¿Llevas la cuenta de en cuantas ocasiones te preguntaron "¿Estás soooola?" con cara de lástima, como si lo tuyo fuera un pecado y no una circunstancia o una elección? Parece mentira que bien entrado el siglo XXI el estigma continúe y todavía, como antes, estar sola se asimile al castigo por cualquier error o traspié por el cual una mujer quedaba condenada a ser solterona, a vestir santos sufriendo como en un tango igual que la modistilla que dio el mal paso.
Tengo una amiga que se ha pasado los últimos quince años en un mar de relaciones desastrosas. Un día, las amigas le dijimos que si seguía saliendo con hombres equivocados todo el tiempo por no quedarse sola nunca iba a encontrar al que valía la pena. Todavía sigue buscando. Lo que me lleva a preguntarme si saber estar sola es un don, una capacidad adquirida o un simple entrenamiento. ¿Se puede aprender a estar sola?
No se trata de estar sola un rato ni de tomar unas vacaciones sino de esos largos períodos, entre novios o maridos, en los que una está un poco harta de la búsqueda, desencantada de las malas experiencias y con ganas de mandar todo al diablo. Esos períodos en los cuales, superado el dolor de la ruptura, una decide que va a pasarlo bomba sin un señor al lado. Allí es cuando te llama una amiga casada para invitarte a una cena de amigos y te pregunta "¿Vienes sooola?", con ese tonito del que ya hablamos y tú quisieras decirle que estás feliz, que paseas con tus amigas y amigos, que no tienes compromisos y que ni sueñas estar mal por eso. Pero callas porque es demasiado largo de explicar y no cualquiera lo entiende.
Antes de entrar en mayores profundidades debemos diferenciar entre estar sola (algo poco probable a menos que te vayas a vivir a un país lejano y desconocido) y no tener pareja. Esto último no es lo ideal si no es una elección clara, porque la sociedad funciona de a pares, presiona bastante y, para peor, todavía descalifica en cierta medida a quien circula sola como si le faltara algo. No se entiende la diferencia entre gustar de la compañía o necesitarla.
La terapeuta Marcela Pezoa Bissiéres considera que se aprende a estar sola de a poco por medio de un trabajo personal en el cual es tan importante perder el miedo a estar sola como dejar de lado la ilusión de que tener alguien al lado es garantía de estar mejor (un resabio romántico decididamente incorporado a nuestra cultura...). También afirma que la sociedad a veces es muy discriminadora con las mujeres solas; las separadas son vistas como una amenaza o pasan a ser una carga y las parejas, por lo general, no las incluyen en sus programas. Los hombres, curiosamente, son vistos con otros ojos; se los invita y protege porque se considera que no tienen muchas herramientas para estar en soledad un tiempo largo (¿Te suena haber vivido algo así?).
Por otra parte, si miramos cuántos casos conocemos de soledad compartida y de soledades negadas dentro de una pareja, deberíamos proponer que en el plan escolar hubiera una materia llamada "Vivir sola". Se evitarían tantos errores, malas relaciones, dependencias enfermizas y aprovechamientos de debilidades que, finalmente, se le haría un bien a la sociedad.
Tengo una amiga que se ha pasado los últimos quince años en un mar de relaciones desastrosas. Un día, las amigas le dijimos que si seguía saliendo con hombres equivocados todo el tiempo por no quedarse sola nunca iba a encontrar al que valía la pena. Todavía sigue buscando. Lo que me lleva a preguntarme si saber estar sola es un don, una capacidad adquirida o un simple entrenamiento. ¿Se puede aprender a estar sola?
No se trata de estar sola un rato ni de tomar unas vacaciones sino de esos largos períodos, entre novios o maridos, en los que una está un poco harta de la búsqueda, desencantada de las malas experiencias y con ganas de mandar todo al diablo. Esos períodos en los cuales, superado el dolor de la ruptura, una decide que va a pasarlo bomba sin un señor al lado. Allí es cuando te llama una amiga casada para invitarte a una cena de amigos y te pregunta "¿Vienes sooola?", con ese tonito del que ya hablamos y tú quisieras decirle que estás feliz, que paseas con tus amigas y amigos, que no tienes compromisos y que ni sueñas estar mal por eso. Pero callas porque es demasiado largo de explicar y no cualquiera lo entiende.
Antes de entrar en mayores profundidades debemos diferenciar entre estar sola (algo poco probable a menos que te vayas a vivir a un país lejano y desconocido) y no tener pareja. Esto último no es lo ideal si no es una elección clara, porque la sociedad funciona de a pares, presiona bastante y, para peor, todavía descalifica en cierta medida a quien circula sola como si le faltara algo. No se entiende la diferencia entre gustar de la compañía o necesitarla.
La terapeuta Marcela Pezoa Bissiéres considera que se aprende a estar sola de a poco por medio de un trabajo personal en el cual es tan importante perder el miedo a estar sola como dejar de lado la ilusión de que tener alguien al lado es garantía de estar mejor (un resabio romántico decididamente incorporado a nuestra cultura...). También afirma que la sociedad a veces es muy discriminadora con las mujeres solas; las separadas son vistas como una amenaza o pasan a ser una carga y las parejas, por lo general, no las incluyen en sus programas. Los hombres, curiosamente, son vistos con otros ojos; se los invita y protege porque se considera que no tienen muchas herramientas para estar en soledad un tiempo largo (¿Te suena haber vivido algo así?).
Por otra parte, si miramos cuántos casos conocemos de soledad compartida y de soledades negadas dentro de una pareja, deberíamos proponer que en el plan escolar hubiera una materia llamada "Vivir sola". Se evitarían tantos errores, malas relaciones, dependencias enfermizas y aprovechamientos de debilidades que, finalmente, se le haría un bien a la sociedad.
El paso inicial para poder estar sola (y bien...) es reconocer tu individualidad, conocerte a ti misma, descubrir tus gustos y tus pasiones, desarrollar tus capacidades, decidir en libertad lo que quieres o no hacer, sentirte dueña de tu tiempo, de tu vida misma. Si aún te asusta la idea piensa que, según relatan quienes lo aprendieron, a veces resulta tan placentero estar sola (y bien...) que no dan ganas de volver a tener pareja.
Recordatorio de lo que no debes hacer
*Considerarte románticamente la mitad de algo porque eres una unidad completa.
*Quedarte en una relación por miedo a estar sola. Nada justifica estar en un lugar que ya no te sirve o que te hace mal.
*Evitar plantear los problemas de tu pareja por miedo de romper la relación. Si la pareja no funciona y no se puede enfrentar la crisis es mejor terminarla.
*Hacer infinitas actividades para no sentirte nunca sola. Ser activa y aprovechar la vida está bien, atontarse y agotarse yendo de una actividad a otra es solo una pantalla para no ver lo que sucede.
*Confundir sentirte sola con estar sola. Tienes a tu familia, tus hijos, tus amigas, tu trabajo, tus vecinas, eso no es estar sola.
¿Te sientes sola (y mal...) seguido? ¿O disfrutas de la soledad?
1 comentario:
Me ha gustado mucho lo que has escrito...porque me siento reflejada en todo. Me quedo con un trozo de una frase: ...porque eres una unidad completa.
Que razón llevas...y que pocos lo entienden....tan solo los que anduvieron por ese camino.
Muchas gracias por tus palabras.
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