viernes, 4 de septiembre de 2009

ÉPOCA DE RECONCILIACIÓN

ÉPOCA DE RECONCILIACIÓN


Las relaciones humanas a menudo no son como nos gustarían, se tornan difíciles, llenas de envidia, celos, competencia y hasta resentimiento. Por eso muchas personas prefieren distanciarse y cortar la relación con todos los que tuvieron algún conflicto, desacuerdo o diferencia que no supieron cómo resolver en su momento.

Poner orden en nuestras relaciones familiares, con los amigos, los vecinos o los compañeros de trabajo hará que podamos reconciliarnos para recuperar, de alguna manera, los elementos positivos que alimentaron y mantuvieron la relación con esas personas durante tanto tiempo.

Cuando vivimos una situación difícil con alguien y no sabemos cómo enfrentarla y solucionarla, optamos por la separación para calmar el dolor que nos produce y minimizar las diferencias que nos afectan. Pensamos que, de esa manera, podemos dejar encerrados, en una especie de cuarto oscuro, aquellos recuerdos negativos que nos afectaron, sin darnos cuenta de que al hacerlo terminamos trastornando nuestra manera de ser y de relacionarnos con los demás. Pero lo cierto, es que esas emociones negativas que sentimos todavía siguen ahí, guardadas, esperando la oportunidad de salir en el momento en que una situación se asemeje a otra del pasado, y nos haga reaccionar.

Para volver a sentirnos en paz y a gusto con la vida es necesario que hagamos una especie de limpieza de viejos recuerdos, haciendo uso del perdón. Elijamos el momento en el que nos sintamos más fortalecidos y vayamos al reencuentro de estos recuerdos para enfrentarlos sin temor y sin rencor; sólo así podremos vaciar ese contenedor de sentimientos y pensamientos negativos para sentirnos libres del peso del pasado y dispuestos a vivir un presente distinto y renovado.

Estar dispuestos a reconciliarnos con las personas que forman parte de nuestro entorno personal es importante. Esto no quiere decir que debamos insistir en mantener una relación cercana e ideal con todos ellos, sobre todo si no están dispuestos a cambiar o a mejorar su actitud y comportamiento. Recordemos que tenemos el derecho de elegir terminar o mantener la relación.

Si estamos interesados en recuperarla, resaltar el valor que tiene todo lo que hemos compartido o recibido como positivo por parte de ellos ayudará a sanar cualquier recuerdo negativo, para que brote el amor incondicional que fortalezca y mantenga el vínculo que nos une.

CLAVES PARA BUSCAR LA RECONCILIACIÓN
Estar dispuesto a aceptar a las personas como son. Esto significa reconocer y aceptar las limitaciones y las diferencias de los demás. Si te resulta muy difícil aceptar a alguna en particular, piensa en cuatro cosas positivas que recuerdes de esa persona en el pasado, esto te permitirá verla de otra manera.

Trabajar en el perdón. En lugar de quedarnos anclados en el resentimiento, vale la pena extender nuestra compresión hacia sus limitaciones, asumir la responsabilidad parcial de lo que pasamos, llenarnos del amor de nuestras personas queridas y perdonar para sanar el pasado y borrar cualquier resentimiento que nos impida iniciar una nueva relación con ellos.

CLAVES para hacer las paces
1
Compórtate como esperas que lo hagan los otros. Deja de esperar a que las personas cambien su actitud y comportamiento, y comienza a actuar como desearías que lo hicieran los demás. Sé diferente, te aseguro que tu vida mejorará y que comenzarás a proyectar armonía. Con tu forma de actuar te convertirás en el ejemplo que necesitan otros para volverse más participativos.

2
Evita pensar sólo en tí misma. Observa a las personas que se encuentran a tu alrededor y pregúntate: ¿Qué puedo hacer para suavizar sus vidas? Comienza por tus seres queridos, vuélvete más colaboradora, muéstrate interesada en sus asuntos y averigua cómo puedes apoyarlos. Acércate a ellos con una frase o un gesto cariñoso y hazlos sentir queridos y especiales.


3
Evita que la conversación toque el pasado negativo. Fomenta el recuerdo de las vivencias divertidas, positivas y agradables. Reconoce sus logros y hazla sentir querida y aceptada. Suavizar la vida de otros con nuestros comentarios y actitudes hará que nos sintamos satisfechos.




Asume la responsabilidad de tu felicidad. Deja de esperar a que te reconozca, se comporte de una manera diferente o se anime a celebrar tus logros y éxito personal. Acéptala como es, no esperes encontrarla cambiada, ve dispuesta a darle, a brindarle tu cariño y amistad incondicional. Apóyate en la seguridad y el placer que produce vivir tu independencia emocional, y comparte con ella sin temor a perderla.

Mantén siempre una actitud positiva, minimizando lo negativo que pueda presentarse y exaltando lo bueno, lo positivo, lo agradable de ese reencuentro. Así podrás compartir con ella un buen momento. No te dejes enganchar por alguna de sus actitudes, comentarios o comportamientos negativos, recuerda que ya no son determinantes para ti, pues tú has adquirido madurez e independencia emocional y ahora estás en posición de dar y no de pedir.

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