domingo, 8 de agosto de 2010

Volver a la serenidad


Somos, por naturaleza, seres serenos e intuitivos, pero solemos perder esa serenidad a causa de los pensamientos negativos de miedo, ansiedad, frustración, resentimiento y preocupación, que nos mantienen emocionalmente alterados y mentalmente inquietos. Nuestros pensamientos son como cientos de monos, que saltan de rama en rama en nuestra mente, y que, con su incesante gritería y movimiento, nos agotan física y mentalmente, entre juicios inútiles, frenéticas reflexiones, ideas atemorizantes y maquinaciones innecesarias.

Permitir que nuestra mente nos consuma a través de una actividad incontrolable de pensamientos negativos de todo tipo, no sólo nos aleja del momento presente, del aquí y el ahora, sino que nos envenena y confunde, produciéndonos estrés, mal humor, agobio y depresión, lo que nos aleja cada vez más de esa sensación de paz, alegría y trascendencia que deberíamos experimentar.

Usualmente quedamos atrapados en análisis mentales negativos que nos llevan a recordar un pasado difícil que no podemos cambiar o un futuro incierto que no podemos controlar, lo que nos hace perder la posibilidad de vivir el momento presente sin miedo, confiando en que estamos capacitados para afrontarlo de la mejor manera, acompañados y apoyados por la sabiduría de la vida, sabiéndonos capaces de disfrutar y afrontar exitosamente el día a día, con todas las situaciones que se nos presentan, armados de una actitud positiva, un desbordante entusiasmo y un objetivo de vida claro que nos lleve a conseguir la verdadera realización.

La actividad mental es necesaria para analizar y resolver nuestros problemas, y para crear y construir nuestro propio estilo de vida. Pero, con demasiada frecuencia, las emociones negativas, los pensamientos pesimistas, los comentarios llenos de temor de otras personas, terminan distorsionando nuestra apreciación del presente, alterándonos mental y emocionalmente, afectando nuestras reacciones y, en consecuencia, la toma de decisiones.

Somos seres pensantes, pero también intuitivos. Tenemos que recuperar nuestra paz y tranquilidad, debemos volver a nuestra esencia, rompiendo el ciclo del miedo, tomando el control de nuestra vida, y reeducando nuestra mente para reprogramar los pensamientos negativos, reemplazándolos por pensamientos de confianza, de amor, de tranquilidad y de fe.

Si logramos bajar la velocidad de nuestros pensamientos y mejorar la calidad de ellos, encontraremos la paz y la serenidad que nos lleve a vivir en plenitud. Cuando dejamos de enjuiciar a los demás, y a todo lo que vemos, nos damos la oportunidad de estar en el presente, dedicados a sentir lo que está sucediéndonos. Si no estamos atentos en el aquí y el ahora, perderemos las oportunidades que llueven sobre nosotros.

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