Síndrome
Premenstrual
No es un invento femenino
Mes a mes, un considerable número de mujeres tiene que lidiar con una larga lista de molestias, que en algunos casos la incapacitan para desempeñarse con normalidad en sus tareas cotidianas. Entérese cómo reconocer este padecimiento y enfrentarlo de la mejor manera.
Muchos son los que todavía dudan acerca de la autenticidad de las incomodidades que atacan a un buen porcentaje de mujeres —hasta 85% en edad reproductiva— cuando están cerca de su período menstrual. Y mucho es el tiempo que ha tenido que pasar para que ese molesto adjetivo de “histéricas”, acuñado por el célebre psicoanalista Sigmund Freud, sea visto con el cristal de la comprensión y entendimiento de las múltiples variantes físicas
pero lo que definitivamente no es un melodrama es la extensa lista de síntomas
que engloba el Síndrome Premenstrual (SPM) y que son claramente identificables. Freud aseguraba que estas manifestaciones eran expresión de un rechazo a la maternidad y a la aceptación del papel femenino dependiente. De esta idea se han desprendido frases como: “Eso es normal” o “Eso es natural en todas las mujeres”. Estas expresiones sólo han servido para retrasar el tratamiento oportuno de dicho síndrome, al que la comunidad médica conviene en definir como un conjunto de signos físicos y emocionales que se inicia durante la segunda fase del ciclo
menstrual, entre siete y 15 días antes de la regla, y suele desaparecer, en la
mayoría de los casos, cuando comienza el período.
Para colmo de males, hay cifras que sugieren que son las latinoamericanas
las que reportan mayor índice de molestias en comparación con las europeas. Estos datos fueron
presentados en una reunión sobre
SPM a la que asistió un grupo de
expertos regionales y miembros del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam). En este encuentro se destacó principalmente la importancia de informar, orientar y educar a las mujeres y a sus parejas en todo lo relacionado con el SPM, patología que afecta tanto las relaciones familiares y de pareja,
como el desempeño laboral.
“Afortunadamente, la percepción de este problema ha cambiado —afirma Ciro Quevedo, ginecobstetra y endocrinólogo, adjunto docente en el Servicio de Ginecología de la Maternidad Concepción Palacios. Gracias a ello se ha llevado a cabo una buena cantidad de investigaciones con la finalidad de identificar las causas de este padecimiento. Sin embargo, hasta ahora no se tiene la certeza de cuál o cuáles son los factores que desencadenan, cada mes, los malestares tanto físicos como psicológicos”.
Al parecer, la incidencia del SPM aumenta en las féminas que se encuentran entre finales de la década de los 20 y principios de la de los 40. Una de las razones por las que costó tanto identificar el síndrome premenstrual como una enfermedad somática es porque éste se presenta en una gama muy amplia de intensidades y recurrencia, que varían de una mujer a otra.
La principal hipótesis que manejan los especialistas con relación a las causas que originan dicho trastorno gira en torno a la idea de que se debe a un descontrol de tipo hormonal. Los distintos momentos del ciclo menstrual presentan variaciones en los niveles de estrógeno y progesterona. Se observa que en los días previos a la regla, estos valores disminuyen considerablemente. Igualmente sucede con los niveles de endorfinas y serotonina, que se ven afectados en esos días, y su fluctuación se relaciona con alteraciones emocionales como la depresión. Todo esto hace pensar que las hormonas y los neurotransmisores que establecen conexiones y llevan las señales del sistema nervioso al cerebro, tienen que ver con el SPM. Sin embargo, hay mujeres que lo padecen y sus niveles hormonales se mantienen equilibrados, por esto se cree que existen otros factores que aún no se han identificado.
Al respecto, el especialista afirma que la dieta y las características socioculturales pueden ser algunos de estos factores desconocidos. “Llama la atención —explica Quevedo— que las japonesas tengan menos incidencia del síndrome premenstrual, en contraposición a las estadounidenses, nigerianas y turcas, quienes manifiestan un mayor número de molestias en este sentido. Probablemente esto se deba a factores de índole nutricional, pero, hasta el momento, no existe ningún estudio riguroso que sustente esta teoría”.
Unos kilitos de más
Una horrorosa espinilla anuncia el comienzo del calvario. Para muchas mujeres los cambios en su piel son apenas un elemento de este inventario de dolencias físicas. Pero el que, tal vez, suele atormentar a más féminas es la retención de líquidos; muchas reportan un aumento hasta de tres kilos de su peso corporal.
o diarrea, hinchazón de los senos, dolor de cabeza, de espalda
o articulaciones, náuseas, distensión abdominal, calambres musculares, fatiga, mucho sueño o insomnio, disminución
de la libido, deseo impetuoso por ciertos alimentos, en especial
por el dulce y los carbohidratos, entre otros.
Ahora bien, no todas los padecen en su totalidad. Muchas, inclusive, llevan un ritmo de vida normal a pesar de ellos.
“¡Parece que tuvieras doble personalidad!”, se quejan los hombres de sus parejas.
A la mayoría se le dificulta entender el porqué de los cambios anímicos durante esos días. Con mucha facilidad se puede pasar del odio al amor, de la ira a la calma, de la tristeza a la alegría, en cuestión de segundos. También se puede pasar por episodios de ansiedad o pánico, depresión, irritabilidad, agresividad, confusión, dificultad para concentrarse, ataques de llanto, baja autoestima, paranoia y aumento de los miedos
y pensamientos suicidas, entre otros. No obstante, se debe estar atento a estos síntomas pues puede existir, ciertamente, algún trastorno psiquiátrico subyacente, oculto tras los síntomas del SPM severo.
En su máxima expresión
De 85%, aproximadamente, de mujeres que padece el síndrome premenstrual, se desprende otra cifra que va desde dos hasta siete por ciento. Esta proporción corresponde a quienes sufren el trastorno disfórico premenstrual (TDPM), el cual se refiere a una exacerbación de los síntomas ya mencionados, y que necesariamente requiere de una adecuada atención médica. “Resulta común que las mujeres piensen que están padeciendo de simples síntomas premenstruales, cuando, en realidad, presentan la forma más severa de esta condición”, explica Santiago Córdoba, ginecólogo experto en SPM y miembro del comité ejecutivo del Celsam.
El TPDM puede resultar un verdadero problema en la vida femenina. En Estados Unidos se producen pérdidas de más de cinco millones de dólares anuales debido al ausentismo y a la ineficiencia laboral que esta enfermedad ocasiona. Al parecer, son las alteraciones de carácter psicológico las que resultan más desequilibradas: la falta de autocontrol, la tendencia a aislarse, la depresión, la carencia de concentración —que puede, incluso, aumentar el índice de accidentes—afectan de tal manera la cotidianidad de la mujer que hasta puede tener graves repercusiones como el divorcio, la pérdida del empleo y el maltrato a los hijos, entre otros.
El médico como aliado
En cualquiera de los casos, señala Ciro Quevedo, es sumamente importante acudir a consulta con un especialista. El ginecólogo es el profesional indicado para orientarla en cuanto al manejo de la enfermedad y a las posibilidades curativas. Para tal fin, resulta de mucha utilidad que la paciente realice un registro pormenorizado —como mínimo, durante tres meses— de todas las molestias que van surgiendo a lo largo del ciclo menstrual; así el médico podrá elaborar una historia clínica con detalle, que permita establecer un diagnóstico lo más preciso posible. Y aunque no exista un examen médico o de laboratorio específico para detectar el SPM, un reconocimiento general podría permitir al ginecólogo descartar otras patologías encubiertas.
El tratamiento
Si bien no existe un protocolo médico estándar para controlar o curar el síndrome premenstrual —y además muchos tratamientos son empíricos y anecdóticos— sí hay ciertos fármacos a los que los especialistas recurren para tratar puntualmente algunos de los síntomas, especialmente en el abordaje del trastorno disfórico premenstrual.
Quevedo explica que el manejo de este padecimiento es multidisciplinario, “por ejemplo, la colaboración o el trabajo en conjunto con un psiquiatra puede ser beneficioso, sobre todo en los casos de depresión severa. Este especialista tratará los problemas de base de índole psicológica que se suelen alterar con el ciclo menstrual”.
Como se cree que, básicamente, el origen de estos malestares radica en las fluctuaciones hormonales, los especialistas suelen recurrir al uso de ciertos anticonceptivos. Actualmente, según Quevedo, los más utilizados son los que contienen un componente denominado drospirenona, un progestágeno que tiene un efecto diurético. Este podría ser particularmente beneficioso, sobre todo en lo referente a la retención de líquidos.
Para el control de las alteraciones hormonales se utilizan antidepresivos que actúan sobre la serotonina, por ejemplo, la fluoxetina u otros fármacos para el alivio de la ansiedad, los cuales tienen que manejarse con mucho cuidado y siempre deben ser indicados por un especialista.
En cuanto a los dolores localizados se pueden prescribir inhibidores de la prostaglandina; estos son los antiiflamatorios no esteroideos, conocidos como AINES. Los más comunes son el ibuprofeno y la aspirina.
Igualmente, se han reportado mejoras con el uso de ciertos suplementos nutricionales como las vitaminas del complejo B. En estado natural se encuentran en un buen número de alimentos como la carne, la leche, los huevos, la mantequilla y las legumbres, entre otros. La E es otra de las vitaminas aparentemente beneficiosas en algunos malestares emocionales y contra la hinchazón de los senos. El calcio y el magnesio también son ampliamente recomendados.
Dos infaltables
Cuando se trata de salud, todos los consejos confluyen en uno solo que se ha venido repitiendo desde hace miles de años: “Que tu medicina sea tu alimento y tu alimento sea tu medicina”. Definitivamente, esta recomendación nunca perderá vigencia.
Por eso no es de extrañar que una de las principales sugerencias de los médicos sea un cambio en la alimentación. Al respecto, el experto advierte que en los días previos
a la menstruación se debería disminuir la ingestión de azúcares, carbohidratos, grasas, cafeína, frutos secos, especias fuertes y bebidas alcohólicas, y se debería favorecer el consumo de frutas, vegetales, verduras frescas e infusiones relajantes.
Como segunda recomendación figura el ejercicio. Muchas mujeres reportan un alivio considerable de los malestares después de llevar una rutina deportiva suave. Una caminata en un lugar agradable, una sesión de nado o una clase de estiramiento o yoga, contribuirán, sobre todo, a mejorar el estado de ánimo y disminuir el estrés. •
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