jueves, 23 de abril de 2009

A palabras necias oídos sordos

En estos días pensaba en que una de las mejores maneras de evitar que el malestar, el estrés o la tensión de otros nos penetre es tomando la decisión de no recibir aquello que nos entregan a través de sus comentarios, actitudes o actuaciones desequilibradas. En realidad, somos nosotros los que decidimos, en un momento dado, conectarnos con la rabia, la frustración, el miedo o el malestar de otra persona, a través del recuerdo, que muchas veces se activa en nosotros, de alguna vivencia del pasado. Inmediatamente se encienden nuestras emociones, nos afectamos y terminamos reaccionando de forma exagerada, porque no sólo lo hacemos hacia la persona que nos engancha emocionalmente en el momento, sino hacia todos aquellos que en el pasado se comportaron de la misma manera con nosotros.

Cuántas veces convertimos un evento sin importancia en una tragedia que nos impulsa a pelear y a distanciarnos de otra persona, sólo porque no somos capaces de reconocer que estamos cargados de recuerdos y heridas afectivas que todavía no hemos sanado…

¡Lo positivo es que podemos romper ese círculo vicioso en el que nos hemos sentido atrapados por tanto tiempo! Comencemos por comprender el estado de afectación en el que se encuentra la otra persona, y dejemos de tomar su actuación como una ofensa personal. Así, lograremos sentirnos más tranquilos y claros mentalmente para escoger la mejor manera de responder o de actuar. Muchas veces lo que necesita una persona ofuscada para calmarse y recuperar su balance es la compañía de alguien que, con mucha empatía, muestre tranquilidad e interés en ayudarle a solucionar aquello que le afecta o le preocupa en el momento.

Claves para suavizar
las relaciones con otros

Piensa antes de actuar. Si alguien te ofende, te agrede o irrespeta, rompe el círculo y no actúes de la misma manera. Cuenta hasta cien o hasta quinientos si fuese necesario, y tómate unos minutos para pensar con calma en lo que debes hacer, para que esta situación no se te vuelva a presentar.

Cuando reaccionas pierdes. Si te dejas enganchar emocionalmente y reaccionas, estás haciendo exactamente lo que el otro espera. Recuerda que para jugar emocionalmente se necesitan dos. Decide actuar con tu voluntad siempre de la mejor manera.

Sé dueño de tus emociones. Maneja tus emociones, no permitas que nada ni nadie te altere haciéndote perder el equilibrio o el entusiasmo con el que te levantaste por una cosa sin importancia. Evita la compañía de personas que viven sembrando odio, temor o malos sentimientos hacia los demás y la vida. ¡No te dejes afectar!

Hazte respetar. Establece límites claros en tu relación con otras personas para evitar que te vuelvan a agredir, ofender o irrespetar. Hazlo sin rabia o sin violencia, con calma pero con firmeza, tanto en palabra como en acción.

No descargues con otros tu estrés o frustración. Eres responsable por la manera en la que expresas lo que sientes y piensas. No te dejes llevar por la tensión o las emociones negativas… Así evitarás reaccionar negativamente para afectar a las personas que más quieres y que generalmente no tienen nada que ver con lo que en realidad te afecta.

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