Las enfermedades que atacan a los animales han existido siempre y, aún cuando son tratados para evitar que les afecte demasiado o que les cueste la vida, la cuestión se pone más complicada cuando esas mismas enfermedades atacan a los humanos. Y es que en lo que a microorganismos se refiere, la palabra "mutación" no está limitada a películas de ficción ni personas con superpoderes, sino a cambios que hacen estos generadores de afecciones en sus características genéticas para sobrevivir a costa del individuo que sea (siendo los humanos una de esas opciones). Estas mutaciones son conocidas como "cepas", o virus que ya han sido conocidos, registrados y estudiados con anterioridad, pero que han logrado propagarse y sobrevivir de modo distinto en el ambiente, cambiando tanto sus modos de ataque que deben ser reestudiados para encontrar una forma de neutralizar su acción. Otras enfermedades son generadas casi espontáneamente, cuando bajo ciertas circunstancias surge un agente que activa la afección a los individuos portadores.
Los casos más recientes y que más alerta han generado en el planeta son de enfermedades provenientes de animales que sirven como alimento a nuestra especie. Una de la epidemias fue la enfermedad de las vacas locas, que se inició por alimentación del ganado con comida contaminada con restos humanos, generando una proteína que degeneraba las neuronas de los individuos infectados y luego pasó a ser transmisible a las personas que consumían la carne de dichos animales. La enfermedad va matando las neuronas del afectado y se localiza con más fuerza en el cráneo, los ojos, las amígdalas, la médula espinal, el espinazo, el intestino y el bazo, que van fallando funcionalmente, provocando la muerte. Su propagación empezó en Gran Bretaña (donde se reconoció la existencia de la enfermedad en 1986) y de allí llegó al norte de América, Europa y algunas regiones del Medio y Lejano Oriente. El más efectivo de evitar la enfermedad puede ser eliminar el consumo o hacer un consumo muy selectivo de carne de res, que para los vegetarianos no es un gran reto, pero ¿qué pasa cuando las enfermedades se pueden contagiar por exposición a los portadores y no sólo por su consumo? Peor aún, ¿qué pasa cuando la posibilidad de contagio humano-humano es un hecho? Entonces nos encontramos con enfermedades que traen el riesgo de convertirse en pandemias.
Como pandemias se denominan las enfermedades que afectan grandes regiones geográficas y que se convierten en potenciales riesgos para otras partes del planeta. Y allí se puede entrar entonces en el tema de las gripes, también llamadas influenzas. Prácticamente todos los mamíferos y aves son susceptibles a sufrir gripes específicas, que no necesariamente afectan a individuos de otras especies. Pero, como se comentó al inicio, las gripes son provocadas por virus con gran capacidad de adaptación o mutación, y surgen entonces casos como la gripe aviar y la reciente gripe porcina, que ahora amenazan vidas humanas.
La gripe muchas veces puede confundirse con el catarro o refriado común, pues sus principales síntomas son molestias en las vías respiratorias. En el caso de la gripe, esos síntomas pueden ir acompañados de dolores de cabeza, garganta, oídos, estómago (como síntomas de gastroenteritis) y fiebre. En muchos casos la situación se agrava y da lugar a neumonías, que son peligros mortales especialmente para niños y ancianos.
Desde la Gripe Española (1918), la Gripe Asiática (1957) y la Gripe de Hong Kong (1967) no se habían presentado casos numerosos de personas diezmadas por las variaciones de la influenza, pero luego del año 2000 empezó el boom de la gripe aviar, que afectó principalmente a Ásia (donde se registró el primer caso de influenza aviaria altamente patógena, en 2004), Europa, África y algunos países de Latinoamérica (en esta última, se presentó una variación que no ataca con tanta intensidad). La gripe aviar se propaga por las aves migratorias y provoca infección en otro tipo de aves, como las de corral. La cepa que afecta a los humanos se puede contagiar de forma aérea o por contacto directo. En casos particulares, además de los síntomas mencionados, se presentaron lo propios de la conjuntivitis. Y el virus continúa mutando.
Por otra parte, tenemos la gripe porcina, que actualmente encabeza los titulares noticiosos del mundo. Lo usual es que a este tipo de virus se expongan sólo personas que trabajan en corrales y entran en contacto directo con los animales, pero ya la situación ha alcanzado escalas mayores, habiendo provocando muertes en México (donde se inició la propagación) y varios casos registrados en diversas partes del mundo bastante alejadas del foco inicial. Antes de que los humanos corriesen peligro con esta variación de influenza, se consideraba a la misma como una enfermedad endémica que sólo afectaba a los cerdos.
Este virus en particular no se transmite por consumo de carne de cerdo, sino por aire y contacto. Entre las medidas de precaución sugeridas a los países afectados resaltan las siguientes:
- Evitar saludos de beso y mano.
- No ingresar a lugares concurridos por grandes cantidades de personas (incluyendo autobuses, metros, entre otros).
- Uso de tapabocas.
- Lavarse constantemente las manos y mantener la higiene personal con más recurrencia de la usual.
- Limpiar teléfonos, mouse de computadoras, teclados, etc. con alcohol antes de hacer contacto manual con los mismos.
- En caso de presentar síntomas de gripe en lugares donde se han reportado casos de la epidemia, debe acudirse al centro hospitalario más cercano, evitando a toda costa la automedicación.
El tratamiento contra la gripe porcina debe ser prescrito médicamente, luego de detectarse y confirmarse la enfermedad, pero una vacuna preventiva contra esta cepa en específico quizá tarde algún tiempo en salir a la venta. |
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