algo que esté fuera de la rutina.
Invita a tu casa a alguien que nunca hayas invitado, saluda efusivamente a la gente que se cruza en tu camino, olvídate del trabajo a ratos, visita un lugar donde nunca se te haya ocurrido ir jamás, dile a esa persona especial cuánto la quieres y lo que significa para ti, deja que los demás pasen delante de ti en la fila del cine, haz algo divertido que hayas pensado hacer y que no te hayas atrevido, comete un exceso sin sentirte culpable, camina bajo la lluvia, estírate y respira profundo, inscríbete en ese curso que tanto querías, da las gracias a esa persona que te presta un servicio, sorprende a alguien con un detalle, piensa que la vida apenas empieza, deja el reloj olvidado el mayor tiempo posible, escribe tus sueños, pinta un cuadro, ofrécete de voluntario, haz una larga lista de las cosas que te gustan de ti mismo, celebra en grande algo pequeño, concéntrate en todo lo que haces y disfruta de cada momento, date permiso para llorar, quédate dormido mientras ves la televisión, deja de hacer algo que no es bueno para tu salud, escucha atentamente a tu hijo, escribe un diario por dos meses, revisa un prejuicio que tengas y cámbialo, invita a tu pareja a hacer algo diferente y divertido...
La felicidad es un don con el que se nace, nuestra capacidad de ser felices es innata y es natural que tratemos de alcanzarla. Todo, absolutamente todo, puede convertirse en una actividad gratificante cuando se realiza con una actitud apropiada y el deseo de ser felices.
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