jueves, 30 de abril de 2009

EL TEMOR A LO DESCONOCIDO

Había un rey que daba mucho miedo. Cuando capturaba a sus enemigos los llevaba a una sala de ejecuciones donde, de un lado, se encontraba un amenazante grupo de arqueros y, del otro, una pequeña puerta de hierro adornada con calaveras, a través de la que se oían los lamentos de miles de personas que eran torturadas y maltratadas sin compasión.

El rey les decía a los prisioneros con una sonrisa: 'Ustedes pueden elegir entre morir ahora atravesados por las flechas de mis hombres o pasar por la puerta misteriosa, si se atreven'.

Para evitar el sufrimiento que se imaginaban que sufrirían al traspasar la puerta, todos pedían morir de una vez sin torturas ni dolor.

Un día, un prisionero decidió pasar por la puerta, pues, a pesar de lo que pudiera sufrir, existía una posibilidad. Entonces, el rey le dijo con una sonrisa extraña: 'Si esa es tu voluntad, adelante'. Quitaron todos los cerrojos y el prisionero abrió la puerta sumergiéndose en un tenebroso y oscuro túnel. Caminó muy despacio, temeroso, pero al mismo tiempo dispuesto a enfrentar a una fiera bestia o a un musculoso guerrero, aunque siempre con la esperanza de salir victorioso. Al fondo percibió una luz. Al llegar a ella encontró un letrero donde se podía leer: 'Todos tememos a lo desconocido, por eso nos condenamos a lo conocido'. Entonces, sonriendo tranquilo, caminó hacia su libertad".

La vida es como un caudaloso río, unas veces amplio, sereno y profundo, y otras, torrentoso y estrecho. Cuando entramos en él, con la mirada fija
en el horizonte preocupados por lo que vendrá más adelante, pendientes de la menor señal de cambio y con terror a que tengamos que enfrentarnos, tal vez, a una corriente peligrosa o a una gran caída de agua, nos desgastamos, perdiendo la capacidad de navegar de la mejor manera.

Siempre tenemos dos opciones: Nadar contra la corriente, un esfuerzo inútil pues de esa manera sólo logramos permanecer en un mismo lugar con una gran pérdida de energía y un enorme desgaste; o dejarnos llevar por ella, confiados en que, de una u otra manera, sabremos sortear los escollos y saldremos airosos, ilesos y con el menor daño posible.

La vida, al igual que el río, fluye con enorme rapidez, manteniéndose en un permanente cambio; en el momento en que aprendemos a conocer y a manejar una situación, ésta cambia rápidamente y se convierte en otra totalmente distinta.

Las personas más exitosas y felices son aquellas que van por la vida flotando y usando la corriente para su propio beneficio. Es raro verlas preocupadas por lo que viene más adelante. Por el contrario, se ven ocupadas en esquivar los escollos que van apareciendo, impulsándose con el mismo movimiento de la vida para no lastimarse y, cuando ésta se suaviza, lo disfrutan, se nutren de la experiencia y descansan.
Muchas personas quisieran poder predecir y controlar todo lo que va a ocurrir, pero esto no es posible. Y si quieren llegar sanas y salvas al final del camino, necesitarán aprender a aceptar, a ser flexibles, a adaptarse, a tomar lo mejor de cada situación y a soltar la necesidad de controlar las cosas.

Cuando te sientas asustado por el futuro y los cambios, sumérgete con confianza en el presente, coloca toda tu atención en lo que tienes que hacer en el momento y verás como la preocupación desaparecerá rápidamente. Aprende a disfrutar del regalo de estar vivo, de la experiencia que implica recorrer el sendero de la vida, y sólo cuídate de no quedarte atrapado en un recodo del río, pues allí, al no haber corriente, tu vida se estancará. De vez en cuando déjate fluir, sin oponer resistencia, especialmente si estás frente a la oportunidad de renovar tu estilo de vida. Usa tus recursos: voluntad, inteligencia, optimismo, valor y entusiasmo para superar los momentos difíciles y aprende a disfrutar de todo lo que te ofrece la vida en su recorrido.

CLAVES PARA ASUMIR RIESGOS

Vence el miedo. Cuando tengas dudas, arriésgate. Consulta con tu corazón y no sólo con la cabeza. La peor decisión es la que no se toma, y tu peor consejero, el temor.

Sé flexible. Adáptate a las nuevas circunstancias, acepta lo inesperado, y busca el lado positivo de los posibles cambios.

Sé optimista. Reconoce en cada situación una oportunidad. Recuerda que las oportunidades muchas veces están escondidas, esperando que las encuentres.

Confía en ti. No importa cuántos errores hayas cometido en el pasado, la vida siempre nos ofrece una oportunidad para aprender de lo que hemos experimentado. Tú tienes todos los recursos para ser un ganador, identifícalos y úsalos.

Disfruta. La vida es para disfrutarla, no te preocupes, deja por una vez de mirar hacia delante y mira hacia los lados, y reconoce todos los regalos esenciales que tienes en este momento. ¡Siéntete agradecido!

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