viernes, 10 de septiembre de 2010

No quiero ir a clases

Se acabaron las vacaciones e inicia el período escolar. Conozca por qué esta transición puede afectar psicológicamente a niños y niñas, y cómo enfrentar los episodios de ansiedad, angustia e inseguridad que ocasionan en ellos y que podrían afectar su salud.
ermina la época de acostarse y levantarse tarde, de jugar sin límites de horarios, pasar tardes enteras viendo televisión, viajar y, en resumidas cuentas, de disfrutar de los días libres que brindan a los niños la tan anhelada temporada vacacional. Para los más pequeños de la casa, comienza el ajetreo escolar, que incluye conocer gente nueva en el colegio.
La presión de las obligaciones que conlleva el inicio de la rutina escolar agobia a los niños y a sus padres. La especialista en psicología infantil, Silvana Lorena Valenzuela, explica que el 8% de los niños con edades comprendidas entre los 5 y los 11 años sufren en alto grado de estrés al regresar a clases. "Aunque no lo creamos, en ellos surgen muchas dudas, comienzan a presionarse sobre cómo serán sus compañeritos y en el caso de que sean los mismos, si las relaciones con ellos serán iguales, se preguntan cómo será el nuevo régimen de disciplina, porque al pasar de grado los niveles de exigencia son mayores y ellos lo saben, cómo será su maestra y si los tratará con cariño".

El miedo a lo desconocido y las expectativas van en aumento semanas antes del inicio de clases. Pero el estado de ansiedad que en los niños despierta el temor a lo nuevo, se puede combatir con éxito y revertirlo de manera positiva para lograr grandes cambios en la actitud de los escolares, "existen hechos que pudieran motivarlos a regresar como lo son estrenar uniformes, bolsos, libros y útiles, lo que les crea una sensación de seguridad".

Señales de alerta
Dado que el estrés puede ocasionar desórdenes en el patrón de comportamiento de niños, la profesional señala que, generalmente, los síntomas en los pequeños varían dependiendo del núcleo familiar en el que se desenvuelven. Por esta razón, en ocasiones, no pueden ser identificados con facilidad por algunos padres. Es por ello que recomienda estar alertas ante los siguientes síntomas:

*Inapetencia o gula: dejar de comer o hacerlo en exceso.
*Episodios de rabia: las llamadas "pataletas" por cualquier motivo.
*Llanto incontrolable: Sin razones aparentes comienza a llorar.
*Insomnio o dormir en exceso: el niño duerme más de 8 horas y no tiene deseos de levantarse.
*Desánimo: no tiene ganas de jugar ni de salir, en fin, de hacer nada.
*Dolores corporales: en muchos casos, los pequeños experimentan dolores de estómago, cuello, hombros y espalda.
*Problemas de concentración: están retraídos y no prestan atención cuando se les habla sobre cualquier tema.

Algunos niños son más comunicativos que otros y expresan abiertamente su negación a regresar a clases, si es así, es posible que él mismo notifique las razones de sus miedos. La especialista subraya que los padres deben estar en observación constante de sus actitudes y si éstas se agudizan con el período regular de clases, se deben tomar otras acciones.

¿Qué hago?
El estrés es definido por la Real Academia Española como "tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves". La especialista, considera que éste es contagioso por lo que recomienda a los padres mantenerse relajados, "el estrés es energético y por ende, la probabilidad de que se replique en nuestro entorno es muy elevada. Si papá o mamá llegan muy cansados o bajo tensión por el tráfico, problemas en el trabajo, en las finanzas o cualquier situación, lo más probable es que se lo transmita a sus hijos". En este sentido, si usted identifica en sus hijos algún síntoma de estrés, acá algunos consejos profesionales para hacerle frente:

*Mantenerlos activos durante el período vacacional: sugiere inscribirlos en actividades complementarias, bien sean, deportivas o artísticas para mantenerlos en constante aprendizaje y movimiento. Si no cuenta con los recursos económicos, puede mantenerlos leyendo un libro y propiciar el debate de su contenido en familia para hacer el proceso más ameno.

*Prepararlos psicológicamente: conversar con ellos sobre la importancia del regreso a la escuela y establecer metas a cumplir y cómo alcanzarlas. Demostrarle su apoyo en todo momento.

*Escucharlo: si el niño le confiesa sus temores, intereses y expectativas, prestar atención a sus señalamientos y darles la trascendencia que merecen. *Observar y hablar: estar atentos a sus cambios de conducta y discutirlos sin regañar o castigar.
*Retomar los horarios de comida y sueño: este proceso se recomienda iniciarlo una o dos semanas antes del regreso a clases. Así, no serán bruscos ni repentinos los cambios en la rutina.
*Ser flexibles: no ser exigentes y dominantes reduce el nivel de estrés en el pequeño.

Cuando llegue el gran día, tener todo listo a tiempo para evitar que las prisas generen conflictos de última hora que ocasionen estrés en el adulto y por consecuencia, en el niño.

Casos críticos
Si al iniciarse el período escolar, el niño continúa presentando síntomas de no querer regresar al colegio los padres deben:

*Convertirse en amigos e incentivarlos a contar sus conflictos dentro de la escuela. Darle credibilidad a sus puntos de vista. *Acudir al colegio: reunirse con maestros para plantear el problema y así detectar cambios repentinos en el humor del escolar.
*Orientarlos: ayudarlos con los deberes y tareas escolares es fundamental para que sientan el apoyo de sus mayores.

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