sábado, 25 de abril de 2009

Los valores comienzan en casa

La mayoría de las herramientas que, como adultos, nos hacen falta para tener una vida plena, las adquirimos durante la infancia.

Si tienes niños pequeños en casa, estás a tiempo de hacer algunos ajustes en la relación que mantienes con ellos, en la dinámica del hogar y en tu manera de actuar, para que puedas transmitirles algunas normas éticas que les permitan desarrollarse como personas plenas, para que vivan en armonía con los demás y hagan su aporte positivo al mundo.

La sociedad actual ha trastocado muchos de los parámetros tradicionales que nos inculcaron en la infancia. Sin embrago, existe una serie de valores humanos esenciales, que pueden aplicarse a todas las culturas, como el respeto a los
demás, el sentido de justicia, la sinceridad, la compasión, la responsabilidad,
la equidad… Como padres deberemos decidir qué clase de valores
le trasmitiremos a nuestros hijos, recordando que el ejemplo será el instrumento
por excelencia para hacerlo. No sirve de nada darles una larga y detallada explicación acerca de los valores que deseamos inculcarles, si no
los estamos usando en nuestra vida cotidiana.

El trato cariñoso y respetuoso, la confianza y el amor son ingredientes básicos para el desarrollo desde la infancia. Sentirnos constantemente criticados o ignorados por unos padres que siempre esperan algo distinto o mejor de nosotros, hará que crezcamos con una gran inseguridad y una estima muy bajita, lo que se traducirá en un niño lleno de problemas y en un adulto, inseguro y cargado de temores.

Algunos valores éticos

El sentido de la responsabilidad. No podemos pretender que un niño pequeño al que le hemos solucionado todos los problemas, asuma algunas responsabilidades en la adolescencia. En lugar de rechazar su ayuda, permíteles participar en algunas labores en casa. Así aprenderán que las tareas son de todos, y que colaborando se terminan mas rápido.

El desarrollo de la gratitud. Antes inclusive de que aprenda a hablar, debemos dar las gracias por él, dejando muy claro que aquello que recibe es producto del esfuerzo de alguien y que éste merece su agradecimiento.

Nuestra actitud les sirve de ejemplo, por ello, además de dar las gracias, debemos enseñarles a pedir con un “por favor” y a disculparse. Pedirles perdón a nuestros hijos no es perder autoridad, sino mostrarles respeto y que todos podemos equivocarnos y rectificar.

Aprender a ser justos. Cuando se presentan las peleas entre hermanos, en lugar de darle la razón al mayor, o al menor, a pesar de que haya cometido un error, es importante enseñarles a reflexionar acerca de lo sucedido. Que aprendan a ponerse en el lugar del otro, y que juntos encuentren una buena solución para sus problemas. Ser justo es la suma de otros valores como la comprensión, la confianza y el respeto a las diferencias.

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