Uno de los retos más grandes que enfrenta la mujer de hoy, es lograr el balance entre su vida familiar y profesional sin olvidarse completamente de sí misma.
¿Te has sentido angustiada y presionada por todas las responsabilidades que tienes? ¿Sientes que todo el mundo te exige y que ya no puedes dar más? ¿Te sientes frustrada al no poder estirar o planificar el tiempo de manera que puedas cumplir con todo lo que tienes pendiente? Puede que en este momento estés a punto de estallar… Necesitas detener, por un instante, esa carrera alocada, para revisar lo que estás haciendo.
Tu problema es igual al de todas las mujeres que hoy en día trabajan fuera y dentro de la casa: tienes compromisos y responsabilidades profesionales y personales que cumplir, y muchas veces te paseas entre el cansancio y la culpa, ya que te exiges a ti misma más de lo que puedes dar. Detente, no puedes continuar viviendo bajo ese nivel de presión. Lo primero que tienes que hacer es recordarte como un ser humano que necesita descansar para recuperar la claridad mental, la vitalidad y la fortaleza que te permitan continuar.
Frecuentemente te sientes insatisfecha, te parece que no dedicas el tiempo suficiente a tus hijos, te sientes culpable cuando tienes que dejarlos con alguien por un momento o te frustras cuando tu pareja, en lugar de reconocer tu esfuerzo y cansancio, te exige permanecer despierta para ver un programa de televisión o acompañarlo a un evento. Entonces, piensas que ya no compartes momentos de disfrute con tu pareja como lo hacías antes… o que no puedes comprometerte más allá en el trabajo para seguir ascendiendo profesionalmente, pues tomaría parte del tiempo que necesitas para la familia.
Tal vez es tiempo de decir: “No puedo más con tantas cosas”. Muchas veces somos nosotras mismas quienes asumimos la mayoría de las responsabilidades, bien sea porque nos enseñaron a ser así desde pequeñas, o porque quisimos proteger a nuestra pareja, o porque no lo creímos capaz de compartir con nosotros los diferentes roles y responsabilidades exitosamente o porque todavía estamos esperando a que él o nuestros hijos, ya grandes, consideren la posibilidad de suavizar la carga que nos hemos impuesto a nosotras mismas.
Recordemos que somos nosotras quienes enseñamos a los demás cómo es que van a tratarnos.
Lamentablemente, el trabajo en casa no es reconocido socialmente porque es gratis. Pareciera que ese trabajo dedicado y laborioso de cuidar y mantener el orden y la armonía en el hogar no tiene valor alguno y, por lo tanto, no se reconoce. A esto tal vez se deba el hecho de que muchas mujeres se van a la calle a buscar un trabajo sin necesitarlo, al rechazar la idea de convertirse en maravillosas amas de casa.
Por otro lado, la necesidad de sentirnos reconocidas y aprobadas al poder cumplir con tantas responsabilidades, ha hecho que nos exijamos más a nosotras mismas, y que, en muchos casos, no estemos dispuestas a renunciar a esa cuota de reconocimiento, perdiendo, tal vez, la perspectiva de valorar y apreciar lo que realmente nos llena y nos hace felices. No corras el riesgo de convertirte en una supermujer.
Aprende a decir que no. El deseo de complacer a todo el mundo hace que te sientas abrumada casi todo el tiempo. No te comprometas con más de lo que realmente puedes manejar y cumplir. Decir que no de vez en cuando te permitirá ahorrar tiempo de calidad para ti y hasta para los tuyos.
Comparte responsabilidades. Crea una reunión familiar en la que puedas conversar con todos los integrantes de tu familia acerca de las diferentes tareas y responsabilidades que existen en casa, y repártelas entre todos para que se les haga más suave y entretenido el trabajo del hogar. También puedes intercambiar roles y responsabilidades con tu pareja.
Separa tus roles. Procura separar tus roles para que puedas manejarlos sin que te hagan sentir abrumada todo el tiempo. Si te ocupas de un solo rol a la vez te será más fácil manejarlo y disfrutarlo. Así que vive tu vida momento a momento.
Revisa tus prioridades. Define lo que realmente deseas y recuerda que todo lo que queremos tiene un costo. Pregúntate si estás dispuesta a pagarlo, y una vez tomada la decisión, avanza con entusiasmo, y sin lamentarte para conseguir tu meta.
Restablece un equilibrio entre el trabajo y la casa. Es importante que cuando llegues a casa, después de un día de mucha actividad, puedas dejar en la oficina o en la calle todas las preocupaciones y tareas pendientes, para que puedas concentrar tu energía y atención en las labores y los placeres de la casa. Recuerda repartir tu tiempo entre todas las áreas de tu vida, sin descuidar tu pareja y tu bienestar personal.
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