En situaciones como éstas nos sentimos como si estuviéramos hablando en idiomas diferentes, convirtiéndonos en dos perfectos extraños tratando de comunicarse, muy a pesar de que tal vez seamos una pareja de mucho tiempo.
Es importante que aprendamos a escucharnos mientras hablamos, para estar seguros de que nuestras palabras expresan realmente nuestras ideas u opiniones. También es importante escuchar a los otros atentamente y con apertura, para darles el espacio que les permita expresarse, sin interrumpirlos o invalidar sus argumentos simplemente porque son diferentes del nuestro, o porque tratemos de anteponer, a sus planteamientos, nuestros prejuicios.
Escuchar con calma y atención no significa negar nuestros argumentos para darle la razón absoluta a los demás, más bien implica darnos el espacio necesario para aclarar nuestras ideas y elegir la respuesta o el comentario que vamos a hacer, para clarificar la situación o mantener la conversación con la otra persona, además de mostrarle que estamos sinceramente interesados en conocer su opinión y punto de vista.
A veces nos puede resultar muy difícil reconocer que hemos cometido un error, sobre todo si el comentario o el juicio que hemos hecho no sólo estaba equivocado sino que, además, con él herimos a la otra persona, causando una pelea o una separación. En lugar de reconocerlo, la mayoría de las veces pensamos que si lo ignoramos y pasa un poco de tiempo se olvidará y así lo habremos resuelto de alguna manera. Pero, lo cierto es que, al actuar de esta manera, sólo lograremos agravar el problema y profundizar las heridas emocionales y las diferencias que, con el tiempo, nos distanciarán al hacer dejar crecer en nosotros algunos sentimientos negativos. Vale la pena aprender a expresarnos de una mejor manera con la intención de acortar las distancias que nos separan, solucionar los desacuerdos o los problemas que tenemos, conocernos más o compartir con otros nuestra experiencia. Comunicarles nuestros sentimientos, apoyo y reconocimiento a los demás… es preferible a guardar silencio.
La comunicación es un arte que podemos aprender, desarrollar y perfeccionar para mejorar nuestras relaciones con los demás. Sólo si somos capaces de expresar lo que pensamos y sentimos, sin vulnerar el espacio personal de los otros, lograremos conocernos y disfrutar de una relación de intercambio, compartida e íntima.
Piensa antes de hablar. Tómate unos minutos para pensar en lo que vas a decir y de qué modo pudiera afectar a la otra persona. Aclarar tus ideas puede ayudarte
a expresar lo que piensas de una mejor manera.
Evita caer en la discusión. Cuando veas que la conversación está tomando un giro inesperado hacia el enfrentamiento y la violencia, detenla. No te dejes atrapar emocionalmente por los comentarios o las expresiones agresivas de tu interlocutor.
Es preferible continuar con la conversación en otro momento para aclarar
y solucionar la situación.
Escucha con atención. En lugar de atender sólo a las ideas que tienes en tu mente, practica escuchar a la otra persona, sin prejuicios y sin justificarte. Muéstrate interesado en conocer su punto de vista sin interrumpirla y sin corregirla, cuando llegue tu momento de hablar, úsalo para decir lo que piensas o sientes siempre
de la mejor manera.
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